En su primera novela, El libro de Jonah, Joshua Max Feldman parte del bíblico Libro de Jonás aunque sin realizar una reescritura exacta, tomando elementos e ideas de él para desarrollar una doble historia que acaba confluyendo al final. Por un lado, y principalmente, tenemos a Jonah Jacobstein, un joven abogado judío de Manhattan que se encuentra en el momento más álgido de su carrera profesional cuando su bufete parece estar a punto de hacerle socio, aunque para ello deba enfrentarse a un juicio de connotaciones morales y éticas más que discutibles. A su vez, divide su vida amorosa entre Sylvia y Zoey; la primera es con quien parece encarrilar su vida, a punto de irse a vivir juntos, la segunda, es su amante desde hace diez años. Pero una noche Jonah tendrá una extraña visión, una experiencia epifánica, y todo comenzará a desmoronarse a su alrededor. Por otro lado, tenemos a Judith, cuya vida Feldman narra desde su juventud mediante una desarrollada biografía. Una joven prometedora que tras perder a sus padres en el 11-S cambiará radicalmente de vida. Aunque Jonah es el personaje principal alrededor del cual gravita la narración de El libro de Jonah, la presencia de Judith sirve como contrapunto, aparte de la irremediable, aunque bien desarrollada y lógica, intersección de ambos personajes en un momento determinado de la historia. Es más, curiosamente, acaba siendo un personaje mucho más interesante y llamativo que el de Jonah.


Feldman ha logrado una novela sorprendente y magnífica que aunque llena de referencias al libro bíblico y, sobre todo, al mundo judío, puede seguirse sin problema alguno se tengan o no claras esas referencias, a veces directas, otras más sutiles. Feldman se emparenta con la gran lista de autores norteamericanos de origen que desde mediados del siglo XX han narrado Norteamérica a partir de los parámetros de su religión, de su cultura, ambas presenciales desde diferentes perspectivas en la sociedad americana. Sin embargo, y aunque sea relevante este aspecto, en El libro de Jonah lo mejor de la novela reside en la radiografía que lleva a cabo el autor de la dinámica social actual, de sus valores, de su moral. Pero lo hace sin caer en grandes discursos, sino a partir de la caída de un hombre, no exenta de ironía, y de todo aquello que había dado forma a su vida. Si bien es cierto que podría argumentarse una cierta falta de originalidad en el planteamiento de arranque, también lo es que la capacidad narrativa y descriptiva de Feldman, su gran trabajo de observación para transmitir, sin recurrir al realismo más ramplón, un contexto humano y paisajístico de Nueva York, se impone a lo recurrente del punto de partida. El escritor desarrolla una mirada inteligente, más profunda de lo que pueda parecer a primera vista, sobre todo porque es capaz de ir extrayendo ideas importantes de la narración, de la acción. Todo está ahí, en aquello que acontece.


El escritor desdobla su mirada a través de los dos personajes, quienes pueden representar, cada uno por su parte, algunas características de la sociedad norteamericana actual. O eso se presiente durante su lectura. Aunque Jonah puede ser más universal, dado que su forma de vivir y de concebir la vida no son complicadas de trasladar a otros contextos, Judith se presenta como metáfora paradigmática de un sentimiento de orfandad y desconcierto tras los atentados del 11-S que si bien Feldman lleva hacia otros derroteros más personales a través un personaje fascinante en su cariz autodestructivo pero a la vez capaz de sobrevivir y salir hacia delante. Una mujer perteneciente a una familia de clase media, culta, de gustos aburguesados, de una perfección relamida, que tras construir lo que en apariencia es una vida perfecta bajo el prisma social todo acaba desmoronándose al viajar en uno de los aviones del 11-S. La relación entre los elementos es trabajada por Feldman de manera magnífica, creando una visión de una sociedad rota por la desgracia pero, a su vez, y en esto se emparenta con la trama de Jonah, de una sociedad que ha vivido y vive bajo unos parámetros constreñidos, ficticios.


Como gran parte de las grandes novelas norteamericanas, El libro de Jonah acaba narrando a su propio país en la actualidad, aunque antes que una novela sobre el reverso del sueño americano, es una obra sobre el fracaso personal visto este desde una perspectiva diferente al que socialmente estamos acostumbrados a entender como tal; sobre la necesidad de encontrar un lugar en el mundo, de ahí el itinerario de Jonah, quien sumido en sus visiones y en la creencia de que Dios le ha hablado, se embarca en una búsqueda desesperada de una persona para finalmente encontrarse a él, alejándose de una vida vacía que creía plena. Y Feldman logra hablar de todo esto con un tono que modula a la perfección pasando de lo cómico a lo dramático con gran naturalidad, siendo tan amargo y visceral como lírico y amable con dos personajes a los que desnuda abiertamente para mostrarnos sus diferentes caras. Y, a través de ellos, lanzar una visión bastante certera sobre muchos asuntos actuales que, de una manera u otra, nos conciernen a todos.