El PP se ha subido nuevamente a la teoría de la conspiración respecto de las elecciones de España y contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Si en las últimas horas era el expresidente del Gobierno, José María Aznar, quien se pronunciaba en estos términos, a él le seguía el líder actual el partido conservador, Alberto Núñez Feijóo.

El primero emitió, en una entrevista concedida al diario El Mundo, que si el jefe del Ejecutivo era “capaz de adulterar unas elecciones en su partido” -en referencia a la supuesta situación que dibujó el ex número 3 del PSOE, Santos Cerdán, al haber favorecido que se metieran dos papeletas en las urnas de las primarias que aúpan a Sánchez hasta la secretaría general- tiene la capacidad para “alterar unas elecciones generales”. El segundo le siguió relatando que “si uno ha robado una joyería, ¿por qué no podría robar un banco?”.

Sin embargo, como es usual, quienes más hablan son a la vez quienes más tienen que callar, y es que tanto Aznar como Feijóo saben bien lo que son amaños electorales demostrados. En la comunidad de este segundo hubo un tiempo en el que votaban las personas fallecidas, y no es una hipérbole, de cara a unas votaciones en las que salía el representante del país.

Del voto de los fallecidos a 'salir de casa con el sobre'

Ocurrió en las elecciones generales del 2000 cuando votaron gallegos emigrados a países de Latinoamérica como Uruguay o Argentina que habían muerto tiempo antes. Las papeletas continuaron llegando a los hogares de todos los españoles residentes en el extranjero de la mano de su tarjeta censal, estuvieron o no vivos. Para que estas hojas pudieran contabilizar, bastaba con que alguien las depositara en un servicio postal, sin necesidad de identificación ni límite de envíos.

Y no fue el único año que se dio esta situación. Por el contrario, los fallecidos votaron nuevamente al menos en los comicios de 2001 y, otra vez, en las de 2005, embarrando con este hecho la fiesta de la democracia.

En aquel caso, para demostrar que el sistema electoral para la emigración seguía fallando, llegaron a la comunidad sobres con el voto, la tarjeta censal y una fotocopia del certificado de fallecimiento del elector.

Tirando de hemeroteca, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, recordaba esta parte de la historia al líder de la oposición después de sus últimas acusaciones. “Tanto con Fraga como con Feijóo, votaban vivos y muertos”, pronunció esta semana.

De origen gallego como el presidente del PP y ex presidente de la Xunta, la también ministra de Trabajo expresó que se han conocido comicios en las que votaron “personas incapaces” y que han traído consigo denuncias. “El señor Feijóo habla de algo que conoce muy bien”, deslizó.

En este sentido, acusó también la práctica que se llevó igualmente a cabo en la región gallega conocida como carretaxe -carretaje traducido al castellano- que, básicamente, es permitir votar a gente que no reunía las capacidades para ello, así como monjas o ancianos que, dicho de manera simple: salían con el sobre preparado de casa.

En Madrid, el 'tamayazo'

Por supuesto, en el repaso de comicios y desarrollo polémicos de voluntad popular, no se puede dejar de lado el conocido como tamayazo, el caso de transfuguismo más clamoroso que ha ocurrido en la Comunidad de Madrid y, en realidad, en el conjunto del país y que impidió, en última instancia, un cambio de signo político en la región.

Aquel hecho que ocupó portadas tuvo como protagonista a los diputados socialistas Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez; ambos desertaron impidiendo con ello la investidura de su compañero de partido, Rafael Simancas. La situación provocó la repetición electoral meses después que terminó con la presidencia de Esperanza Aguirre.

Castilla y León

Manteniendo el ámbito autonómico, el primer presidente del Ejecutivo de Castilla y León, Demetrio Madrid (PSOE), dimitía después de conocer su procesamiento por un presunto delito social resultado de una querella presentada por varias trabajadoras de la empresa textil que había vendido al alcanzar el cargo. Cuatro años más tarde, fue absuelto, pero aquello abrió las puertas a un Aznar que entonces era diputado por Ávila y presidente de la ya extinta Alianza Popular.

De Madrid se ha destacado en estas décadas su dignidad, abandonando la presidencia de una comunidad autónoma que los socialistas fueron incapaces de mantener apenas medio años tras su prematura renuncia, a la que se encaramó Aznar, catapultado al poder en las elecciones de mayo de 1987 sin que la constatación posterior de la inocencia del expresidente por el Tribunal Superior de Justicia sirviera para restituir jamás un gobierno de izquierdas.

11-M, campañas corruptas, 'lawfare'...

Por supuesto, si se habla de Aznar no se puede olvidar su papel en las elecciones de 2004, con una mentira que ocupó la portada del periódico más prestigioso de este país después de los atentados del 11-M, los peores de nuestra historia. Lejos de admitir siquiera posibles errores, ya no bulos o falsedades, el director de FAES hablaba hace años que quienes habían ideado los ataques no estaban “ni es desiertos remotos ni en montañas lejanas”. A día de hoy no ha pedido perdón.

Por cerrar con un asunto de estricta actualidad, que también guarda relación con el lawfare judicial, el exsecretario general del PSOE de Galicia (PSdeG), José Ramón Besteiro, ha exigido disculpas a los ‘populares’ después de que se haya conocido la ‘Operación Pulpo’, nombre bajo la que se denominaba la supuesta adjudicación ilícita de una plaza y malversación de fondos públicos en programas de la Diputación de Lugo. Este ejercicio fraudulento nunca se ha comprobado.

Este artículo podría completarse con las innumerables campañas que el PP ha financiado a través de la corrupción en la Comunidad de Madrid o Valenciana. Entramados de obra pública, cajas B, pagos electorales, sistema de facturas falsas, campañas pagadas de forma irregulares, desvió de fondos… han estado constantemente presentes en las victorias electorales de la derecha.

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