Bajo la excusa de querer acabar con los jueces estrella, que es tanto como considerarlos nocivos para el buen hacer de la justicia, Gallardón propone que sean tres jueces, y no uno como hasta ahora, los que instruyan las causas “importantes”; y la reforma, a falta de conocer la letra pequeña, va dirigida de manera especial a los juzgados de la Audiencia Nacional, que son los que se encargan de las causas más mediáticas, que afectan de manera especial a personas vinculadas con la corrupción o con los grandes fraudes, muchas de las cuales pertenecen, por sus vinculaciones con la política o las finanzas, a lo que podría denominarse la casta de los intocables, al gozar de una especial impunidad por su estatus, que solo se puede vencer con jueces valientes, comprometidos y sin complejos, que algunos llaman jueces estrella.

Tengo el pleno convencimiento de que si se hubiese instaurado hace años este sistema de instrucción, que tambien quiere extenderse a todos los Juzgados con causas importantes, muchas de esas grandes causas se hubiesen quedado en nada o en muy poca cosa, y los niveles de corrupción hubiesen subido como la espuma a sabiendas de las mayores dificultades para su investigación. Sin jueces como Garzón, Castro, Ruz, o Elpidio Silva, y muchos otros que no han destacado tanto en los medios de comunicación, tengo el pleno convencimiento de que la Infanta no hubiese sido imputada, Urdangarín seguiría al frente de Noos, Francisco Camps continuaría siendo presidente de la Comunidad valenciana, Blesa estaría al frente de una entidad bancaria, el caso Gürtel se habría quedado en nada o en muy poca cosa, y es muy posible que Bárcenas seguiría siendo Senador y tesorero del PP. Eso sí, los ciudadanos continuaríamos viviendo en el limbo, creyendo que nuestros políticos son honrados y sirven para algo.

Alguien podría decirme que tres mentes piensan más que una, y no es así exactamente. La investigación de una causa penal, que en algunos casos requiere inmediatez en sus actuaciones, debe quedar en manos de una sola persona, para conseguir la eficacia necesaria, y evitar que se neutralice la toma de decisiones valientes, que solo conduciría a mayor inseguridad jurídica y a ralentizar aún más la instrucción. Cosa muy distinta es el enjuiciamiento de los hechos en donde, ahí sí, tres mentes piensan más que una a la hora de decidir si el acusado es culpable o inocente.

Gallardón, para justificar su decisión, argumenta que se aceleraría la instrucción, y evitaría que las causas se dilatasen en el tiempo como hasta ahora. Craso error, con tres jueces instructores podrían incluso ralentizarse aún más, porque cada decisión requeriría un previo consenso o toma de decisiones por mayoría, y neutralizaría actuaciones urgentes, como puede ser un registro por sorpresa para evitar la destrucción de pruebas. Y resulta inimaginable ver a tres jueces preguntando, al unísono, a un imputado o a un testigo, lo que haría que se perdiese el hilo conductor del interrogatorio.

Las instrucciones de los casos llamados “importantes”, como puede ser el “caso Gürtel” y una de sus ramificaciones conocidas como”caso Bárcenas”, no se dilatan porque las instruya un solo juez, sino por falta de medios para investigar y la ausencia de de colaboración con la justicia por parte de quienes deben de facilitar la documentación requerida, lo que posibilita la destrucción de pruebas de especial relevancia (discos duros de ordenadores, por poner un ejemplo). Por lo que si Gallardón quiere de verdad acelerar la instrucción de esta causa, lo que debería de hacer es hablar con sus compañeros de partido para que, allí donde puedan (desde la sede de Génova o desde la Comunidad de Madrid, por poner dos ejemplos), colaboren con el juez Ruz, facilitando toda la documentación requerida, sin ocultar nada, y con ello evitarían la entrada y registro en la sede del PP, y los numerosos requerimientos para la entrega de los contratos suscritos con las empresas de Correa. A buen seguro con tal contribución a la instrucción, con un solo juez instructor ya habría finalizado, eso sí previsiblemente con más imputados, en los que estarían incluidos destacados dirigentes del PP.

Lo que les falta a los Juzgados de la Audiencia Nacional no son jueces sino medios, y en especial un equipo de peritos judiciales independientes que les puedan asesorar. Por cierto, si Gallardón está actuando de buena fe, y quiere de verdad acelerar las instrucciones, para poner en vigor su reforma debería de triplicar la plantilla de jueces que tramiten causas penales. ¿Está previsto en la reforma?; seguro que no.

Nuestro actual Ministro de Justicia ha convertido en aberrantes todas sus propuestas, y se supera día a día. Si existe en este país algún juez de instrucción que esté de acuerdo con esta nueva iniciativa que levante la mano, y si no, que proteste, pero ya, antes de que sea demasiado tarde.

Fernando de Silva es abogado y autor del blog SInLaVeniA