Iñaki Rekarte, uno de los presos de ETA arrepentidos, excarcelado tras la derogación de la doctrina Parot, ha confesado tras pedir perdón a las víctimas que ha “descubierto” que “siempre se puede perdonar” y que, “al final, el ser humano es muy fuerte y muy bueno”.
"A ETA no le queda otra"
En una entrevista en la SER, este jueves, Rekarte se ha mostrado convencido de que la intención de entregar las armas de la banda terrorista es cierta, porque “no le queda otra” ni tampoco “cobertura política”. Pero, ha añadido, tratan de poner sus “condicionantes” para salvar a sus presos y “a los que andan por ahí perdidos”.
"Entregará las armas, se desmantelará y desaparecerá" pero pedir perdón "es una cosa personal de cada uno", ha añadido Rekarte, que cree que se darán más situaciones de arrepentimiento de miembros de la banda, “por necesidad de las personas y porque los tiempos traerán eso".
Mató a tres personas e hirió a otras 21
Iñaki Rekarte, de 42 años, comenzó a militar en ETA con 18 años. Formó parte del comando Mugarri de ETA. En 1992 puso un coche bomba contra una patrulla de la Policía Nacional en Santander y mató a tres transeúntes e hirió a otras 21 personas. Ahora se gana la vida en un bar en Santesteban, a 50 kilómetros de Pamplona, está casado y tiene dos hijos pequeños.
¿Duerme bien por la noche?
Preguntado sobre si duerme bien por las noches, con la responsabilidad de esas muertes sobre su espalda, Rekarte ha respondido: “Sí, duermo muy bien, trabajo tanto… madrugo tanto… Con la conciencia tranquila, pues sí. No me gusta hablar de mi vida, mirar para atrás, las cosas que has hecho… La vida en su conjunto, uno tiene que valorar al final, cuando uno se muera. A veces, no todo es recto”. Actualmente regenta un bar en Santesteban, a 50 kilómetros de Pamplona.
Ha explicado que su arrepentimiento ha sido “un proceso”, que ha ido “conociendo gente en el camino, gente que parecería que debiera ser tu enemigo y resulta que no es así… El proceso de la vida”.
Su hijo le preguntó si había asesinado
“Me fui separando poco a poco, con el nacimiento de mi hijo, no aguanté más en ese colectivo. Es lo que me dio fuerza para romper con todo, superar el miedo, los complejos, el estar metido en esa manera de vivir”, ha añadido.
Un día, uno de sus hijos, que ahora tiene seis años, le preguntó si era verdad que había matado. “Le dije que no, no hagas caso a la gente. Me salió así. Tiene 6 años, hablar de eso… más adelante…”. Cree que la confesión a sus hijos surgirá “de manera natural" y supone "que se enterarán antes de que yo les explique”.
Víctimas sin odio
Sobre una de las víctimas con las que ha mantenido un encuentro, ha contado que descubrió “que era una persona sin odio. Traté de ponerme en su pellejo y no sé si yo sería igual, debe ser muy difícil". “Aprendí que hay que ser buena persona, que hay tener mucha empatía con los demás y, sobre todo, que siempre se puede perdonar".
"A ETA no le queda otra"
En una entrevista en la SER, este jueves, Rekarte se ha mostrado convencido de que la intención de entregar las armas de la banda terrorista es cierta, porque “no le queda otra” ni tampoco “cobertura política”. Pero, ha añadido, tratan de poner sus “condicionantes” para salvar a sus presos y “a los que andan por ahí perdidos”.
"Entregará las armas, se desmantelará y desaparecerá" pero pedir perdón "es una cosa personal de cada uno", ha añadido Rekarte, que cree que se darán más situaciones de arrepentimiento de miembros de la banda, “por necesidad de las personas y porque los tiempos traerán eso".
Mató a tres personas e hirió a otras 21
Iñaki Rekarte, de 42 años, comenzó a militar en ETA con 18 años. Formó parte del comando Mugarri de ETA. En 1992 puso un coche bomba contra una patrulla de la Policía Nacional en Santander y mató a tres transeúntes e hirió a otras 21 personas. Ahora se gana la vida en un bar en Santesteban, a 50 kilómetros de Pamplona, está casado y tiene dos hijos pequeños.
¿Duerme bien por la noche?
Preguntado sobre si duerme bien por las noches, con la responsabilidad de esas muertes sobre su espalda, Rekarte ha respondido: “Sí, duermo muy bien, trabajo tanto… madrugo tanto… Con la conciencia tranquila, pues sí. No me gusta hablar de mi vida, mirar para atrás, las cosas que has hecho… La vida en su conjunto, uno tiene que valorar al final, cuando uno se muera. A veces, no todo es recto”. Actualmente regenta un bar en Santesteban, a 50 kilómetros de Pamplona.
Ha explicado que su arrepentimiento ha sido “un proceso”, que ha ido “conociendo gente en el camino, gente que parecería que debiera ser tu enemigo y resulta que no es así… El proceso de la vida”.
Su hijo le preguntó si había asesinado
“Me fui separando poco a poco, con el nacimiento de mi hijo, no aguanté más en ese colectivo. Es lo que me dio fuerza para romper con todo, superar el miedo, los complejos, el estar metido en esa manera de vivir”, ha añadido.
Un día, uno de sus hijos, que ahora tiene seis años, le preguntó si era verdad que había matado. “Le dije que no, no hagas caso a la gente. Me salió así. Tiene 6 años, hablar de eso… más adelante…”. Cree que la confesión a sus hijos surgirá “de manera natural" y supone "que se enterarán antes de que yo les explique”.
Víctimas sin odio
Sobre una de las víctimas con las que ha mantenido un encuentro, ha contado que descubrió “que era una persona sin odio. Traté de ponerme en su pellejo y no sé si yo sería igual, debe ser muy difícil". “Aprendí que hay que ser buena persona, que hay tener mucha empatía con los demás y, sobre todo, que siempre se puede perdonar".