Rizha (Argentina, 1999) es básicamente mocatriz. Desde su desembarco en la industria de la mano de su álbum debut, Finally, creado íntegramente por ella a los 16 años, se la ha catalogado como un prodigio. Después de haber compaginado sus proyectos musicales con todo su rol de actriz, la cantante habla con ElPlural sobre su nuevo disco, God Loves Latinas

Pregunta (P): Cuéntanos qué hay detrás de God Loves Latinas.

Respuesta (R): Es un proyecto que mezcla los recuerdos de mi infancia en Argentina y las cosas que viví en España. No me siento parte de ninguna de las dos culturas. Tengo muchos recuerdos de Argentina, aunque me fui pronto a España, pero sigo sin estar involucrada del todo. Hablo con mis amigos de aquí y no sé qué es La que se avecina (ríe). 

P: Pasas del techno al reggaeton. 

R: En ese momento estaba tratando de hacer cosas con reggaeton. Antes había probado con tango y otros estilos, y pensaba: ¿con qué lo puedo mezclar? Siempre me ha gustado mucho el witch house, así que empecé a meter loops de reggaeton, apagando las baterías que usaba en mis temas más ambientales, para ver qué pasaba. Y de repente funcionó increíblemente bien. Había intentado hacer reggaeton hace tiempo, pero sentía que los vocales no encajaban del todo en ese estilo, pero ahora sí.

P: Además te lanzas además a un género muy importante en latinoamérica como es el neoperreo.

R: Es un género que he escuchado mucho. Lo inauguraron Tomasa del Real y Lizz desde Chile. Las vi a las dos en directo en 2022 y me quedé enamorada. Se quedó pendiente hacer algo así, y ahora lo he hecho.

P: Precisamente Lizz ha dicho en entrevistas que el neoperreo es el reggaeton hecho por y para mujeres. 

R: Nace como contra femenina del reggaeton clásico, para bailar nosotras. Además, se mezcla con una estética emo. Hay un montón de pibas que son emo pero también mueven el culo. Es lo mejor de los dos mundos, gótico y latineo, yo quiero ir a fiestas así.

P: En 30 under 30 utilizas el sample de Tu sicaria de Miss Nina, un tema precursor de todo esto. Menudo homenaje.

R: Es un icono de nuestra generación, literalmente, son gente que ha marcado un montón, especialmente en Argentina. Ese tema lo trabajé con mi hermano, y fue el que me dio la idea de meter el sample de Sicaria. Me pareció una idea buenísima.

P: Hay referencias de todo tipo, como en Playboy, donde también metes cumbia.

R: Estuve buscando el sonido original que se usaba en la cumbia de esa época, pero no lo encontraba por ningún lado. Después de meses buscándolo cuando ya me había rendido, me apareció en TikTok un chico mostrando el sonido, y fue como una especie de señal divina. Pensé, "esto ha sido dios dándome el plugin".  Ese día estuve tocando con mis amigos, probando cosas nuevas, y todo sonaba tan real que fue una experiencia increíble. Por eso le tengo tanto cariño a ese proyecto. Quiero seguir haciendo cumbia, pero una cumbia auténtica, más cercana a la esencia original.

P: Siguiendo con esa intervención divina, me ha llamado mucho la atención que hayas utilizado el título de rerum natura para un tema. 

R: Yo estudio filosofía. Estudiamos el libro, que se traduce por las cosas de la naturaleza. Aprendimos que por ese libro Giordano Bruno tuvo un sueño en el que se le ocurrió la idea de que el mundo no era una cúpula de estrellas y de planetas, sino que era infinito.
Después se fue a las iglesias italianas diciendo Your God is not big enough/ Tu dios no es lo suficientemente grande. Escuché la historia y me pareció loquísimo. Me quedé con ese título porque me gustaba muchísimo ese libro. La canción surgió con una intención muy costumbrista, quería hablar de una relación a través de cosas cotidianas, de pequeños momentos que ocurren dentro de ella. Uní esas dos ideas: las cosas de la naturaleza y las cosas que simplemente suceden de manera natural. 

P: ¿La idea de divinidad contrasta con la estética del resto del álbum?

R: Realmente forma parte de un todo, de un cúmulo de referencias que nacen de experiencias de mi vida, cosas que se me han quedado instaladas en la cabeza. 

P: Compones, cantas y produces. ¿Cómo surge?

R: Cualquier persona que quiera producir tiene a su alcance una cantidad enorme de tutoriales hechos por los mejores productores que puedas imaginar. Hay horas y horas de streamings de Skrillex y Getter, incluso cosas antiguas de Timbaland o Paul Williams. Tienes material de todos los tipos, para aprender composición, entender qué cosas funcionan juntas, qué crea una relación entre piezas en el oído, o sobre producción y técnicas en sí. En mi caso, cuando empecé a profesionalizarme como artista, mi rol era cantar, pero me moría de ganas de salir corriendo del estudio para ver qué estaban toqueteando los productores. Siempre me ha gustado más ese lado. Es como aprender un idioma: al principio cuesta traducir lo que tienes en la mente, qué sonido te gusta y cómo lograrlo.

P: Alguna vez has dicho que ser mujer productora puede llegar a ser solitario. ¿Sigue siendo así?

R: Cuando era más chica lo vivía todo con más intensidad, porque recién me estaba chocando con cosas como la idea de que da igual lo mucho que una intente evitarlo, que siempre te van a mirar de cierta manera o ponerte etiquetas de “mujer". Cuando me topé con eso de adolescente pensaba cosas como, “Si yo soy más fuerte o tengo más talento que este hijo de puta de 40 años, ¿por qué a mí no me hacen caso?”. En la música pasaba lo mismo. Me sentía encerrada en ese rol de performer y vocalista, y ya está. El aparato técnico, la música, las partes de producción, siempre eran cosa de hombres.

P: ¿Y ahora?

R: Cuando era adolescente lo vivía con más intensidad. Ahora soy más mayor y ya no soy tan confrontativa, así que quizá no lo noto tanto. Y por otra parte, creo que el panorama está un poco mejor. Ahora la figura del productor está más diluida,  ya es más normal que sea un chaval random desde su casa. Y si puede ser un chaval random, también puede ser una chavala random. Hoy cualquiera puede hacer música desde su casa, coger un beat o usar un programa. Esa idea de crear desde tu habitación está mucho más aceptada, y eso facilita las cosas. Pero cuando era más pequeña esa realidad me chocaba mucho y me llevó también a rechazar de alguna manera lo que se entiende dentro de la industria como femenino, a querer separarme de ello. 

P: En el disco tiene mucho peso la sensualidad. ¿Cómo te relacionas ahora con lo que se considera femenino?

R: Casi todas hemos pasado por esa etapa en la que dices: “ya no me gusta el rosa”, como si rechazar lo femenino te hiciera especial. Y eso es un síntoma de algo más profundo, de cómo se nos trata de forma diferente, simplemente por ser mujeres. Cuando eres pequeña, hay un momento en el que todo cambia. Vuelves al colegio y notas que tus amigos ya no te tratan igual, que no juegas como antes. Y te preguntas: ¿qué está pasando? Empiezas a notar que te excluyen por cosas asociadas a lo femenino, y entonces piensas: “bueno, pues no me gusta eso”. Es una forma de intentar escapar de esa exclusión. Con el tiempo entiendes que no tiene nada que ver con la feminidad en sí, sino con algo mucho más grande, con estructuras que nos oprimen desde fuera. Y ahí llega el momento de reconciliarte contigo misma: decir “me la chupa”, y si quiero ponerme algo rosa, me lo pongo; si me apetece usar tacones, los uso. Aunque antes dijera que no me gustaban, ahora lo hago porque me da la gana. No son ideas que una tenga de forma natural, sino pensamientos a los que te ves obligada a llegar.

P: Casi todas las chicas han pasado por esa etapa de "negación" de ese espectro.

R: De negación, y después de encontrarte con lo que te gusta, no como chica, como persona. Muchas veces, el proceso de convertirse en un adulto funcional tiene que ver con casarse otra vez con todo eso quete llamaba cuando eras chico. Con las cosas que te gustaban antes de escuchar: “no, eso no te va a gustar” o “eso no es para ti". Todas esas cosas que te gustaban porque te despertaban el espíritu más puro que hay. Es por ahí, siempre. 

Mi mamá es una milf, tiene un carácter de mierda, es una bad bitch, y yo estoy en ese camino

P: ¿Ha estado presente esa premisa en el disco?

R: Al cien por cien. Además he tenido muy presente a todas esas mujeres que estaban antes de Internet, y sentí una conexión muy fuerte con las mujeres mayores que yo, especialmente con mi mamá, que siempre ha sido un icono para mí. Es imposible no creerle. Y de repente caí en que hay más mujeres de la edad de mi mamá, que tienen ese mismo conocimiento, esa sabiduría que parece no tener sentido pero que lo explica todo. Entonces empecé a relacionarme más con mujeres mayores, a hablar con mujeres de cuarenta y pico, a recolectar sus ideas, sus formas de ver las cosas. Y eso también me afectó mucho en mi carrera. Fue como volver a enamorarme de mi mamá, y a través de eso volver a enamorarme de la feminidad, de las mujeres como concepto. 

P: De hecho, en el disco hablas de las "milfs". 

R: Viví toda mi adolescencia con mi papá, que no fue lo mejor del mundo, mientras mi mamá estaba en Argentina. Las pasé un poco putas en esa transición de pasar de ser una nena a ser una mujer más. Es jodida esa etapa, sobre todo en relación a los hombres. Pasas de "éramos mejores amigos" y ahora "me parezco demasiado a mi madre". Aunque en el tema de MILF tiene un tono cómico, viene de ahí.  Mi mamá es una milf, tiene un carácter de mierda, es una bad bitch, y yo estoy en ese camino.

P: Te leí en una entrevista hace unos años en la que decías que el hyperpop era el futuro de la música. ¿Cuál es ahora?

R: A mí lo que me gustaba del hyperpop, más allá del sonido, era todo el movimiento que había detrás, sobre todo con las chicas. Sentía que era un empuje cultural, como lo que debió sentirse en los 80 cuando todo se volvió multicolor. En Los Ángeles se vivía como algo súper comunitario, inclusivo, divertido. Era como el drag de la música. Se trataba de llevar todo al extremo, con sonidos metálicos, durísimos. Después cada uno lo llevó a su estilo, pero lo importante no era el sonido, sino esa idea de animarse a ser cringe, de hacerlo en comunidad. Eso se notó muchísimo, la gente empezó a pasarlo bien haciendo música. Las letras eran cualquier pelotudez y aun así eran la polla. Todo era más abierto, más relajado, después de tanto tiempo de intensidad, de profundidad, de depresión. Eso sigue completamente vigente hoy. Mira a todos los chicos que están ahora. Todos hacen lo que les sale de la punta, se divierten, lo pasan bien. Que no es lo mismo que hacerlo en broma o no tomártelo en serio. Ellos se lo toman súper en serio, pero se lo pasan de puta madre, y se nota.

P: ¿El ritmo de la industria choca con esa diversión?

R: Tengo mucha suerte, pero a la vez es una tortura, porque lo hago todo yo: produzco, mezclo, remasterizo, hago las portadas… todo. La parte buena es que puedo ir a mi propio ritmo y no dependo de nadie, así que no me agarra la desesperación de esperar a que alguien me mande algo. Pero también me sube para el orto, porque es autogestión máxima: todo depende de mí, y a veces me paso 20 horas mezclando hasta que ya no escucho nada, me canso, y al día siguiente me suena horrible. Tengo que obligarme a descansar, porque soy un caos, pero me encanta. Esas cosas son divertidas, pero también pienso 'voy a morir joven', porque es un ritmo muy exigente. 

P: Dices que estás más cómoda componiendo en inglés. 

R: Como me crié a dos bandas, la única cultura que se mantuvo constante en mi vida fue internet, y desde chica lo consumía todo en inglés. Cuando llegué acá, en el cole conocí a uno de mis mejores amigos, que era mitad paraguayo y mitad británico, y hablábamos mezclando los dos idiomas todo el tiempo. Después tuve que aprender a escribir en español, porque nunca lo había practicado, y recién empecé a hacerlo en algún tema de 2023. Ahora me estoy acostumbrando y quiero mantener el hacer más cosas en español.

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