Los restos mortales del fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera,  han sido exhumados a primera hora de este lunes en la más estricta intimidad. No ha sido hasta cerca de las 9.00 horas cuando, una vez los operarios han finalizado su obra, una comitiva de apenas 80 personas formada por familiares y amigos se han acercado hasta el Valle de Cuelgamuros -antes conocido como de los Caídos-, donde han descansado los restos del político desde hace 64 años tras el traslado solicitado por Francisco Franco. Poco después, cerca de las 10.30 horas, dos coches fúnebres entraban en el reconvertido mausleo fascista para conducir sus restos, dos horas más tarde, hasta la sacramental ubicada en el barrio madrileño de Carabanchel. 

Acusado de conspiración y rebelión militar contra la Segunda República, el líder falangista fue fusilado el 20 de noviembre de 1936 en la cárcel de Alicante. Este lunes, con la exhumación pactada por la familia y el Gobierno en cumplimiento de la Ley de Memoria Democrática, que prohíbe que instigadores del Golpe de Estado, la Guerra Civil y el franquismo reposen en accesos públicos y preeminentes, el Ejecutivo da un paso más en la “resignificación del Valle” en su voluntad de convertirlo en un cementerio civil, tal y como ha reconocido en las últimas semanas el ministro de Presidencia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, encargado de conversar con la familia durante estos meses en los que se finiquitaron los pormenores de esta exhumación, mucho más discreta que la del dictador Franco -apenas lo vitoreaban unas cuantas decenas de nostálgicos, superados en número por los periodistas desplazados al lugar- y que se produce tres años y medio después.

Al filo del mediodía, y con cierta demora por la dificultad de los trabajos de exhumación, los restos de José Antonio Primo de Rivera han sido trasladados hasta el cementerio de San Isidro, donde ha sido enterrado junto a algunos familiares tal y como él mismo dejó escrito en sus últimas voluntades: conforme al rito de la religión católica "en tierra bendita y bajo el amparo de la Santa Cruz". El fundador de Falange descansará al lado de Pilar Primo de Rivera, fundadora de la Sección Femenina de Falange, o su tío Fernando Primo de Rivera y Orbaneja, hermano del dictador que murió en Marruecos durante la Guerra del Rif. El dictador Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, padre de José Antonio, también estuvo enterrado en el recinto ubicado en el distrito madrileño de Carabanchel, pero sus restos fueron trasladados a Jerez en 1947.

Ley de Memoria Democrática

Desde que el gobierno de coalición progresista llegó al poder los ejemplos por evitar cualquier exaltación de la Guerra Civil han quedado constatados. Desde que en 2019 el Ejecutivo exhumó el cuerpo del dictador Franco del Valle de los Caídos, han seguido la misma línea los restos mortales de Gonzalo Queipo de Llano de la basílica de La Macarena (2023). Antes de estos, a los que ahora se suma Primo de Rivera y le seguirán el golpista Milans del Bosch y José Moscardó en el Alcázar de Toledo, en 2016 tuvo lugar la exhumación de los generales Mola y Sanjurjo en Pamplona.

Este lunes, 24 de abril, justo cuando se cumplen 120 años de su nacimiento, ha sido Primo de Rivera quien ha desfilado sin excesiva pompa y propagandismo hasta el cementerio de San Isidro, donde aguardaban cerca de un centenar de nostálgicos que, entre vivas a José Antonio y proclamas falangistas, mostraban su malestar con la familia del exhumado por no haber dado la batalla legal frente al Ejecutivo. 

Este entierro es el quinto desde que fuese fusilado en 1936. Tras su ejecución, fue enterrado en una fosa común en el Cementerio de Alicante junto con otros fusilados, la fosa número 5, fila 9, cuadro 12. Ocupó dos tumbas en este camposanto, ya que pocos días después de la victoria del bando sublevado, el 4 de abril de 1939, Primo de Rivera fue sacado de la fosa común y trasladado a un nicho con todos los honores: nicho 515 de segunda andana, grupo 35.

Su cadáver permaneció en dicho lugar durante unos meses, hasta que el 19 de noviembre de 1939 el dictador Franco ordenó su entierro en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. El féretro fue trasladado desde Alicante a pie a hombros de falangistas, 500 kilómetros que completaron tras diez días turnándose día y noche. Una vez allí, Franco lo recibió y sus restos fueron enterrados a los pies del altar mayor de la Capilla de los Reyes, lo que generó molestia en el sector monárquico del régimen. 

En marzo de 1959, con la finalización de la construcción del que fue el gran mausoleo franquista, el Valle de los Caídos, hoy día renombrado como Cuelgamuros, Franco mandó el traslado de los restos a un lugar de honores de la basílica, en el centro, bajo una lápida con una cruz y solo con el nombre de 'José Antonio'. 

El dictador, a través de una carta dirigida a los familiares, expresó su deseo de trasladar los restos mortales del líder falangista en los siguientes términos: “Terminada la grandiosa basílica del Valle de los Caídos, levantada para acoger a los héroes y mártires de nuestra Cruzada, se nos ofrece como el lugar más adecuado para que en ella reciban sepultura los restos de vuestro hermano José Antonio, en el lugar preferente que le corresponde entre nuestros gloriosos caídos”.

 “Levantada, como decís, la basílica del Valle de los Caídos para acoger a los héroes y a los mártires de nuestra Cruzada, nos parece justo y nos honra vuestro designio de depositar en ella los restos mortales de nuestro hermano”, contestaron Pilar y Miguel Primo de Rivera.

Un traslado tranquilo

Pocos han sido los curiosos que se han acercado hasta el cementerio de San Isidro para recibir el cuerpo del fundador de Falange. Pese a que el partido manifestó su voluntad de hacerse notar tanto este lunes como a lo largo de la semana, la exhumación se ha producido con toda la discreción reclamada tanto por la familia como por el Ejecutivo -con la salvedad de unos breves disturbios que han propiciado la detención de dos agitadores-.

No obstante, Falange no descarta salir a las calles en recuerdo de José Antonio. De hecho, desde las cuentas oficiales de la formación falangista en redes sociales han avisado de estas movilizaciones: “El lunes próximo se consumará la ignominia. Los herederos de los que asesinaron a José Antonio obligarán al traslado de sus restos mortales, casi nueve décadas después. En los próximos días anunciaremos la convocatoria de un acto de homenaje en la nueva ubicación del cuerpo del fundador de Falange Española”.

Si bien los ejemplos de apoyo al fundador de Falange no son muchos, con los partidos de izquierda apoyando la decisión en el ejercicio del cumplimiento de la reparación de la Ley de Memoria Democrática, desde Vox sí que han querido volver a atizar al Ejecutivo por lo que entienden como una presión electoralista y que vuelve a desenterrar odios entre españoles: “¿Qué hace el presidente del Gobierno cuando tiene problemas? Desentierra muertos. Este lunes, de nuevo, sacarán a una persona que descansaba en paz y que fue fusilada por el bando socialista. Antes de su fusilamiento, José Antonio dijo unas palabras irreprochables: ojalá fuera mía la última gota de sangre vertida entre españoles”, indicó este mismo domingo el presidente de la formación, Santiago Abascal, durante un mitin en Palma de Mallorca.

“Pues bien, no les vale ni con eso. Han decidido presionar a la familia antes de que el Gobierno profane su tumba. Nosotros queremos respetar y reivindicar a todos los españoles que lucharon, a veces de forma equivocada, pensando que hacían lo mejor para este país”, sentenció el dirigente.

El Gobierno, satisfecho

Han sido varios los ministros que han aplaudido cómo se ha desencadenado y tramitado el traslado de los restos del líder falangista. Tanto la parte morada de la coalición como la socialista no han dudado en insistir en el valor de la reparación de este tipo de históricas exhumaciones: "Se está cumpliendo con la legalidad y terminando con una anomalía histórica", ha señalado la vicepresidenta segunda, ministra de Trabajo y líder de Sumar, Yolanda Díaz

En la misma línea se ha posicionado la secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra: "Es una buena noticia. Los fascistas deben ser sacados de los mausoleos".