Al Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo le está resultando complicado cerrar frentes y volver a una senda de trabajo en la que poder dedicarse, de manera completa, a tratar de recuperar el terreno que Vox le ha comido entre los votantes. La elección de Juan Francisco Pérez-Llorca como candidato a la investidura en las Cortes Valencianas para presidir la Generalitat ya se efectuó en el PP; no obstante, todavía quedan cabos por atar y, por el momento, no se ha hecho oficial de cara al proceso de votación, pues todavía queda que otra parte dé el visto bueno. Es más, las negociaciones entre los populares y el equipo de Abascal en la comunidad autónoma siguen en curso y podrían estar viéndose condicionadas por algunas presuntas irregularidades de Pérez-Llorca, por elementos como ser propietario de un parking y un cenador ilegales, que su ayuntamiento tendría que haber derribado, entre otras cosas.
La sucesión de Carlos Mazón en Valencia está haciendo recorrer a los populares dos carreteras de estrechos carriles y llenas de curvas cerradas. Así, por un lado está en la que circulan para tratar de llegar a ese destino que suponga mantener la presidencia de esta región española y, por otro, la del debate interno en el que se está planteando la renovación de la cúpula de la formación en esta comunidad autónoma. Los populares avanzan lentos, son muchas señales de limitación de velocidad las que se están encontrando y, en ocasiones, hasta semáforos.
En lo referido a la investidura de Pérez-Llorca como presidente, a pesar de los baches, el GPS marca que el final del trayecto se encuentra cerca. No obstante, desde el PP tratan de pisar el acelerador para llegar antes y evitar que aspectos como estas presuntas irregularidades del acalde de Finestrat afecten en gran medida al proceso de negocación. Es por ello que, aunque los de Abascal siguen asegurando que mantienen su posición de fuerza y que no tienen prisa alguna para elevar al político popular al frente del Ejecutivo autonómico, desde el Partido Popular tratan de impulsar a los de Vox señalando que el pacto está cada vez más cerca y buscan ejercer algunas pequeñas presiones, como sería, por ejemplo, la publicación reciente de Pérez-Llorca en la red social 'X' en la que apuntaba a una "buena sintonía y voluntad de alcanzar un acuerdo por responsabilidad con la reconstrucción, una cuestión de máxima prioridad para ambas formaciones".
Sin embargo, este asunto no es el único lastre con el que los de Feijóo están cargando en Valencia y que se convierte en un condicionante de cara a su estrategia política nacional. El paso atrás de Mazón no solo dejó un balón dividido en el borde del área para el PP en lo referido a tratar de mantener la presidencia de la comunidad autónoma, sino que también está abriendo debates sobre quién debería sucederle como líder de la formación en esta región. Otro elemento más que está haciendo que las miradas se dirijan sobre las filas populares, que no dejan de ver como son obligados a retroceder un paso cada vez que avanzan dos en su intento por recuperar el electorado perdido en favor de los de Abascal.
La renovación de la cúpula del PP en Valencia está siendo otro foco de debate en el seno del partido, donde parece haber una idea clara: elegir una figura que lidere a la formación de manera transitoria y llevar a cabo un cambio efectivo a mediados del año que viene. Es decir, poner un parche con el que solventar el problema lo antes posible y hacer, así, que el foco mediático se dirija a otros asuntos para que la figura de Mazón comience a caer, políticamente, en el olvido y que esta no afecte a las posibilidades del Partido Popular en los comicios autonómicos de Castilla y León, Extremadura y Andalucía.
No obstante, hasta para solucionar este embrollo, aunque sea de forma provisional, está habiendo problemas entre los populares. Concretamente, en las filas valencianas, donde según se ha podido conocer existe una división que, lejos de simplificar la elección dando solo dos opciones, pone tres nombres sobre la mesa: Vicent Mompó, María José Catalá y el propio Pérez-Llorca. Más leña para un fuego que está siendo difícil de apagar y que lleva a Feijóo a tener más frentes abiertos de los que quisiera, hallando en cierto sentido hasta fuego amigo, en esta batalla que libra por Vox en la que busca evitar que el PP experimente una caída que no se haya presenciado en muchos años.
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