Luz Gabás vuelve a las librerías con ‘Corazón de oro' (Planeta), una novela que bebe en la estética del western, cuyo protagonista principal, en lugar de ser un vaquero duro y violento, señala la autora, es todo lo contrario: un “buen tipo”. Este planteamiento va mucho más allá y ofrece una versión revisionista de ese relato amable de la conquista del oeste que ha prevalecido durante décadas a través del cine de Hollywood y las novelas clásicas de vaqueros para justificar la colonización de ese inmenso territorio, arrebatado a los indios. 

“He descubierto muchas cosas que no sabía, evidentemente, y no tiene que ver tanto con los indígenas, que también, sino, por ejemplo, con el trato a las comunidades irlandesas, mexicanas y chilenas, muy especialmente estos últimos”, nos explica durante la presentación del libro en la Dehesa de Navalvillar, en Colmenar, en Madrid, un paraíso natural donde se han rodado más de 100 películas del Oeste, entre ellas, las míticas ‘La muerte tenía un precio’ o ‘El bueno, el feo  y el malo’, ambas protagonizadas por Clint Eastwood y dirigidas por Sergio Leone.  Allí pudimos revivir la experiencia de los colonos que cruzaron EEUU de costa a costa, en busca del oro. Apenas hicimos un par de kilómetros en carreta, en busca de la mina de oro y fue toda una experiencia. No debió ser nada fácil recorrer a mitad del siglo XIX los más de 4.000 kilómetros desde Nueva Orleans a California pasando por lugares tan míticos como Independence, el fuerte Laramie y el fuerte Bridger, un lugar clave para el reabastecimiento de los peregrinos.

Un viaje muy personal

‘Corazón de oro’ es una novela de amor, aventuras y venganza, ambientada en los inicios de la fiebre del oro, que explora temas como la bondad en contextos hostiles, la identidad y la nostalgia. Luz Gabás hace también un guiño a sus lectores al conectarla con Pasolobino, el pueblo ficticio del Pirineo aragonés, que aparecía en su primera novela, 'Palmeras en la nieve'

Realmente no hubo viajeros del Alto Aragón en busca del oro californiano, sí muchos vascos, pero ella se permite esta licencia para poder ponerse en la piel de su protagonista. “La novela es un viaje físico y emocional y pensé que sería más honesto narrarlo si venía de un entorno que conozco bien porque soy de allí, del valle de Benasque”, argumenta.

“En todas mis historias hay algo de mí, pero en esta especialmente”, asegura, vinculando ese periplo adolescente con la odisea de Lorién, ese joven aragonés que se lanza al otro lado del mundo en busca de fortuna y se topa con la dureza de lo desconocido. Ella vivió una experiencia similar, cuando viajó muy jovencita a California para hacer allí un curso escolar, en una época en la que no era tan común viajar de esta manera. “Fun choque cultural tremendo —explica—. Y aunque mi experiencia fue infinitamente más cómoda que la de los colonos, entendí muy bien la nostalgia y el desarraigo”.

Bondad en tiempos hostiles

Pero Corazón de oro no es solo una novela de viajes y descubrimientos, sino también una historia sobre la bondad y la lealtad en tiempos convulsos. “El amor, la amistad, la capacidad de seguir adelante… todo está en este libro”, asegura Gabás.

Ambientada en la California de 1849, en pleno estallido de la fiebre del oro, Corazón de oro es una epopeya de amor, aventuras y supervivencia. Su protagonista, Lorién, un pastor aragonés que se ve forzado a dejar atrás su pasado y emprende un viaje que lo llevará de las montañas pirenaicas a los campamentos mineros de Sierra Nevada, en California.

En el camino cruzará el Atlántico, hará escala en Cuba y llegará hasta Nueva Orleans. Allí se unirá a una caravana con la que recorrerá desiertos, ríos y cordilleras imponentes como las Rocosas hasta alcanzar la soñada California. Luz Gabás nos traslada a un contexto histórico aparentemente muy conocido, con una visión diferente, la de los españoles que vivieron la aventura del oro en California y acabaron trabajando en grandes ranchos. La ficción refleja el conflicto constante entre indígenas, colonos y estadounidenses, además de la violencia extrema en los campamentos mineros.

Un triángulo amoroso

Lorién trata de buscar su lugar en el mundo alejándose de lo que creía inmutable, lejos de sus orígenes y de Marot, su prometida aragonesa, con quien rompió justo antes de emprender el viaje. Camino del Oeste conocerá a Cynthia, una joven ranchera obstinada y valiente. Los tres protagonizarán un triángulo amoroso, lleno de giros sorprendentes. Junto a ellos desfilan personajes inolvidables: Sandor, el vasco noble y extrovertido; Escolano, un intelectual y viajado pianista chileno, que ayudará a los españoles adentrarse en el nuevo mundo; Darragh, el irlandés perseguido por sus demonios; Festus, esclavo liberado en busca de un futuro digno; y Maxiwo, la mujer chumash que encarna la memoria indígena de una tierra disputada.

Un hilo conductor que une todas las novelas de Luz Gabás

Luz Gabás propone un viaje en el tiempo y, al mismo tiempo, ofrece un espejo en el que reconocernos, al igual que ha hecho en sus anteriores novelas. “Hay un hilo conductor que une las seis novelas que he escrito hasta ahora, aunque sucedan en siglos y en lugares diferentes. En ‘Palmeras en la nieve’ quería hablar de la identidad, de dónde vengo. ‘Regreso a tu piel’ del miedo a la muerte, en ‘Como fuego en el hielo’ de la pelea entre la razón y la pasión; en ‘El latido de la tierra’, de la adaptación del mundo rural a los nuevos tiempos, en ‘Lejos de Luisiana’, de la resistencia o la capacidad para seguir adelante. Y en ‘Corazón de oro’, de la bondad. esa capacidad para preservar nuestro corazón a pesar de la oscuridad que nos rodea”, explicó.

Luz Gabás piensa que ahora también vivimos tiempos oscuros y apela a las responsabilidad de cada uno para saber encontrar la calma. En este sentido, cita una frase de 'El Principito' que le gusta especialmente: 'No siempre se calla para guardar silencio, se calla para conservar la paz. A veces, estar en paz es mejor que tener razón'. Y concluye: "Yo no quiero tener razón ni en la novela ni en nada, simplemente propongo que, a pesar de los momentos duros, hay que guardar el corazón, porque de él emana la vida”.

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