Hoy día hemos conseguido, tímidamente, romper una barrera al acabar con el tabú social de hablar de salud mental; cada vez es más habitual ponerle nombre a la ansiedad, la depresión, los trastornos y normalizar que el bienestar de nuestra mente es tan importante como el resto de nuestro cuerpo… aunque esto no siempre ha sido así.

Era casi la década de los 70 (unos años convulsos, creativos y reivindicativos) cuando a Susanna Kaysen, de tan solo dieciocho años, la envían al Hospital McLean tras una sesión con un psiquiatra al que nunca había visto y un supuesto intento de suicidio. Diagnosticada de trastorno límite de la personalidad, se pasó casi años en el centro, especialmente en la sala de mujeres adolescentes, y la narración de su historia se concretó en la publicación de “Inocencia interrumpida” (que a finales de los 90 llevaría al cine James Mangold).

 

 

 

Publicada ahora por primera vez en castellano (por la recién nacida editorial Big Sur) el relato de Kaysen no podría retomarse en un contexto más propicio. Las voces de las mujeres jóvenes son también protagonistas en los últimos años, especialmente desde la llamada Cuarta Ola del feminismo, a partir de las huelgas y manifestaciones masivas del 8M de 2018. La ruptura del silencio patriarcal va unida a destapar tabúes que nos han oprimido a las mujeres durante décadas. No en vano, las mujeres consumen entre 2 y 3 veces más antidepresivos que los hombres, y entre las jóvenes menores de 30 años, hay hasta tres veces más mujeres que hombres consumiendo psicofármacos.

Inocencia interrumpida” es un paso más en esa ruptura del tabú, visibilizando el dolor y la confusión de quien, como Kaysen, sufre un trastorno así. El libro nos permite conocer su historia en primera persona, pero también su dificultad para discernir la realidad de la imaginación, su búsqueda de la salud y el cuestionamiento de la cordura como una herramienta para hacer sentir “normales” a quienes sufren trastornos.

El relato de Kaysen es interesante más allá de su sola experiencia, también para reflexionar hoy sobre esa “normalidad” a la que durante décadas hemos acostumbrado a separar a quienes sufren trastornos de quienes no. Desde la ironía, la autora cuestiona los procedimientos de diagnóstico y curación y también cómo el sistema actúa, en muchas ocasiones, como detonador del sufrimiento psicológico.

Si han visto la película (clásica ya, casi de culto), no se pueden perder el libro del que parte, de las palabras en primera persona de Kaysen. Salió tras más de un año de ingreso y hoy, con más de setenta años, su historia sigue siendo una referencia sobre la importancia de entender y valorar la salud mental.