La Audiencia Nacional solicitó al Tribunal Supremo que el ex ministro de Transportes José Luis Ábalos sea imputado en el caso Koldo. Después de trascender la noticia, el ahora diputado del Grupo Mixto, en declaraciones al diario El Mundo, se pregunta por “qué jefe de una organización criminal se corrompe por 77.000 euros” después de haber manejado un presupuesto de 13 millones de euros al año. El que fuera mano derecha de Pedro Sánchez cree que está capacitado para “defenderse de todo”, siempre y cuando “prevalezcan sus razones” y no se orbite sobre “las conjeturas” de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO).
Y es que, según Ábalos, el planteamiento de los agentes es de todas inverosímil. Bajo su punto de vista, sería “el corrupto más cutre” de la historia si hubiera aceptado la cantidad de 77.000 euros como sobornos tras otorgar contratos por valor de “miles de millones”. “Sólo en trenes licité 10.000 millones”, profundizó el ex ministro de Transportes, que insiste en negar haber recibido tales cuantías pese a que los investigadores así se lo atribuyen.
Así las cosas, el ex número tres del PSOE entiende que la exposición del magistrado “se limita a trasladar los argumentos de la UCO y, por lo tanto, no me están dando datos sino conjeturas”. Aunque ve una parte positiva en la investigación y es que también ésta se ha ido acotando paulatinamente, así que si sus explicaciones “prevalecen” no es del todo negativo para él. “No veo nada nuevo a lo que ya había visto hasta ahora en la causa”, expone al citado medio.
Jéssica, el chalé y el apartamento
Las últimas informaciones que se desprendían de la investigación apuntaban a un chalé en Cádiz sufragado por la trama Koldo, así como el apartamento de su novia en Madrid. En este sentido, Ábalos puntualiza que el primer inmueble no fue un regalo y señala directamente a los agentes de la UCO, a quienes acusa de haber suprimido parte de las conversaciones sobre esta cuestión para atribuirle la propiedad de la vivienda a través de un contrato de alquiler inexistente.
El ex titular de Transportes explica que en el chalé estuvo “como mucho” tres veces y que, a su vez, habría dejado de abonar 5.000 euros. “Es una cifra ridícula si se dice que me estaba comprando un contratista público que se acababa de llevar millones de euros por mascarillas”, argumenta Ábalos en alusión al empresario Víctor de Aldama, presunto cabecilla de la trama y actualmente en prisión por cuestiones ajenas a la misma. “Es verdad que cuando ya no me interesaba intenté recuperar la cantidad que había pagado inicialmente, pero comprobé que no se podía subalquilar y nunca lo hice”, sentencia.
Ábalos: se limita a trasladar los argumentos de la UCO y, por lo tanto, no me están dando datos sino conjeturas
En paralelo, en alusión al arrendamiento de un apartamento por parte de otro empresario de confianza de Aldama destinado a la pareja del exministro en la Torre de Madrid, Ábalos mantiene el mismo discurso e idéntica conclusión: no es un soborno. De hecho, argumenta que la relación con ésta por aquel entonces habría terminado.
Así, en este sentido, expone que conoció a Jéssica Rodríguez por su asesor personal Koldo García. Si tras la ruptura con la joven, su hombre de confianza quiso ayudarla con el pago del alquiler de la vivienda en cuestión ya es un asunto “entre ellos”, dado que tenían una “relación de amistad desde hacía mucho tiempo”. De hecho, el exministro remarca que tras la separación García y Rodríguez continuaron con dicha amistad.
Por otro lado, aunque también vinculado a Rodríguez, Ábalos niega que la colocación “con un contrato de auxiliar administrativa en prácticas” de Jéssica en una empresa pública. No considera siquiera que comporte un hecho delictivo, dado que la contratación de personal de confianza es algo habitual en el marco de las administraciones públicas. Es más, liga esta contratación a la relación de Koldo con la mujer, haciéndola extensible a su hermano Joseba García.
Intervención de Air Europa
Por otro lado, Ábalos echa balones fuera con respecto a otras cuestiones sobre las que pivota la investigación, como el rescate de la aerolínea Air Europa. “¿Cómo no me iba a mover para ayudar a esa compañía si es la primera empresa aeronáutica española? Claro que me moví para ayudarla”, sostiene el exministro, quien minimiza la contratación de mascarillas en comparación con la actividad de su ministerio, reduciéndola a “pequeños contratos” y sin restringir ofertas o predefinir precios.
El exministro de Transportes quería las mascarillas a cualquier precio: “Me daba igual a quién se las compráramos. Elegir a las empresas no era, además, mi función”. De esta manera, se desvincula de la contratación de Soluciones de Gestión, empresa sobre la que pivota todo el caso Koldo, y aprovecha para afear a la Guardia Civil no haber tenido en cuenta los dictámenes del Tribunal de Cuentas que avalaron dichas contrataciones. Por lo tanto, a su juicio, los primeros coletazos de la investigación podrían estar “viciados” para dirigirla contra su persona.