Si quedaba alguna duda sobre el ministro de Justicia, Rafael Catalá, por su dedicación preferente a proteger al Gobierno, el Grupo de Estados contra la Corrupción lo ha dejado claro. España presenta un cumplimiento globalmente insatisfactorio en dos temas clave: la independencia judicial y la corrupción. Es decir, al ministro le importa más proteger a Rajoy Brey y a los privilegiados veteranos del PP, que su propio negociado.

Y es que no hay tiempo para todo. Cuando se dedicaba al negocio del juego no iba tan agobiado. Este Grupo, dependiente del Consejo de Europa, integrado por 48 países europeos y Estados Unidos, se ha ocupado con especial intensidad de un tema que venimos denunciando reiteradamente en ElPlural: el de la injerencia del Gobierno en la Justicia.

Al ministro le importa más proteger a Rajoy Brey y a los privilegiados veteranos del PP, que su propio negociado

Ha lamentado la falta de medidas por parte del Ejecutivo central en tareas que ya estaban pendientes: como el sistema de nombramiento de los componentes parte del Consejo General del Poder Judicial o los presidentes de tribunales provinciales, autonómicos, de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo. Es decir el alto mando de la judicatura. El Consejo de Europa también ha denunciado la forma del nombramiento del Fiscal General del Estado y la falta de transparencia en sus relaciones con el Gobierno.

El informe también ha subrayado que, para luchar eficazmente contra la corrupción, las autoridades políticas no deberían intervenir en “ninguna de las etapas” del proceso de designación de los magistrados. Requisito que, consideran, no se está cumpliendo. También ha llamado a capítulo sobre la nula atención a las advertencias ya realizadas sobre las que no se ha reflexionado para mejorar la situación.

Si tuviera vergüenza, el Gobierno debería al menos sonrojarse. Pero no parece que acurra a la vista de los hechos. Los de Rajoy supeditan todo a la fundamental tarea de sortear el escollo judicial que afecta al Partido Popular en materia de corrupción, y en esa labor no dudan en echar mano de la Justicia o de lo que haga falta.

Si tuviera vergüenza, el Gobierno debería al menos sonrojarse. Pero no parece que acurra a la vista de los hechos

Orquestaron tres juicios contra el juez que destapó la trama Gürtel para intentar que si no caía en uno cayera en otro, como así ocurrió. Realizaron todo tipo de maniobras para intentar zafar a los directamente investigados por la corrupción. No descansaron hasta situar en los lugares oportunos a quienes de forma más comprensiva podían aplicar la Justicia. Y a todos sorprende el baile de jueces que se desarrolla ahora en la Audiencia Nacional con cambios insospechados pero casualmente favorables al PP. Todo este esfuerzo tiene lugar cuando está a punto de caramelo el juicio de los papeles de Bárcenas y la famosa caja B del PP. Y, claro, el tiempo apremia.

Señor Catalá, cada vez queda más en evidencia que su Ministerio ni siquiera guarde las formas. Más parece, que usted actúa como un bien mandado del Gobierno protegiéndolo a él y al PP de la acción de la Justicia. Podemos imaginar donde archivarán el informe del Consejo de Europa…