Los castings para seleccionar a los futuros inquilinos de una vivienda en alquiler es la última tendencia o moda en las ciudades con una oferta reducida y una demanda desbordada como son Madrid, Barcelona y otras urbes del litoral mediterráneo. La maquinaria capitalista de exclusión social, esa que busca la excelencia a cualquier precio, encuentra nuevos mecanismos para favorecer la desigualdad.

Ya no basta con acudir a una agencia inmobiliaria, demostrar que se está en condiciones de pagar el alquiler estipulado por el arrendador tras haber presentado las nóminas de los futuros ocupantes y aceptar las condiciones cada día más exigentes de los propietarios. Los aspirantes a la vivienda elegida tienen que presentar un dossier con sus perfiles personales, que serán estudiados y comparados con las otras candidaturas interesadas y elegidos con arreglo a unos criterios secretos y subjetivos.

Como en todo casting que se precie hay que presentar una biografía personal lo más atractiva posible, un video de presentación mejor que un folio con foto, un funcionario o funcionaria puntúa más que un trabajador/a de una empresa privada. Como en este país independizarse es una meta lejana, los jóvenes comparten piso mayoritariamente y el casting del que venimos hablando se extiende a los tres o cuatro ocupantes futuros del inmueble.

No hay plazo de respuesta transparente para saber si se ha obtenido el placet o no. La frustración aumenta cuando los demandantes se han visto excluidos en más de un casting y ya no saben qué hacer más para superar los futuros procesos de selección. 

En el contexto actual es lógico que aumente el malestar juvenil, se deteriore la salud mental y crezca el estrés ante la imposibilidad de cambiar las injustas reglas del juego. La falta de una oferta pública de viviendas en alquiler, la gentrificación de los cascos urbanos por el aumento desmedido de los pisos turísticos y la falta de controles e inspección sobre el mercado inmobiliario son los factores que abonan este nuevo problema al que los poderes públicos no saben o no quieren encontrar solución.

La respuesta neoliberal de la derecha y la ultraderecha ya la conocemos, se oponen a las medidas adoptadas por el Gobierno de coalición en relación con la vivienda y los límites a los incrementos de los alquileres, pero sin proponer soluciones alternativas, como se vio en el debate a dos entre Sánchez y Feijóo.