La extrema derecha ha conseguido materializar sus aspiraciones. La irrupción en Andalucía marcó un antes y un después dentro del paradigma del juego político español, los 12 parlamentarios cosechados sorprendieron a los analistas, incrédulos ante la llegada de la extrema derecha en España. Desde el principio, obtener poder orgánico y relanzar la marca en la carrera de fondo de sus aspiraciones era la clave. Para ello, ser notorios y no relegados al papel del ostracismo era sumamente importante. Foto, reuniones y ruedas de prensa conjuntas. Ya nadie duda que los ultras se han convertido en pieza clave del bloque de la derecha.

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Una foto vale más que mil patrañas

Ciudadanos ha sido el más escéptico hasta ahora. Siguen siéndolo, al menos frente a las cámaras. Encuentros secretos en hoteles madrileños entre Aguado y Monasterio, Rivera desdiciéndose y alegando que la vicesecretaría tercera cosechada por Vox en la Asamblea de Madrid no significaba que hubiera acuerdos y, por último, logos y firmas compartidas aceptando las condiciones impuestas por los de Abascal en los Presupuestos andaluces.

El documento no deja margen a la duda de que el ideario de la extrema derecha ha venido para quedarse. Tanto es así que el término escogido es “violencia intrafamiliar” y no “violencia de género”, se procede a la “revisión de la nomenclatura de transversalidad de género en favor de la inclusión del concepto igualdad en las políticas presupuestarias”, se delimitan “las actuaciones en materia de memoria democrática” y se destinan más fondos para la lucha contra la inmigración irregular.

Una serie de ideas muy vinculadas a la hoja de ruta establecida por los ultras. Aquello de que la Junta de Andalucía está comandada por PP y Ciudadanos sirviéndose de los votos de Vox, sin incluirlos en la mesa de negociación programática, se desmonta leyendo la cantidad de medidas (34 en total) firmadas conjuntamente y que obligan al cooperativismo en la forma de proceder.

La simbología también se abrió paso ayer en el sur. Se reeditó la foto de Colón (realizada por el fotoperiodista Paco Puentes), las tres derechas se dieron una cuantía de apretones de mano nada desdeñables, las ovaciones se apoderaron de la sala y el secretismo tornó en jolgorio.