María Guardiola decidió -arriesgadamente- adelantar la convocatoria de las elecciones para depender menos de la ultraderecha que, primero se salió del consejo de Gobierno autonómico y, después, bloqueó la ley de presupuestos regionales. El litigio del Partido Popular de Extremadura y Vox se ha convertido en “los juegos del hambre de las derechas”, según Iván Redondo, en ámbito nacional. El propósito de Guardiola era optar a una mayoría absoluta que le permitiese desdecirse sobre la ultraderecha y, definitivamente, no depender de los votos de la sucursal de Bambú en Cáceres y Badajoz. La campaña presidencialista y nacionalista de Santiago Abascal previó la lectura de esta primera parada del nuevo ciclo electoral en una tierra que no era tradicionalmente fácil para él.

Los populares pierden votos y crecen -a penas- un escaño respecto a 2023, pero ello no le impide ser el partido a la cabeza, el más votado, el reelegido para la presidencia y el que forzó el descalabro histórico del PSOE en uno de sus bastiones históricos, la que fuera tierra de Guillermo Fernández Vara. No obstante, “los caucus estaban concebidos para echar a Pedro Sánchez”, apuntó Redondo en su Sala de Guerra en La Vanguardia. El que fuera jefe de gabinete de la Presidencia del Gobierno consideró que estos resultados son un “producto político de diseño desconectado de la sociedad” -como se aprecia en el bajo interés que ha despertado la convocatoria electoral-, “con una abstención histórica de casi el 40% de los extremeños al no convocarlos con las municipales”. Es decir, el primer partido extremeño es el inmovilismo.

La victoria agridulce del PP y el “descalabro” desabrido del PSOE “sin candidato real” contrastan con el gran ganador de las elecciones, Vox, quien dobla sus resultados y fortalece su posición de llave necesaria para la gobernabilidad. En Extremadura, y lo que es más relevante, en España. Pasó de 5 a 11 escaños con casi el 18% de los votos emitidos. Pese al “fileteo” de los socialistas con transferencias en todas direcciones (11% al PP, 12% a Unidas Podemos y 4,9% a Vox), la mayor desgracia democrática ha sido la escasa participación y el hastío del electorado general. Además, esta convocatoria ha servido para “dimensionar el espacio autoritario”. Si se trataba de demediar a Vox, “los comicios han servido para depender, como antes, de la derecha autoritaria”, espeta Redondo.

“La protesta, la indiferencia, la desconfianza en PSOE-PP –ambos han bajado en votos–, los políticos como problema otra vez, una sociedad harta de peleas de patio de colegio con el eterno “y tú más”, han evidenciado en este primer caucus la crisis profunda del bipartidismo, mayor, como venimos explicando, que la de 2015 con el factor autoritario de la mano de Vox como gran beneficiado y una desmovilización absoluta de la izquierda”, apuntó Redondo en su artículo semanal.

El líder del Grupo Redondo auguró que “si de lo que se trataba era de demostrar que el PP tiene otras vías para gobernar más allá del acuerdo con Vox, sea con regionalistas en Aragón o con las abstenciones, queriendo o no, los caucus han solidificado la transferencia de votantes que votaron a Feijóo en 2023 y ahora dicen que votarán a Abascal”. En otras palabras, el exceso de táctica y del defecto de estrategia allanan el camino del adversario. No obstante, Extremadura solo elige a 10 diputados de los 350 total del Congreso de los Diputados, lo que se traduce en un 3%, aunque “tampoco que este racimo de elecciones son un calco en lo estratégico a aquellas anticipadas andaluzas de 2015, que Susana Díaz convocó para frenar a Podemos”.

En definitiva, la primera parada electoral ha confirmado el cometido de Abascal: “capturar al PP”. Vox es el únia “marca” que capitaliza el descontento y condiciona la gobernabilidad. El efecto es impedir la mayoría absoluta de Guardiola, la “Irene Montero del PP”, en palabras del propio ultraderechista. La siguiente estación será maña, el 8 de febrero de 2026. Por ello, Jorge Azcón, presidente del Gobierno aragonés, pasó la noche electoral extremeña en la sede de Génova junto al líder nacional del partido, Alberto Nuñez Feijóo

“Estas autonómicas reajustan, eso sí, las posiciones relativas de la derecha en favor de Vox tras su salida de los gobiernos autonómicos en julio de 2024. Los de Abascal han corregido la pájara estratégica con la que concurrieron a las anteriores elecciones autonómicas, municipales y generales. Y desde que están fuera de las coaliciones no hacen más que subir”, sentenció Redondo.

La acritud entre PP y Vox marcará el próximo medio año hasta que se celebren las andaluzas, que serán las elecciones que servirán para que todos los contendientes hagan cuentas, de verdad, y dispongan, de información de primerísima calidad para ver qué resultados pueden obtener en unas generales. "Ese será el momento de la verdad", apostó Redondo.

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