¿Cómo conseguías dividirte para escribir de forma paralela el guión y la novela? imagino que el proceso de escritura es muy distinto...


Totalmente distinto, sobre todo por que la  escritura cinematográfica es muy sucinta y exige una prosa mucho más escueta, sucede en el estricto presente y debe desarrollarse en parámetros visuales mucho más fragmentarios. En la película continuamente rompemos el tiempo saltando del pasado al futuro, a futuros posibles, a cosas que no han sucedido, mientras que la novela, como sucede en un presente continuo, va en tiempo real. ¿Cómo se hace? no sé como se hace, apagando un interruptor y encendiendo otro, supongo.  En realidad se hace a la vez pero primero una cosa y luego otra, como secretaria de día y señorita de compañía de noche.


¿Dónde te sientes más cómodo?


Me siento cómodo de las dos maneras e incómodo de las dos maneras cuando las cosas no salen bien, porque hay días más densos y días en los que uno inventa en un medio u otro al dictado. Para mí es muy natural trabajar en ambos, siendo muy diferentes. La escritura dramática y la literaria tienen semejanzas que a todos se nos ocurren pero tienen muchas más divergencias. En el fondo medirte bien en los dos campos se parece a tocar bien la guitarra y ser buen alfarero, es algo que se puede dar pero que no tiene por qué darse.


Desde fuera se perciben como productos complementarios más que como versiones de una misma cosa ¿Lo pensabas así cuando los escribías?


Tiendo pensar lo menos posible por mera salvaguarda personal, desarrollarte entre la ignorancia y la inconsciencia tiende a ser tu única protección hacia ti mismo. Cuando te leí hablar sobre la complementariedad sin querer pensé en los montajes alternativos que de sus propias películas hace Wong Kar-wai. Su última película, The Grandmaster, tiene un montaje para China, un montaje para Europa y un montaje para EEUU y ninguno de ellos es defendido por el propio Wong Kar-wai como su montaje, dice que los tres son alternativos, complementarios y le permiten explorar diferentes ramas o tentáculos de un mismo mundo interior o de una forma de narrar. Creo que sí es verdad que de alguna manera extraña ambos se complementan, no se repiten, si uno ve la película y lee la novela no le da la sensación de que esta leyendo algo que ya ha visto y si uno hace lo contrario se da cuenta de que apelan a lugares distintos. La novela es más despiadada, más amarga, te permite tener una conexión directa con la voz interior de Martín que no es tan precisa ni está tan desarrollada en la película. A cambio, la película tiene una didáctica inmediata, una capacidad de penetración directa que en la novela exige otro desarrollo. Creo que tiene que ver con que el medio cinematográfico es muy poco apto para la profundización y es poderoso para la divulgación, para crear imágenes de tal penetración inconsciente que después pueden ramificarse por su cuenta. La película no tiene espacio para desarrollarlas, mientras que la novela permite plantar la semilla, regarla y florecerla, aunque el lector siempre será el que deba completar ese proceso de crecimiento.


¿Cómo surge la idea de Concursante y Sí importa el modo...?


Ya no lo sé, creo que todo empezó con la sempiterna noticia del periódico que no tenía nada que ver con la historia de Martín pero que contenía el germen, alguien ganaba un premio que le hacía la vida complicada, no pasaba de ganar una moto de agua en La Mancha, o similar, pero eso de recibir un premio como una especie de bomba de relojería de explosión retardada me resultó interesante, me pareció un telón de fondo potencialmente apasionante para desarrollar algo que me interesaba mucho, el mecanismo endiablado de relojería que encubre y oculta el sistema financiero, algo de lo que en ese momento no se estaba hablando en absoluto pero que de algún modo me fascinaba. Ese mecanismo perverso, satánico, de generación del dinero a partir de la deuda que es milenario, preideológico, no pertenece a ningún tipo de ideología ni consideración política y sin embargo revela que el hábito nos convierte en ciegos funcionales, nos acostumbramos tanto al modo en el que somos hipnotizados que ni siquiera nos reconocemos.


¿Cómo fue el proceso de documentación para la película y la novela?


Yo ya tenía interés por estos temas previamente, y eso tenía que ver con el acceso a cierto tipo de literatura disidente, "maldita" y oscura, que no se encontraban en las grandes librerías, sino en determinadas corrientes, editadas a veces casi como fanzines. Era información desterrada de la economía oficial y que estaban desarrollando economistas prácticamente proscritos por las universidades. Con la película tuve la oportunidad de hablar de algo de lo que aún no se estaba hablando, mi intención nunca fue hacer una película de tesis ni una obra militante, no pretendía enarbolar ninguna bandera ni ponerme a la cabeza de una manifestación proscrita, pero sí hablar de algo de lo que me daba la impresión que se había hablado poco.


Lo consigues, tanto la película como la novela explican a la perfección ese mecanismo tan complejo...


Siempre me ha parecido que el cine es estupendo para introducirte en un mundo del que no conoces nada. La explicación de cualquier fenómeno que ignores es potencialmente cinematográfica, puede ser la receta de un guiso complejo o el funcionamiento del un casino. Particularmente no me interesa nada cómo funcionan los casinos, pero cuando, de una forma casi documental, Scorsese te explica cómo el jugador es observado por el crupier, el crupier por el jefe de sala, el jefe de sala por el ojo de halcón y el ojo de halcón por el jefe del casino, lo vives de forma apasionada, porque te introduce en un mundo del que lo ignoras todo. Por eso el medio cinematográfico era una oportunidad para abordar el tema. Lo que sucedió, sin embargo, es que a nadie le importó demasiado, se convirtió en una película de culto precisamente porque ese es el nombre que reciben las películas que nadie ha visto, y la gente que decidió tomarse en serio sus tesis lo hizo para exponer lo absurdas que resultaban. Cuando años después todo el mundo empezó a hablar de esto aprendes que llegar tres años pronto a un sitio se parece muchísimo a llegar tres años tarde.


¿Qué proyectos tienes ahora entre manos?


Estoy trabajando en paralelo tres proyectos cinematográficos: uno con un guión propio, otro que es un desarrollo con otro guionista y un tercero a partir de un guión ajeno; y con la documentación de una novela que no tendría manifestación cinematográfica, una vía de servicio que no tendría ninguna conexión.


Después de la experiencia ¿Con qué te quedas, el libro o la película?


Si bajara un dios implacable y me obligara a elegir me decantaría por el cine, ya que me permite desarrollar otras inquietudes. De pequeño quería ser pintor, editor, músico... de algún modo el cine me permite tocar todos esos palos de una forma muy complementaria. Sin embargo en el desarrollo cinematográfico sólo encuentro placer en la escritura y en el montaje. En la dirección, que es la parte más importante y en la que mejor desarrollo lo que soy, no encuentro ningún placer, se parece mucho a ir a la guerra. Es una especie de dolor creciente y encadenado a lo largo de su desarrollo. La escritura la encuentro casi totalmente placentera por muchos demonios internos que toques: si las cosas no van bien, al día siguiente sigues escribiendo o rompes todo lo que has hecho y vuelves a empezar. Eso es algo es imposible en la dirección: tienes dos horas, se va el sol , lo que no consigues hoy no lo conseguirás nunca, porque nunca volverás a esa localización y en dos semanas se acaba el presupuesto y fin. Si nadie me hace elegir me quedo con los dos, pero si tuviera que escoger me quedaría con el cine porque me permite seguir escribiendo, seguir dirigiendo y seguir pintando.


Sí importa el modo en que un hombre se hunde, Rodrigo Cortés.
Editorial Delirio.

Puedes leer la reseña aquí.