Hace ya 38 años, el 29 de octubre de 1986, daba a conocer su decisión de dimitir el que fuera primer presidente del Gobierno de Castilla y León, el socialista Demetrio Madrid, al conocer su procesamiento por un presunto delito social a consecuencia de la querella presentada por varias trabajadoras de la empresa textil que había vendido al llegar al cargo, delito del que fue absuelto cuatro años más tarde, pero que abrió la puerta al entonces diputado por Ávila y presidente de Alianza Popular en la comunidad, José María Aznar, y cambió hasta el día de hoy el rumbo político del territorio.

De Madrid se ha destacado en estas décadas su dignidad, abandonando la presidencia de una comunidad autónoma que el PSOE apenas pudo mantener seis meses tras su prematura renuncia, a la que se encaramó Aznar, catapultado al poder en las elecciones de mayo de 1987 sin que la constatación posterior de la inocencia del expresidente por el Tribunal Superior de Justicia sirviera para restituir jamás un gobierno de izquierdas.

Una sentencia absolutoria “casi laudatoria”

Pocas similitudes encuentra quien encabezó pocos años después, en 1991, la candidatura socialista a la Presidencia de la Junta, Jesús Quijano, entre el caso de Madrid y la situación que se abre ahora ante el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez: en primer lugar porque en este caso, señala en declaraciones a elPlural.com, no es el propio presidente el objeto de la andanada judicial y en segundo lugar, porque en el caso de Madrid, que trataba de un conflicto laboral, la oposición “sólo utilizó el asunto a posteriori”, afirma Quijano. De hecho, quien también fuera secretario general del PSOE en aquellos años 90 recuerda la deslealtad de José María Aznar, que al conocer la noticia de la dimisión por boca del vicepresidente se apresuró a subirse al carro del protagonismo amenazando con una moción de censura si el presidente no dimitía.

El historiador Enrique Berzal rememoraba hace años en El Norte de Castilla aquella historia subrayando la rotundidad de los términos de la absolución en la sentencia de la Sala de lo Civil y de lo Penal del TSJ que después ratificó el Tribunal Supremo: “El fiscal solicitó para él tres meses de arresto y 300.000 pesetas de multa por descuidar la dirección de su taller. Sin embargo, en enero de 1990, la Sala de lo Civil y de lo Penal del TSJ dictó sentencia no solo absolutoria, sino incluso laudatoria para Demetrio Madrid, pues venía a decir que se excedió en sus obligaciones laborales. Sentencia ratificada por el Tribunal Supremo en 1993”.

En los mismos términos se expresa Jesús Quijano: “Los pronunciamientos de la sentencia fueron muy favorables, porque destacaba la falta de intencionalidad en las acciones del expresidente, que cedió la empresa para evitar incurrir en incompatibilidades una vez llegó al cargo y no tuvo intención de perjudicar los derechos de las trabajadoras. Podría decirse, incluso, que los términos eran laudatorios”.

Sin embargo, el paso estaba dado y el daño, hecho. El Partido Socialista, que había sufrido la dimisión de un presidente en el Gobierno autonómico, que después había nombrado como sustituto a uno de los consejeros, José Constantino Nalda, y designado, por último, candidato a las elecciones de mayo a un tercero, Juan José Laborda, perdió el pie en Castilla y León, a pesar de que Aznar y Laborda empataron en número de procuradores y fueron sólo dos independientes de Burgos y Segovia los que inclinaron la balanza hacia Aznar en segunda votación.

Un escenario distinto

A la pregunta de si la decisión de dimitir de Demetrio Madrid fue un error, Quijano entiende que no la tomó solo. “El partido se encontró con un auto de procesamiento que le daba al asunto un cariz complicado y la continuidad era complicada de sostener, pero ahora no se dan las circunstancias”, dice, en referencia a la apertura de diligencias contra la esposa del presidente, “no hay materia, sería desproporcionado”, y añade: “igual que el juez ha abierto diligencias, lo puede archivar en una semana”.

El escenario, insiste este jurista y político, ya retirado, pero que fue la cara visible del PSOE de Castilla y León y su apuesta durante una década, es ahora completamente distinto.

“Todo ha cambiado mucho en estos años”, reflexiona. A pesar de la deslealtad de Aznar ya entonces, “esto de ahora es una pelea política, una inquina, un ‘voy a por ti’, un ambiente emponzoñado sobre el que el presidente está dando un toque de atención entendible, porque esto no puede seguir así; hay que dar un golpe en la mesa contra esta agresividad y este ambiente general de crispación”.

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