Sonsoles Ónega (Madrid, 1977) nos ha contado algunas de las claves de ‘Las hijas de la criada’, la novela con la que ha ganado el premio Planeta 2023. Aunque su intención no era construir una novela reivindicativa, sino contar una buena historia, lo cierto es que su relato es todo un homenaje a unas mujeres que se rebelaron contra el papel al que las había relegado la sociedad de su tiempo. "Bucear en las historias de las mujeres de épocas pasadas me interesa muchísimo, sobre todo porque nos da la perspectiva para ver cuantísimo hemos avanzado", nos cuenta en una entrevista. Sus casos son extrapolables a la actualidad y evidencian que "somos mucho más poderosas de lo que nos creemos y en nuestro metro cuadrado tenemos una capacidad de influencia brutal". 

De qué va 'Las hijas de la criada', la novela con la que Sonsoles Ónega ha ganado el Premio Planeta

El relato se inicia en 1900 con un intercambio de dos bebés recién nacidas, una entre algodones, la hija de la señora, y la otra, en el suelo. “Es probablemente el único plan que había en esta novela, hacer partícipe al lector de la venganza de la criada y que acompañara al narrador desde el principio en toda la historia”, nos explica la autora. A lo largo de 474 páginas nos traslada a la Cuba colonial, convertida en tierra de oportunidades para numerosos gallegos y a una Galicia extraordinaria, que forja los primeros imperios de la industria conservera, que alimentaron a una Europa en guerra.

Las protagonistas de ‘Las hijas de la criada’ son mujeres también extraordinarias que se rebelaron contra su destino en un mundo de hombres, sobre todo Doña Inés, la patrona de La Deslumbrante, y Clara, la hija de la criada. “Bucear en las historias de las mujeres, de épocas pasadas me interesa muchísimo, sobre todo porque nos da la perspectiva para ver cuantísimo hemos avanzado. La historia de doña Inés, sin duda, es la de una mujer hecha a sí misma, ya sé que es una frase muy manida, pero se construye sola”, nos explica.

Asegura que la noticia que más le gustaría dar es la de la investidura de una mujer como presidenta del Gobierno, "y luego ya la juzgaremos", puntualiza. Aunque reconoce que hemos avanzado mucho, con mujeres al frente de instituciones importantes como el Congreso o el Tribunal Constitucional, cree que "todavía nos falta el poder real, el de cambiar las cosas y hacerlo con nuestra mirada", entre otras cosas, porque "los partidos políticos son maquinarias de hombres todavía". Pese a todo, está convencida de que algún día el cambio llegará. 

Mujeres en televisión

Le preguntamos cómo están las cosas en su segunda casa, la televisión, en este sentido y responde sin eufemismos: "La televisión es cruel con la mujer y a determinada edad la expulsa".  Añade, además: "A nosotras se nos exige un plus físico que al hombre no. Esto es una realidad. Punto. Ahora, al frente de todos los programas del tipo de formato que yo hago, magazine, están grandes comunicadoras, mujeres, pero ¿quién dirige las televisiones?"

Sonsoles Ónega también nos ha hablado de su amor por Galicia, la tierra en la que le gustaría vivir y escenario de este libro. Asimismo, nos ha confesado que, pese a la vitalidad que muestra siempre, es una persona con un toque nostálgico. 

Sonsoles Ónega, ganadora del Premio Planeta 2023 por la novela 'Las hijas de la criada'

"No sé escribir feliz, lo confieso, me cuesta mucho"

PREGUNTA.- ¿Crees que es indispensable la tragedia para contar una buena historia?

RESPUESTA.- Yo no sé escribir feliz, lo confieso, me cuesta mucho. Me interesan mucho más los perdedores que los ganadores. Es una constante en todas mis novelas y en esta los personajes son perdedores emocionales y perdedores materiales. Están recorridos por la por la tragedia, por el dolor, por el desamor, por la sensación de que los traicionan de alguna manera incluso desde su entorno más próximo.

P.- En tu relato recuperas un sentimiento muy gallego, la  saudade. ¿Qué es para ti?

R.- Pues es esa, esa tristeza lánguida, esa sensación de morriña permanente que tardas en sacudirte y que creo que es un rasgo de mi carácter. Soy muy vital, pero también tengo una parte nostálgica y de saudade que me acompaña siempre. Lo que pasa es que también trato de, públicamente, no manifestar ese ese lado mío más sentimental, más emocional. Pienso que los pesares son de uno y a la gente no le interesan. Yo me debo al público que valora ese vitalismo, pero sí, claro que todos tenemos nuestro lado más tristón.

P.- Yo lo veo más como morriña, nostalgia por la tierra.

R.- ¡Ah! Eso, eso sí, eso siempre. Cuando decidí que esta novela se estableciera en Galicia fue en parte un caprichazo para dejarme seducir por ese pedazo de tierra en la que te gustaría vivir y en la que vas a vivir, al menos en la ficción, durante tantos años como dure el proceso de escritura, en este caso, tres. Así que mientras no pueda hacerlo realidad, que lo haré algún día, lo vivo en los libros.

P.- Hay también mucho del destino, de maldiciones y de magia. ¿Crees en eso tan gallego de que 'las meigas no existen, pero haberlas haylas'?

R.- Eso es así. No voy a venir yo a cuestionar una verdad constatada en la tierra en la que se desarrolla esta novela. Las meigas existen. Luego cada uno creerá o no en el poder sobre los hombres, pero naturalmente existen y bien lo saben los gallegos. Es una novela en la que el destino se impone como ingrediente literario, algo que también es constante en todos mis libros.

El intercambio de las niñas en la cuna recorre la historia de una familia es probablemente el único plan que había en esta novela, hacer partícipe al lector de la venganza de la criada, para que acompañara al narrador desde el principio en toda la historia. De hecho, la novela e se va construyendo casi durante el proceso creativo incorporando sucesos que no estaban planificados, como el naufragio de Santa Isabel, por ejemplo, con el que me topé documentándome. Dije pues vamos a embarcar algún personaje en el Titanic gallego. Pero la imposición del destino está en las primeras páginas y es lo que sustenta la trama de la novela.

P.- En los agradecimientos finales mencionas a Bobby Fernández de Bobadilla por haberte prestado a su madre. ¿Cómo era esa madre prestada?

R.- Conozco a Bobby Fernández de Bobadilla desde hace 30 años y esto me permite agradecerle el gesto que tuvo. Cuando terminé de escribir ‘Después del amor’, me entregó unos folios con la vida narrada de su madre. La habían grabado y luego transcribieron todo lo que la madre había dicho. La historia en sí o los recuerdos de la madre en sí no tenían una novela, pero había detalles maravillosos de esa familia, de su pasado cubano, de su presente, en el que ya cuando acaba la narración en España y le pedí permiso para incorporar algunos detalles en la novela y me lo me lo dio. Hay algunos detalles, no todos, de la vida de doña Inés, que son prestados de esta señora. ¡Qué curioso!

En todas las parcelas de la vida hay mujeres que han sido sepultadas por los hombres, consciente o inconscientemente

P.- Doña Inés es un poco el alma, el hilo conductor de toda la novela, pero no es la única. Todos los personajes potentes de la novela son mujeres que, más allá de su situación social, son mujeres empoderadas, decididas y que luchan en un mundo de hombres. El machismo es una constante en esta novela. ¿Es un tema que te preocupa?

R.- Bucear en las historias de las mujeres de épocas pasadas me interesa muchísimo, sobre todo porque nos da la perspectiva para ver cuantísimo hemos avanzado. La historia de doña Inés, sin duda, es la de una mujer que es hecha a sí misma. Ya sé que es una frase muy manida, pero se construye sola. ¡Cuántas mujeres hay no sólo en el campo en el que yo profundizo, que es el mundo del mar, el mundo de la conserva en Galicia como ella! En todas las parcelas de la vida hay mujeres que han sido sepultadas por los hombres, consciente o inconscientemente. Ahora seguro que diríamos conscientemente porque nuestra mirada del siglo XXI nos hace verlo así. Pero a lo mejor fue inconsciente que las mujeres no tenían por qué tener un nombre propio en el mundo de la empresa, de la industria. Y lo tuvieron.

Todo esto me lo constataron las trabajadoras del Museo de la Conserva en Vigo, que están haciendo un trabajo muy importante por desempolvar todos esos nombres y ver hasta qué punto el papel de la mujer fue determinante en las fábricas. Seguro que lo fue. Hay libros muy bonitos editados por el Museo de la Conserva, que sobre todo recogen testimonios de cómo era la vida entonces, de los que yo he bebido mucho para texturizar la novela y siempre falta la patrona. ¿Dónde estaban? Seguro que están, pero todavía no se le ha dado ese lugar preeminente que merecen.

Las mujeres no somos conscientes de lo que somos hasta que la vida nos pone en una situación de tener que luchar y pelear para ponernos en pie

P.- Inés se da cuenta de que la lucha contra el machismo y las convenciones sociales pasa por la educación y monta una escuela en la fábrica.

R.- Todo es la educación. Clara, la otra gran protagonista, pudo salir adelante porque aprendió a leer con las obreras del primer aserradero en el que trabajó, colándose en el pazo para robar libros y poder aprender a leer, escribir y contar. Con eso una mujer podía ser lo que quisiera en aquella en aquella España de principios de siglo. Por su parte, Doña Inés, no es consciente de su fortaleza y creo que eso es perfectamente trasladable al siglo XXI. Las mujeres no somos conscientes de lo que somos hasta que la vida nos pone en una situación de tener que luchar y pelear para ponernos en pie.

Ellas no están formadas ni programadas para crear un imperio, pero cuando se ven en la tesitura de tener que hacerlo, lo hacen. Aquí la alianza entre la hija de la criada y la señora es determinante cuando le dice 'Yo creo que el mundo del mar nos podría, nos podría dar grandes beneficios'. Lo dice la hija de la criada, una gran ignorante que no ha visto más mundo que el de su costa, pero supo ver, a través de los marineros que las barcas llegaban cargadas de sardina y los señores estaban haciendo mucho dinero con ese negocio. En un periodo en el que las guerras se suceden, la industria conservera crece, aumentando su producción y sus beneficios, porque era un alimento de fácil conservación. Eso para mí fue todo un hallazgo. Por ejemplo, en el frente de Teruel aparecieron latas de la conserva de Vigo con las que se alimentaba el ejército.

Somos mucho más poderosas de lo que nos creemos y en nuestro metro cuadrado tenemos una capacidad de influencia brutal de la que no somos siempre conscientes.

P.- Dices que las mujeres a veces no sabemos de lo que somos capaces de hacer hasta que no nos vemos en esa tesitura. ¿Tú lo has vivido personalmente?

R.- Pues un poco sí, en cuanto a oportunidades profesionales, nada comparables al mundo del que estamos hablando, cada vez que he tenido que ponerme de pie lo he podido hacer. También en mi vida personal. Somos mucho más poderosas de lo que nos creemos y en nuestro metro cuadrado tenemos una capacidad de influencia brutal de la que no somos siempre conscientes.

He tenido la suerte de trabajar siempre con mujeres y entre todas hemos tejido redes de apoyo muy sólidas. Cuando estaba en el Congreso de los Diputados, por ejemplo, éramos todo corresponsales parlamentarias, chicas, mujeres con hijos pequeños y fuimos capaces de forjar alianzas que nos permitieron hacerlo todo. 

Cuando me preguntan qué noticia me gustaría contar: la investidura de una mujer como presidenta del Gobierno y luego ya la juzgaremos

P.- ¿Crees que si las mujeres hubiéramos estado desde, por ejemplo 1900, que es cuando empieza la novela, las cosas hubieran sido diferentes?

Ya había mujeres poderosas a principios de siglo y gallegas. Emilia Pardo Bazán fue una guerrera. No la dejaron ser del Ateneo de Madrid y no paró hasta ingresar en él, pero no consiguió entrar en la Real Academia. La mujer ha sido escupida durante décadas y lustros.

En respuesta a tu pregunta, creo que sí, déjenme vivir con esta ilusión. Las primeras veces de las mujeres en cualquier cosa resulta excitante. Yo me repito mucho cuando me preguntan qué noticia me gustaría contar: la investidura de una mujer como presidenta del Gobierno y luego ya la juzgaremos. Ya sé que ha habido y hay presidentas autonómicas, presidentas en instituciones como el Congreso de los Diputados, el Senado, el Tribunal Constitucional, pero todavía nos falta el poder real, el de cambiar las cosas y hacerlo con nuestra mirada. ¿Es mejor o peor? Es distinta y en tanto que distinta debería tener la oportunidad de demostrar cómo puede cambiar las cosas.

Los partidos políticos son maquinarias de hombres todavía

P.- Yo creo que estamos ya en un camino de no retorno, falta por conquistar muchas metas, pero llegará. 

R.- Sí, llegará. Pero las estructuras todavía son muy masculinas. Los partidos políticos son maquinarias de hombres todavía y eso, de alguna manera nos ralentiza. Pero no tengo ninguna duda de que llegaremos.

P.- ¿Y en la televisión?

R.- La televisión es cruel con la mujer y a determinada edad la expulsa. Aunque hay ejemplos honrosos, mujeres que con cierta edad siguen estando en primera línea. Lo estuvo María Teresa Campos, por ejemplo, y Ana Rosa Quintana, que es una mujer con una dilatada carrera profesional. A nosotras se nos exige un plus físico que al hombre no. Esto es una realidad. Punto. Ahora, al frente de todos los programas del tipo de formato que yo hago, magacine, están grandes comunicadoras, mujeres., pero ¿quién dirige las televisiones?

P.- Ahora que hablas de Ana Rosa, ¿te ha felicitado en privado?

R.- No, pero me ha felicitado a través de una entrevista que hizo hace poco. Se lo agradezco muchísimo, la verdad, que sé que se alegra.

P.- ¿Y de palacio? ¿Has recibido alguna felicitación especial?

R.- En fin, digamos que de palacio formalmente no.

P.- ¿Te ves en un futuro a medio-largo plazo dedicándote exclusivamente a la literatura?

R.- Me da miedo hacer planes en general, porque nunca los he hecho en la vida, nunca jamás. Es la vida la que me ha ido cambiando de acera, según las preferencias de mis jefes, fundamentalmente. Así que no hago planes ahora mismo. Mientras el cuerpo aguante me gustaría seguir haciendo las dos cosas, porque además una y otra se enriquecen, más probablemente la literatura al periodismo que a la inversa. Ya llegará un momento en el que seré consciente de que de algún lado me tendré que ir. Pero no por preferencias, sino porque te han dejado de querer.

Espero tener la lucidez para coger las maletas e irme el día en que no sea capaz de seducir

P.- ¿Eso te preocupa?

R.- Sí, claro. Yo trabajo para los espectadores en la tele, en los lectores, en los libros. Espero tener la lucidez para coger las maletas e irme el día en que no sea capaz de seducir como tengo que hacerlo, en la televisión o en la literatura. Lo tengo clarísimo.

P.- ¿Qué estás recibiendo ahora de tu público cuando sales a la calle?

R.- Muchísimo cariño, hay mucha gente que no sabía que escribía y se ha enterado ahora. Es uno de los efectos del Planeta, la amplificación de todo lo que haces y eso me encanta. Los que estaban esperando la novela, que la van a recibir con todo el cariño. Y luego me ha encantado que hasta profesoras del cole me han escrito, ¡del cole, no de la universidad! Mi profesor de latín, por ejemplo y me ha hecho muchísima ilusión.

La literatura expulsa a tu entorno, es una actividad en la que no puedas contar con los demás, sino más bien al contrario, los repele y te hace un ser odioso durante algunas horas

P.- ¿Están contentos tus hijos, a los que dedicas tu libro y tu premio, al igual que a los hijos de todas las escritoras?

R.- Sí, están contentos, supongo que porque lo vieron en TikTok y eso ya eleva la categoría de su madre (risas) a un personaje de las redes que ellos frecuentan. Ellos nunca han entendido bien qué hacía su madre encerrada escribiendo, porque la literatura expulsa a tu entorno, es una actividad en la que no puedas contar con los demás, sino más bien al contrario, los repele y te hace un ser odioso durante algunas horas, dentro de casa.

P.- ¿Lo has pasado en algún momento mal por esa dedicación?

R.- Lo he pasado mal, pero como cualquier otra mujer que quiera hacerlo todo razonablemente bien. No me gusta ir de víctima, pero el sacrificio está ahí y para mí lo llevo.