Llega a España ‘La tierra herida’ (Planeta), la novela de la autora británica Clare Leslie Hall, que se ha convertido en un fenómeno editorial internacional, traducido a más de treinta y cinco idiomas, situándose en las listas de los más vendidos de 'The New York Times', T'he Washington Post' o 'Der Spiegel'. Tras su éxito, Sony Pictures y Hello Sunshine, la productora de Reese Witherspoon, ya preparan su versión cinematográfica. La actriz estadounidense la ha descrito como “una novela inolvidable sobre las decisiones que definen nuestras vidas”.

La historia está ambientada en la campiña inglesa, en los años 50-60. Se trata de una novela que, según nos cuenta la autora en una entrevista a ElPlural, “habla del amor en todas sus formas: la pasión de un primer amor, el matrimonio que se tambalea tras una pérdida terrible, el amor de una madre por un hijo y el de una mujer que se enamora del paisaje y la tierra que la rodea”.

Un triángulo amoroso

Beth, su protagonista, tenía diecisiete años cuando conoció durante un verano en Hemston -un pequeño pueblo ficticio ubicado en Dorset, donde vive la autora-, a Gabriel, un joven rico y brillante, que fue su primer amor. Sin embargo, la diferencia de clases sociales provocará una ruptura abrupta que marcará sus vidas. Años después, ya casada con Frank, un granjero íntegro y profundamente ligado a la tierra, vuelven a encontrarse, reabriendo las heridas del pasado.

El triángulo formado por Beth, Frank y Gabriel articula una trama que explora la nostalgia, el duelo y la lucha entre el amor sosegado y el amor pasional. “Podrían haber funcionado Beth y Gabriel; rompieron jóvenes, pero la nostalgia es amenazante y seductora”, confiesa Hall en la entrevista. A través de ellos, la autora contrapone también dos mundos: el rural, con su dureza y arraigo, y el urbano, símbolo de las aspiraciones intelectuales y la distancia social.

La novela, sin embargo, va mucho más allá del drama romántico. En su núcleo late la pérdida de un hijo y la pregunta que vertebra a los protagonistas: ¿es posible sobreponerse al dolor más devastador? El paisaje del Dorset rural, donde vive la autora, se convierte en un espejo emocional. “Ver el paisaje a través de los ojos de los granjeros me abrió otra manera de mirar lo que me rodea. En la novela es un personaje más, porque yo lo siento así”, explica.

Hall, periodista y escritora, dejó atrás Londres para instalarse con su familia en una antigua granja del siglo XVII, el mismo entorno que inspira la novela. Asegura que cuando se mudó al campo era muy consciente del conflicto entre los granjeros que llevaban allí toda la vida y los que, como ella, venían de la ciudad. Convivir con ellos, la ha hecho ver el entorno con otra mirada. “Antes, cuando paseaba por el campo, iba con prisa, pensando en mis hijos pequeños. Ahora, ni siquiera me llevo el móvil, porque los considero un privilegio, un momento para dedicarle al paisaje. Lo noto más, lo vivo y conecto mejor”, enfatiza.

Su proceso creativo, reconoce, es ensayo y error, pero la experiencia de escribir, estar encerrada con mis personajes, es lo que más disfruto”. La autora lleva a Beth, Frank y Gabriel “en el corazón desde hace mucho tiempo”, y confiesa que, aunque algunos lectores le han pedido una secuela, “ahora necesito una pausa”.

Entrevista con Clare Leslie Hall: "‘La tierra herida’ habla del amor en todas sus formas”

P. – ‘La tierra herida’ es tu primera novela en España, ¿esperas que llegue a los lectores igual que en otros países?
R. – ‘La tierra herida’ plantea temas muy universales y ha tenido éxito en sitios que yo no me hubiera ni imaginado. Es una novela que habla del amor en todas sus formas: la pasión de un primer amor; el matrimonio, un matrimonio que se tambalea, que pasa por una pérdida terrible; el amor de una madre por un hijo: dónde va a parar ese amor cuando él ya no está. Y también el de una mujer que se enamora del paisaje y la tierra que la rodea. Hay drama, hay thriller y me han dicho que también misterio, pero más que nada, es una novela de amor.

P. – ¿Qué papel juega el territorio en esta novela?
R. – Tiene un papel muy grande. De hecho, es el paisaje de mi vida, de mi hogar. Vivo en una granja antigua del año 1650, rodeada de campo. La idea de la novela parte de una experiencia personal, cuando un granjero amenazó con disparar a nuestro perro. No pasó, pero vi la imagen: el triángulo, una pareja, el perro que de repente se acerca a sus corderos, el perro que muere y el niño que pierde al perro.

La vida de los granjeros es durísima, pero disfrutan de la naturaleza, conectan con la tierra. Ver el paisaje a través de sus ojos, hizo que lo percibiera de otra manera, ahora todo es distinto. En la novela es un personaje más, porque yo lo siento así.

P. – ¿Esta novela ha cambiado tu percepción de Dorset, el lugar en el que vives?
R. – Lo ha potenciado y mejorado. Antes, cuando paseaba por el campo iba con prisa, pensando en mis hijos pequeños. Ahora, ni siquiera me llevo el móvil porque lo considero un privilegio, un momento para dedicarle al paisaje.  Lo noto más, lo vivo y conecto mejor.

P. – En 'La tierra herida' hay un choque entre el mundo rural y el urbano.
R. – Cuando me mudé al campo desde Londres era muy consciente del conflicto entre las generaciones de granjeros que llevaban ahí toda la vida y los que veníamos de la ciudad. Los granjeros hacían las cosas a su manera y los que venían de fuera construían casas de cristal e intentaban que el granjero cambiara su rutina si algo nos molestaba. Eso me chocó al llegar, pero me cuento también como parte del conflicto. Ahora, después de pasar tiempo conviviendo con las granjas, lo veo diferente. Mi punto de partida fue el de un recién llegado que conecta con la tradición. Elegí que fuera una novela de época para remarcar la diferencia de clase entre Beth y Gabriel, los protagonistas, que en los años 50 era más evidente. Entonces había una brecha importante en la Inglaterra rural, un choque entre los terratenientes y los granjeros. Ahora pasa también, el pueblo donde mis hijos van a la escuela, en el que basé la novela, está llena de casoplones junto a granjas modestas. Entre ellos no se relacionan, es decir, la brecha continúa.

La nostalgia es amenazante y seductora

P. – Los personajes de esta novela son personajes rotos por diversos motivos, pero también hay segundas oportunidades.
R. – A lo largo de la novela planea la pregunta de si es posible amar a dos personas a la vez y, para responderla, necesitaba dos polos opuestos que conectaran con Beth, la protagonista, desde distintas perspectivas. Volviendo a las segundas oportunidades: podrían haber funcionado Beth y Gabriel, podría haber ido bien, ellos nunca dejaron de quererse, rompieron jóvenes y la nostalgia es amenazante y seductora. No digo que no crea en las segundas oportunidades, pero pueden quedar escondidas dentro de la nostalgia, y la nostalgia es muy peligrosa.

Mi técnica es mucho ensayo y error, pero la experiencia de escribir, estar encerrada con mis personajes, es lo que más disfruto

P. – ¿Cómo es tu proceso de escritura? ¿Tienes el final decidido desde el primer momento?
R. – Normalmente sé el inicio, el nudo y el desenlace, pero el final que tenía pensado al principio de abordar esta novela era completamente diferente, entre otras cosas, había ideado una historia contemporánea con los conflictos entre granjeros y gente de ciudad.

Mi proceso es ensayo y error. Hago un poco de trama, escribo, y de repente digo: ‘esto no funciona’, y vuelta a empezar. He escrito muchísimos borradores. Ojalá fuera más organizada, pero mi cerebro no funciona así. Cuando me desespero intento hacer un organigrama, pero no me sirve: necesito libertad.

Estuve en un grupo de escritoras, dos mujeres que luego fueron grandes amigas, y una me dijo: ‘Hazte un favor y escribe un diario, porque todo lo que dices ahora ya lo dijiste con el libro pasado; es tu proceso’. Pues sí, hay que aceptarlo. Es mucho ensayo y error, pero la experiencia de escribir, estar encerrada con mis personajes, es lo que más disfruto.

P. – ¿Te cuesta despedirte de tus personajes?
R. – Me cuesta muchísimo, sobre todo de Beth, Frank y Gabriel. Los llevé en el corazón durante cuatro años. Le decía a mi marido, cuando ya hacía la revisión final: ‘¡Qué pánico! Tengo pavor’. Pero cuando llegó el momento me sentí aliviada. Lo bueno es que como no paro de hablar de ellos, es como si no se hubieran ido.

Mientras escribía ‘La tierra herida’, tenía una playlist de música instrumental con distintas escenas: Gabriel y Beth junto al lago, el juicio, Frank al lado del roble... Escuché esa música durante dos años seguidos. Ahora me la pongo para revivir esos momentos. La música tiene mucho poder para mí. Me inspira.

P. – ¿Te has planteado hacer una saga o una continuación de ‘La tierra herida’?
R. – Algunos lectores me han pedido una secuela. Ahora no lo haría porque necesito un respiro, pero me han dado ideas que me encantan. Ahora necesito una pausa.

P. –¿Qué estás haciendo ahora?
R. – Te puedo contar un poco. Hay un libro que se llama ‘I Captured the Castle’, muy inglés, que me cautivó de niña. Me inspiró para una nueva historia ambientada en 1960, sobre una familia excéntrica que vive en un hotel arriba de un acantilado en Dorset. Allí hay un viudo y una viuda jóvenes que se enamoran, una persona que se ahoga, un misterio… Tiene paralelismos con ‘La tierra herida’, pero es una historia muy diferente.

Me he podido distanciar lo suficiente de ‘La tierra herida’ como para meterme en esto y lo estoy disfrutando mucho. Cuando revise el primer borrador sabré que tengo algo, aunque aún no he llegado ahí.