Dicen que el tiempo hace que se pierdan los recuerdos y que, con la distancia, los cosas se ven de otra manera. Por eso, en España somos mucho de elogiar al muerto, independientemente de lo que haya hecho en su vida. Un ejemplo claro lo encontramos en Rita Barberá y el Partido Popular. Mientras que la exalcaldesa de Valencia se mantuvo con vida, no fueron pocos los ataques a los que se vio sometida por parte de sus propios compañeros. Posteriormente, tras su fallecimiento, éstos críticos hicieron buena la frase de "donde dije digo digo Diego"

Una de las personas que se han mantenido siempre en el bando de Barberá ha sido María Dolores de Cospedal. La exministra de Defensa ha defendido con uñas y dientes el legado de la valenciana, pese a todo y a todos. El último alegato a favor de su íntima amiga lo pronunció en el Congreso Nacional del PP de la semana pasada, en la que Pablo Casado salió escogido como nuevo presidente popular al imponerse a Soraya Sáenz de Santamaría gracias a los votos de los compromisarios. 

Cospedal se presentó como candidata a la Presidencia del partido, pero no logró pasar a la segunda ronda en las primarias del PP al quedar tercera en las votaciones, tras Sáenz de Santamaría y Casado, respectivamente. Pese a ello, sabía que en sus manos poseía la llave para desequilibrar la balanza. Y usó todo su poder para posicionarse a favor de Pablo Casado y vengarse de esta manera de su enemiga íntima en el partido. 

Sin embargo, al adoptar esta decisión que acabó siendo decisiva para la victoria del exvicesecretario de Comunicación del Partido Popular, de alguna manera traicionó a su amiga Rita Barberá. Y es que, Casado fue uno de los políticos populares más duros y críticos con la exalcaldesa de Valencia. "No tiene dignidad", llegó a aseverar el flamante nuevo líder del PP. Asimismo, pidió a la valenciana que reflexionara sobre si aportaba algo al partido y le señaló la puerta de salida: "Hay vida fuera de la política, que cada uno haga un ejercicio de reflexión"