La creadora alicantina Concepción Hernández publica una edición especial, de tapa dura, de su novela emblemática 'Lágrimas de pan' (Star Sale Editores, 2025). En esta entrevista la también psicóloga cuenta el origen de la historia “de unos seres extraordinarios a medio camino entre mujeres y ángeles”. La imaginación como centro de la creación y de la vida cotidiana, la realidad que nos diseñan y la necesidad de elevar al lector por encima de la rutina, forman parte de este diálogo.
En esta entrevista, Hernández reflexiona sobre la capacidad de la ficción para elevar al lector, la influencia de la realidad en su obra y la necesidad de preservar la imaginación en una sociedad cada vez más hiperestimulada. “La ficción me permite eludir normas e imponer mis criterios a capricho”, confiesa la autora, que ve en la creatividad un acto de rebeldía ante el conformismo. Para Hernández, la literatura y la física cuántica comparten una esencia común: el juego con la incertidumbre y la exploración de posibilidades infinitas. Consciente de cómo la sociedad limita el pensamiento libre, sostiene que "un individuo con imaginación puede ser un problema para los poderes establecidos".
La ficción me permite eludir normas e imponer mis criterios a capricho
E.B: - ¿Vuelas cuando escribes ficción?
C.H: - Volar… dejarse llevar… ascender hasta lo más alto… soltar… perder la noción del tiempo… escribir sin límites. Sí, vuelo. Desaparezco de esta ‘realidad’ sin levantarme de la silla.
Doy vida a mundos que siguen sus propias reglas, creo personajes que transitan entre lo humano y lo divino. Abrazo la posibilidad, juego con la alternativa, porque detesto lo impuesto y previsible. En definitiva, exploro otras ‘realidades’, quizá ya existentes, solo a la espera de que alguien las haga visibles.
La ficción me permite eludir normas e imponer mis criterios a capricho. De alguna manera, satisface un deseo íntimo de libertad. También me enfrenta con los aspectos más oscuros de la realidad: me sumerjo en ellos, los exploro y reinterpreto ofreciendo al lector una nueva mirada. Benévola. No amenazante.
No existe eso que llamamos ‘realidad’, hay tantas realidades como formas de mirar
E.B: - ¿Alguna lectora te ha contado que la hayas hecho volar?
C.H: - Sí, y es muy emocionante ya que satisface uno de los objetivos que persigo: elevar al lector por encima de su realidad, que sea cNo existe eso que llamamos ‘realidad’, hay tantas realidades como formas de mirarapaz de observar su vida –con todas sus luces y sus sombras—, desde una perspectiva diferente.
Mis libros les ayuda a conectar con emociones que pueden resultar difíciles de gestionar. Pero lo hacen desde la seguridad que les ofrecen paisajes de ensueño y espacios donde poder respirar y descansar. En ese refugio, son capaces de alcanzar un estado de alivio desde el que enfrentar su dolor para dejarlo ir y transformarse.
Algunas incluso han ‘volado’ a través de las recetas que comparto en Lágrimas de pan y A una sonrisa de tu sueño. Son recetas de mi madre, y muchas lectoras, de distintos lugares del mundo, se han inspirado al recrearlas. Me emociona cuando me cuentan cuánto las disfrutan. Entonces pienso en mi madre y en la felicidad que esto le habría proporcionado.
'Lágrimas de pan' narra la historia de unos seres extraordinarios, a medio camino entre mujeres y ángeles
E.B: - 'Lágrimas de pan' es una novela de fantasía. ¿Quizá una épica feminista?
C.H: Sí, puede interpretarse de esa manera, sin duda. 'Lágrimas de pan' narra la historia de unos seres extraordinarios, a medio camino entre mujeres y ángeles. Son fuertes y su principal lucha la mantienen contra sí mismas: sus sueños, sus emociones, el desconocimiento que tienen de sí, y sobre todo, el peso de un destino que implica su propia muerte.
A través de tres generaciones de valientes Guardianas, la novela presenta un viaje de transformación. No son invencibles ni infalibles; caen, fracasan, dudan. Pero su verdadera grandeza radica en que consiguen salir adelante sorteando las barreras que les imponen los tiempos y su sociedad, o incluso su propio miedo.
Las protagonistas, a pesar de sus diferencias, se sostienen mutuamente, convierten el dolor en belleza y las derrotas en oportunidades de crecimiento.
E.B: - Cuéntanos los detalles de la idea que originó la escritura de esta novela.
C.H: - 'Lágrimas de pan' surgió como consecuencia de un proceso muy personal y transformador. En mi juventud, tras una decepción amorosa tuve que enfrentarme a una depresión, en ese periodo escribí un relato, el de Manuela, una Guardiana del Amor que enloquecía. Lo guardé en un cajón y lo olvidé.
Veinte años después, una llamada inesperada me hizo reencontrarme con aquella historia. Decidí retomarla desde una nueva perspectiva, porque yo había cambiado: había madurado, superado mis propios miedos y ahora ayudaba a otros en mi consulta de psicología. Me había convertido en la Guardiana de Almas.
El camino que conectaba a esas dos Guardianas resultó ser largo pero fructífero, y como símbolo de este nacieron las Guardianas de la Ilusión, de los Sueños y del Miedo. Así, Lágrimas de pan simboliza la capacidad humana de transmutar el dolor y las experiencias negativas en aprendizaje.
E.B. - ¿Cres en la realidad como una noción absoluta?
C.H: - No existe eso que llamamos ‘realidad’. Hay tantas realidades como formas de mirar.
Hoy día, la ciencia acepta como un hecho comprobado que todo es energía. La ‘realidad’, entonces, no es más que lo que somos capaces de percibir a través de nuestros órganos de los sentidos. Y estos, están programados para captar ciertas frecuencias de energía, pero no todas. Por ejemplo, los perros pueden escuchar sonidos que nosotros no percibimos, pero existen. Por tanto, podemos afirmar que, la rudimentaria estructura y fisiología de nuestros órganos sensoriales limitan el acceso a la ‘realidad’ que nos rodea.
La ciencia también nos dice que, por un lado, tenemos la energía, que es pura potencialidad y puede transformarse en cualquier cosa a cada momento. Y por otro (aunque tal separación sea ficticia), nos encontramos nosotros, los observadores, que, a través de nuestra atención: pensamientos, emociones, creencias y palabras, somos capaces de ‘colapsar’ esa energía en ‘algo’ perceptible. En este esquema, la ‘realidad’ es un efecto y nuestra atención, su causa.
Si quieres una realidad diferente; ver, oír, tocar, oler o sentir algo diferente, deberás actuar sobre la causa y aceptar el efecto, es decir: no resistirte a lo que ya es, sino transformar tu forma de pensar, sentir y hablar, incluyendo tu lenguaje interno.
E.B: - ¿Nos educan para no imaginar? Si crees que es así, ¿por qué?
C.H: - Sí, así lo creo. Los poderes establecidos nos prefieren idénticos, rebaño, masa; se encargan de que acatemos sus órdenes y creamos en la mentira de que vivimos en una libertad ‘ficticia’ porque nos encadena cada vez más a normas que solo son convenientes para unos pocos.
En cambio, en la imaginación reside nuestro poder para crear, nuestra auténtica libertad. Y un individuo libre y con imaginación puede terminar convirtiéndose en un problema, puede cuestionar las reglas y querer vivir según su propio criterio. Por eso se nos enseña a ser prácticos, se nos instruye para adaptarnos a la conformidad, a enfocarnos en lo material, en la estructura que garantiza el progreso dentro de lo establecido.
E-B: - En el siglo XXI, cuando tanto se habla de la realidad virtual, ahora de la IA, ¿tenemos sociedades poco imaginativas?
C.H: - Quizá cada vez tengamos sociedades menos imaginativas, pero la creatividad se sigue considerando un bien preciado que se protege con leyes debido a su escasez y a la amenaza que se ejerce contra la autenticidad de su autoría.
Estamos sometidos a una estimulación continua, pero es precisamente en la ausencia de estímulos externos, cuando la mente comienza a buscar los suyos propios, impulsando la imaginación y el pensamiento creativo.
Soñar e imaginar pueden considerarse pérdidas de tiempo, pero no lo son: permiten conectar ideas inconexas y hallar soluciones innovadoras
Debido a la hiperestimulación, la mente no puede divagar; relegamos el placer que supone pensar por penar. Hoy día, soñar e imaginar pueden considerarse pérdidas de tiempo porque son actos improductivos. Pero no lo son, permiten conectar ideas que aparentemente están inconexas, así como imaginar soluciones innovadoras a los problemas.
Nuestra sociedad no permite el aburrimiento, ni siquiera a los niños, que ya no tienen tiempo para jugar de manera creativa y están hiperestimulados como los adultos, que buscamos distracciones rápidas y muchas veces poco recomendables. Sin embargo, la IA puede considerarse un complemento, no una limitación, un cambio en la manera de crear.
E.B: - ¿Qué aporta la imaginación en la vida diaria de una persona?
C.H: - No podemos dejar de imaginar porque se trata de una cualidad inherente al ser humano en tanto que es creador. E imaginar es precisamente eso: crear. Pero no se limita a la creación artística, utilizamos la imaginación constantemente en nuestro día a día tanto para resolver o huir de los problemas como para planificar el futuro o reflexionar sobre el pasado.
E.B: - ¿La comunicación política que conocemos limita la inventiva del individuo?
C.H: - Absolutamente, utilizan mensajes simples, repetitivos, carentes de profundidad, narrativas uniformes y prefabricadas. No dejan espacio para la crítica, el debate ni la argumentación, ya que buscan manipular en lugar de fomentar el pensamiento independiente. Desprecian la capacidad intelectual de la ciudadanía, que, por desgracia, a menudo acepta sin rechistar todo lo que se le dice, especialmente cuando se apela al miedo.
La física cuántica explora las infinitas posibilidades en el terrero subatómico, mientras la ficción literaria lo hace en nuestra imaginación
E.B: - ¿Ves un vínculo entre la ficción literaria y la física cuántica?
C.H: - Sí, existe un vínculo. Ambas comparten su carácter multipotencial: la física cuántica explora las infinitas posibilidades en el terrero subatómico, mientras la ficción literaria lo hace en nuestra imaginación. Ambas disciplinas nos permiten jugar con la incertidumbre de lo no resuelto, de lo que aún no se ha concretado. En el caso de la cuántica, es la mirada del observador lo que define el estado de las partículas, mientras que, en la ficción, es la interpretación del lector la que da forma a la historia.
E.B: - ¿Cuándo fue la última vez que volaste?
C.H: - Hace apenas unos días, frente al mar. Siempre que contemplo el mar conecto con una sensación de libertad mental, de abstracción, de no tener límites flotar en un espacio mental en blanco. Amo la sensación de serenidad y profundidad que me transmite. Eso es volar para mí.