En su declaración, el ministro reconoce que es propietario de las dos empresas que señaló este periódico. Una es Krainem S.U.L., con un valor de 71.985,34 euros, y la otra es Feldestein S.U.L., que arroja unas pérdidas de 117.069,44 euros. Además, tiene un 25% de un fondo de acciones en bolsa que le ha reportado 2.942,25 euros.
Sin embargo, a estos datos hay que unir el saldo que las dos empresas unipersonales disfrutan y que Méndez de Vigo podría hacer efectivos en cualquier momento. Krainem, que es una empresa de asesoramiento jurídico, cuenta con un saldo en caja de 43.948,78 euros, mientras que su empresa de hípica cuenta con 219.652,99 euros.
A todo esto, hay que sumar una estrategia fiscal cuestionable por los bienes que Méndez de Vigo imputa a sus empresas. Por una parte, tiene un piso bajo que es propiedad al 100% de Krainem. Pero también un coche, en concreto un Jaguar, que adquirió en 2008 pero que está puesto a nombre también de Krainem.
Además, Méndez de Vigo es propietario al 25% de la Cuadra el Herrojo que participa en carreras de equitación y que en este ejercicio arroja un déficit de 7.310 euros.
El artículo 13 de la ‘ley reguladora del ejercicio del alto cargo de la Administración General del Estado’, que fue aprobada con fecha de 30 de marzo de este año y actualizaba la anterior ley de 2006, especifica que “los altos cargos ejercerán sus funciones con dedicación exclusiva y no podrán compatibilizar su actividad con el desempeño, por sí, o mediante sustitución o apoderamiento, de cualquier otro puesto, cargo, representación, profesión o actividad, sean de carácter público o privado, por cuenta propia o ajena”.
De hecho, la empresa Krainem, de asesoramiento jurídico, es la continuación de una empresa fundada en 2006 con José Manuel García Margallo, el ministro de Exteriores en funciones, quien la abandonó en 2012 por la incompatibilidad de su cargo. Algo que, por lo visto, Méndez de Vigo no ve necesario.
La actividad no habría sido compatible con su cargo de secretario de Estado de Exteriores, que ocupó desde 2011. Pero menos aún con su cargo de ministro de Educación, Cultura y Deporte, pues el negocio de la hípica estaría afectado por su gestión. O, al menos, sería éticamente reprobable.