El célebre y muy comentado record belga de país sin gobierno parlamentario hace cinco años ha sido una referencia utilizada a menudo por quienes no parecen preocupados en exceso por la incapacidad de las fuerzas políticas españolas para obtener una mayoría parlamentaria capaz de mantener un ejecutivo estable y útil entre nosotros.

Y no estamos del todo solos, aunque eventualmente podamos alcanzar el récord: en Irlanda tampoco lo consiguen y no parecen muy inquietos. Las elecciones legislativas adelantadas celebradas el 26 de febrero tampoco permiten hasta ahora la formación de un gobierno de coalición, pero el encargado de formarlo, Enda Kenny, se dice muy preocupado y visto el boicot en curso, podría tirar la toalla. Su partido, el “Fine Gael” (“familia irlandesa”) con 50 escaños y su socio natural, el laborista, con siete están muy lejos de alcanzar los 80 precisos para obtener la investidura.

La orfandad del “Fine Gael” no se explica solo con argumentos aritméticos y la situación nace, en primera instancia, de una especie de imposibilidad estructural, casi natural, se diría, de cooperar con su rival de siempre, el “Fianna Gail” (“soldados del destino”), la histórica formación vinculada a la obra del fundador del Estado y padre de la independencia, Eamon de Valera. Algo no muy diferente de la incompatibilidad entre PSOE y PP entre nosotros, con todos los matices que se quiera.

La explosión de 2010

La situación en ambos países tiene algunos otros parecidos muy didácticos, empezando por la presencia en la ruina económica de ambos de una frívola y artificial “burbuja inmobiliaria”, alentada hasta el paroxismo en España por los gobiernos de J.M. Aznar-Rodrigo Rato. En el caso irlandés aún más que en el español, los organismos internacionales competentes advirtieron reiteradamente del peligro.

De nada sirvió y con el nuevo siglo ya bien entrado la burbuja amenazó con estallar, el bono irlandés alcanzó la condición de “bono-basura”, algo sin precedentes, y bajo fuertes presiones del FMI y el Banco Central Europeo el gobierno del conservador Brian Cowen (“Fianna Fail”) solicitó, con fórmulas eufemísticas, el rescate, con un monto estimado inicialmente en la módica suma de 85.000 millones de euros. Se puso la gestión de la economía nacional en manos de Bruselas y Francfort.

Como era de prever la estima pública por el Gobierno cayó en picado y, por vez primera en su historia, el “Fianna Fail” fue sobrepasado como segunda fuerza por los laboristas en los comicios de 2011 y su coalición con los Verdes fue sustituida por un gobierno “Fine Gael”-laboristas, que administró enérgicamente la draconiana austeridad recetada con el resultado de una mejora sustancial de las finanzas, recuperación de la actividad y de la confianza internacional, y otras algo menos difundidas, como el incremento del ejercicio de la prostitución, fenómeno que empieza a ser cuantificado en España.

El récord belga

En términos puramente aritméticos, estadísticos y macro-económicos, la situación irlandesa ha mejorado mucho, tanto que ha batido algunas marcas notables, como hacer crecer el PIB un 7,8 por ciento en 2015 y haber rebajado la deuda-país del 120% del PIB al 97% de hoy… pese a lo cual, sigue sin haber expectativas serias de formación de un gobierno de indispensable coalición.

No faltan, en ese contexto, quienes tienden incluso a ver ciertas ventajas, algunas derivadas del hecho de que el Ejecutivo, por su condición de interino, no puede tomar ciertas decisiones de gran calado (y, por tanto, evitar errores, dicen algunos irónicamente), debe compartir sus decisiones técnico-administrativas con la larga mano del BCE y el Consejo de Comisarios europeos: una especie de intervención oficiosa a la espera no siempre criticable de tiempos mejores.

Bélgica resuena de nuevo estos días en la memoria nacional: 589 días con un Ejecutivo interino en el bienio 2010-2011… y la economía creció, bajó el desempleo y el debate público al respecto, intenso, fluido y frecuentemente irónico, no perturbó la marcha del país. Las recientes tribulaciones belgas, por otros motivos, han hecho recordar esos curiosos días… pero eso, eso es otra historia.