Brasil es también el país invitado para la sección (S8) Contemporáneo. Como complemento de las proyecciones del archivo histórico comisariada por Lila Foster, dos sesiones dan una visión de la actualidad a través de cineastas/artistas brasileños contemporáneos.
DISTRUKTUR
En la primera sesión hemos podido ver cuatro trabajos de DISTRUKTUR, dúo de artistas compuesto por Melissa Dullius y Gustavo Jahn, cuya colaboración se remonta a 1999 en Brasil y se consolida en 2007 en la ciudad de Berlín, en donde siguen trabajando. Cine, fotografía, música, perfomance e instalación son sus campos de trabajo, demostrando que su creatividad se abre hacia diferentes formas de expresión que, en sus trabajos cinematográficos, se hace evidente.
En Éternau, de 2006, miran a La Chinoise de Jean-Luc Godard llevando a cabo un trabajo de reescritura o reinterpretación en la que el color surge como base formal de una historia de aliento combativo alrededor de unos Arqueólogos Mercenarios que llevan a cabo un viaje en el que las coordenadas espacio-temporales se borran. Un trabajo desbordante y sin límites imaginativos llenos de resonancias artísticas y cinematográficas.
Con Don’t Look Back / Laberinto, de 2012 trabajan alrededor del cuerpo, de lo físico, y del movimiento y el tiempo. Tres cuerpos que se mueven en la misma dirección evocando tiempos diferentes para converger en una doble paradoja o posibilidad, que sean el mismo cuerpo en un mismo tiempo, borrándose, entonces, su presencia en un momento determinado y eliminándose las limitaciones de pasado, presente y futuro convergiendo en un único tiempo indeterminado pero existente.
In The Traveller’s Heart, título apropiado de un poema de Leonard Cohen, y rodado en 2013, DISTRUKTUR nos presenta a una figura extraña, una especie de caballero que camina, sin que sepamos hacia dónde va y qué persigue, por el mar, el bosque y las montañas nevadas en un recorrido totalmente desprovisto de épica. Su itinerario se ve afectado de ocasionales paradas. A cierta distancia, aparece una figura casi idéntica a él que emula sus movimientos. A través de un trabajo pictórico con referencias a varios pintores, el dúo nos introduce en una cruzada personal de un hombre que posee una vestimenta y una pose que recuerda tanto a un cruzado medieval como a un samurái, relacionándose con el paisaje que transita, conquistándolo con su presencia pero, a su vez, siendo conquistado por él.
Paraiso Do Concreto
Bajo el nombre de “Paraiso Do Concreto” se han agrupado en la segunda sesión diferentes trabajos de cineastas brasileños de los últimos años que retoman el carácter de cine de vanguardia en una incansable búsqueda formal desde diferentes dispositivos e ideas.
O Inverno De Željka (2012), de Gustavo Beck, el cineasta plantea un viaje en blanco y negro y mudo. Un viaje que comienza en un tren a través de la Europa del Este por sus paisajes nevados hasta llegar a un pueblo croata. Allí se detendrá para mostrarnos un mercado, una procesión y, después, introducirse en un hogar en el que una pareja de ancianos tranquilamente disfruta de su cotidianidad. Finalmente, la imagen de una mujer poco a poco va quemándose en el celuloide. Un viaje que va de lo general a lo concreto, de lo externo a lo interno.
En Sacris Pulso (2008), Ana Vaz también propone un viaje urbano en un sentido diferente. Mezclando metraje encontrado y fragmentos de la película Brasiliáros, inspirada por la crónica de Clarice Lispector sobre Brasilia, Vaz crea un relato personal e íntimo en el que la ficción se introduce, por momentos, en la realidad. Un viaje melancólico por el tiempo para ir borrando la distancia entre futuro y pasado porque, como se dice en un momento determinado, “el futuro ya ha ocurrido en el pasado”. Un cortometraje apasionante asentado en un inteligente trabajo formal.
El dúo Strangloscope (Claudia Cardenas y Rafael Schlichting) también ha presentado un trabajo en el que el tiempo, y su ruptura, tienen un papel determinante en su narración y en su trabajo formal. Time Gap (2014) aunque rodada en Super 8 es pasada a video, procedimiento que no resulta caprichoso: ya crean con el trasvase la unión de dos formas diferentes de rodar, dando como resultado una imagen muy particular. Porque de alguna manera toma el original como negativo y lo vuelve contemporáneo. Trabajando la imagen ya rodada con lo digital, el dúo busca un trabajo casi primitivo en nuestra era, lo cual queda ampliado con el paisaje en el que se ha rodado el corto, la ciudad de Detroit, tras la crisis, una urbe desolada y desoladora, muestra de la caída de la ciudad icónica del capitalismo norteamericano. Pero a su vez, evoca un videoclip del grupo The Smiths mediante un trabajo combativo entre la aceleración y la desaceleración y la repetición de imágenes para acabar, en efecto, creando un agujero temporal en el que la imagen cinematográfica ya no puede ser una imitación de la realidad.
También del dúo se ha podido ver por primera vez Child World (2015), magnífico trabajo en el que a partir de imágenes de archivo tanto en diapositivas como en fotografía, utilizando la técnica digital, los autores crean un cortometraje que ataca de frente el capitalismo norteamericano realizando una película collage en el que la imagen va deconstruyéndose para acabar formando imágenes que se asimilan a distintos formas artísticas como el cubismo o la abstracción.
Helder Martinovsky en Project 3 (2015), en cambio, crea un cortometraje en el que el paisaje poco a poco va desdibujándose hasta convertirse en una mancha, en una forma abstracta apenas reconocible que, a pesar de su blanco y negro, gracias a las texturas con las que trabaja, recuerda a esos cuadros impresionistas en los que las manchas de color daban forma al paisaje y no tanto su mediante el dibujo. La música disonante acompaña el desvanecimiento de las formas en una excelente armonía entre imagen y partitura.
Visäo 2013 para Roberto Piva (2013), de Priscyla Bettim, y O cinema segundo Luiz Rô (2013), de Renato Coelho, aunque diferentes podrían formar un interesante díptico por su planteamiento. En la primera, Bettim trabaja el Super 8 para en una visión enérgica y dinámica introducir la ciudad de Sao Paulo y su reflejo a través de una sucesión de imágenes que dedica finalmente al poeta Roberto Piva, poeta de visiones alucinadas como la propia visión de la ciudad que presenta el corto, un recorrido alucinógeno de urbe que recoge el relevo de la poesía de Piva en forma de imágenes. Por su parte, Coelho lleva a cabo un homenaje a Luiz Rosemberg Filho, cineasta de la vieja guardia brasileña cuyo espíritu transgresor y libertario es absorbido por un nuevo cineasta, dejando clara la existencia de una herencia.