De vuelta a las páginas, pero sin dejar nunca atrás el instinto musical que lo caracteriza. Carlos Sadness, uno de los artistas consagrados del panorama indie español, está de vuelta con la publicación de su último libro, 'El ruido de las estrellas' (Lunwerg, Planeta de Libros), un título que también sirve de presentación a su nueva canción. En este proyecto, el artista da rienda suelta a su creatividad y su toque de sensibilidad bien conocido en sus letras, pero que ahora traslada de forma mucho más abierta en términos narrativos.

El artista, que derrocha sensibilidad, pureza, luminosidad, cotidianidad y belleza en los pequeños detalles, desgrana en esta entrevista ciertos entresijos de lo que cabe esperar de su último proyecto entre páginas.

PREGUNTA (P): No es la primera vez que se embarca en un proyecto literario, ¿qué encontramos de especial en ‘El ruido de las estrellas’?

RESPUESTA (R) Los libros anteriores no habían llegado a ser canciones, eran pequeños textos o historias y poemas; esto, sin embargo, es una narrativa constante y lo siento bastante diferente.

P: Cuando hablas de estrellas perennes y fugaces me ha hecho recordar los versos de Machado, Todo pasa y todo permanece. Hace referencia a la vida misma, ¿verdad?

R: Ahí uno puede ver de una manera libre cuáles son sus estrellas fugaces o perennes. Hay personas en las que encontramos esa parte perenne con esas personas que sabes que siempre están ahí y que, de alguna manera, les dejamos de dar protagonismo porque sabemos que siempre están como la familia o los buenos amigos. Perdemos la vida en buscar esas fugaces que parecen más llamativas de lo que a veces llegan a ser. Cada persona lo puede relacionar con lo que considere.

La idea de normalizar el arte y la creatividad en la vida fue clave para mí

 

P: Al principio del libro relatas que en casa no había músicos y que de pequeño te veías más como pintor que cantante. ¿Cómo fue para ti construir ese instinto creativo sin referentes cercanos y dar el salto definitivo en la música?

R: A pesar de que no había nadie en mi familia que fuera músico o pintor, sí que se respiraba mucho arte. La idea de normalizar el arte y la creatividad en la vida fue clave para mí, a pesar de no tener referentes cercanos que lo fueran sí que estaba respirando constantemente ese ambiente, sobre todo, creativo y de presencia del arte en casa. De alguna manera, es dejar esa libertad de dejar construir esa creatividad puesta por esos elementos.

P: Muchos cantantes reconocidos en España también se han atrevido a la escritura, Rayden, Rigoberta Bandini o Andrés Suárez, entre otros. Desde tu punto de vista, ¿de qué manera escribir os permite expresaros de otra manera que no hace la música?

R: Hay una diferencia importante, porque en la música las palabras están acompañadas de melodía, ritmo, armonía. Uno puede, de algún modo, no ser tan directo o explícito, la escritura es la palabra pura, te expone de una manera más transparente. Este cambio de herramienta te lleva a lugares creativos diferentes. Y supongo que es uno de los motivos por los que los artistas pueden decir también este camino en algún momento determinado. No voy a despojarme de pintura, de colores, de melodía, de ritmo, y voy a trabajar con la palabra en sí misma, que es poderosa también.

P: ¿Cuál crees que ha sido el momento más complejo a la hora de materializar este proyecto?

R: El hecho de aceptar que fuera a publicarse, porque había muchas cosas escritas que se iban a formar parte del libro. Pero eso se va convirtiendo algo a la altura de la gente. Nace cierto sentimiento de pudor, cierto miedo. Y si hubiera existido desde el principio, hubiera condicionado también el proceso de escritura y el resultado.

Estoy acostumbrado a que la exposición en la música no sea tan explícita

 

P: ¿A qué pudor o miedo te refieres?

R: Estoy acostumbrado a que la exposición en la música no sea tan directa o explícita, no hablar tanto en primera persona, no de una manera tan quirúrgica o transparente como de esta manera en el libro.

P: Referencias a distintos pintores de renombre en el libro, desde Monet hasta Matisse. Pese al paso del tiempo, el mensaje de sus obras perdura y abren puertas a la reflexión, ¿cómo lo han hecho contigo y cómo crees que continúan influyendo en los tiempos que corren?

R: El papel que estas obras tienen ahora es distinto, que es de su época, la obra corresponde mucho a un momento deslizado en la existencia humana. Y luego se ve con perspectiva y hace falta conocer el contexto. No es el mismo ver el Guernika ahora que verlo en su momento, después del bombardeo. Hoy toda obra tiene una consecuencia con su época, pero de algún modo a mí sí me ha ayudado mucho a entender la condición humana a través del arte y cómo nos ha representado en la condición humana, no solo desde la pintura, sino también desde el cine, desde el teatro, desde la literatura.

P: ¿Cómo se conjugan estas distintas formas del arte? Tanto desde la música, las influencias en la pintura y también en el cine.

R: No utilizo la palabra cantante muchas veces porque no considero tener una voz prodigiosa, pero me considero una persona apasionada. Y para la creatividad consta que no solo en su vida artística, sino en su vida personal. Y de ese modo no pienso tanto en la herramienta artística en sí, sino en el proceso creativo, que es lo que más disfruto.

El paso del tiempo lo vivimos a toda velocidad, reflejar eso en el arte puede que nos haga más conscientes

 

P: Has sacado una canción con el mismo nombre que el libro, 'El ruido de las estrellas'. ¿Es una expansión del mensaje que quieres dar o van de la mano?

R: Pues me resulta curioso que pites la palabra expansión. No lo había pensado. Pero las canciones tienen un alcance... o por lo que yo ahora mismo estoy, estoy con la canción. Así que la canción, amigo, si es algo... pedirle a alguien que se lea un libro es mucho más complicado, ¿no? Pero en ese sentido, sí que la canción tiene una función expansiva, aunque lo que tiene es la energía de lo que sería todo el libro, porque obviamente es difícil, a ver, ¿qué grande hace todo el libro? Pero de un modo, más que expansión, yo lo pensaba como un acompañamiento.

P: ¿Crees que desde la cultura se debería hacer más apología de parar, reflexionar, contemplar y vivir más el momento?

R: La responsabilidad está en elegir qué consumir. Me parece bien que haya cultura de todo tipo, hay música para llorar, música para divertirse. Pero que cada uno tenga un poco de lucidez de elegir con qué acompañar cada momento. En ese sentido, sí es cierto que de algún modo los artistas podemos tener en la conciencia de la vida, de las cosas que siempre ha tratado el arte, y que al final no son tan nuevas.

Sí que estamos en un momento en el que todos sentimos, por ejemplo, que el paso del tiempo es algo que vivimos a toda velocidad. A veces reflejar eso en el arte puede hacer que las personas sean más conscientes y quieran volver un poco a esa medida de poner el tiempo. A veces la cultura pone en orden pensamientos o ideas que la gente ha podido tener pero que no se ha parado a pensar tanto, me parece bonito cuando ves una película y esa reflexión arregla o te acompaña en un momento determinado de tu vida.

P: Y en estos tiempos de consumismo puro y de estímulos por todas partes, ¿crees que todavía es posible que la cultura se consuma desde ese punto de vista de la reflexión y de lo más contemplativo posible?

R: La cultura puede ser un refugio donde encontrar eso para la gente que no ande buscando. Si hay alguien que quiere parar un momento en su vida para ponerla en orden... Es como la típica pregunta de qué te llevarías a una isla desierta, pues igual hay gente que prefiere llevarse dos libros antes que su cuenta de TikTok.

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