Empezaron en Maslou y Barcelona y terminarán en casa los próximos 14 y 15 de noviembre, en el Palau Sant Jordi. Antes, pasarán por el Movistar Arena de Madrid, esta misma noche, y la sala Cubec de Bilbao (8 de noviembre) en una suerte de pequeña gira con la que Lágrimas de sangre se despide de los escenarios tras casi 20 años.

ElPlural.com habla con Neidos (voz) para conocer las sensaciones del grupo antes de comenzar una despedida que, a todas luces, parece definitiva. Cuando se apaguen los focos, quedarán los recuerdos de una banda a la que no le han faltado los haters, desde los conciertos encima de tablas al primer Viña Rock. “Hemos podido conectar con muchísima más gente de la que hubiéramos imaginado, con letras y canciones que respetan lo que pensamos y cómo lo pensamos”, señala el cantante, quien reconoce que necesitará días para quemar el mar de emociones.

El grupo catalán ha llevado por festivales, salas y fiestas populares la filosofía que nació entre humo y cervezas, destilando barrio incluso fuera del Estado e intentado demostrar, con sus aciertos y sus errores, que felicidad y protesta pueden (seguramente, deben) ser buenas compañeras de viaje. Quedan cuatro citas de más de dos horas -y alguna festivalera de por medio- para cantarle una última vez a todo ello, que no es otra cosa que la vida. Vamos a celebrarlo.

Casualidad, canción de Lágrimas de sangre con motivo de su despedida. 

Entrevista a Lágrimas de Sangre

PREGUNTA (P): ¿Qué esperáis de esta noche?

RESPUESTA (R): Es difícil saberlo, porque no es un concierto más, sino una despedida, y en estos casos hay muchas cosas que solo salen en el directo. Pueden pasar un montón de cosas que desvíen la dirección normal de lo que es un directo de Lágrimas, a lo mejor te pilla una emoción y no puedes gestionarla y lloras…. Veremos.

Nunca hemos hecho un bolo tan largo como los que se vienen. Vamos a tocar más de dos horas. Esto también cambia un poco el plan y todo el proceso del show. Como todo es nuevo, esperamos muchas cosas sin saber cuáles serán al final. Estamos un poco a ver qué pasa.

P: ¿No esperáis también, como diría Fermín Muguruza, un aquelarre antifascisita o antisionista en el territorio de Ayuso y Almeida?

R: (Risas) Sí claro. Alguna vez ha aparecido entre alguna persona un poco desubicada, con el perfil de ser votante del PP, y nos sorprende; pero por lo general siempre hemos tenido un público antifascista y se nos recibe en todos lados con una línea de izquierdas marcada.

En Madrid siempre nos acogen muy bien. De hecho, es uno de los sitios donde más efusividad hay y nos gusta mucho.

Alguna vez ha aparecido en nuestros conciertos un desubicado del PP, pero siempre hemos tenido un público antifascista y de una marcada línea de izquierdas

P: Me hablabas al principio de las emociones, ¿cuál os invade más antes de estas citas de despedida: la ilusión, la pena, la nostalgia…?

R: Fua. Creo que hay un montón encontrados. Siendo realistas y no queriendo edulcorar todo, hay una parte que igual no se dice para quedar bien, pero existe, y es que llevamos muchos años con esto y el parar ya es un peso que, de algún modo, nos quitamos de encima.

Hemos hecho cosas bien, cosas mal e igual no es tan estético decirlo, pero también es un descanso. Un grupo son muchos kilómetros de estar fuera de casa, entre gasolineras, furgonetas, trenes, etc. De alguna forma va a ser bonito, pero también un alivio. Paramos un poco porque estamos cansados y es una parte importante que va a pesar.

También es verdad que es algo que voy a reposar después, encima del escenario intentaré que se note lo menos posible porque sino te desborda, te desconcentra… y se te puede ir la letra o cualquier cosa. La emoción va a estar, pero habrá que canalizarla y ya en los días siguientes reposar todo esto.

P: ¿Qué dirían los chicos de LDS hoy a los chavales que tomaban cervezas y fumaban en el parque?

R: Siento un poco que somos esos chavales (…) Quizá que nos hemos profesionalizado tanto que se aleja del colegueo propiamente dicho para pasar a ser un trabajo. Como grupo de colegas no querríamos eso y abogaríamos por decelerarlo, que es lo que hemos hecho. Estamos parándolo porque queremos hacer otras cosas.

Les diríamos eso, que se nos ha ido de las manos porque ya no somos un grupo de colegas sino de trabajo y, por lo tanto, ya no tiene sentido.

Paramos porque estamos cansados

P: ¿En qué momento se da cuenta ese grupo de colegas de que todo empieza a ser un poco más serio?

R: “Más serio” es una cosa tan progresiva que no hay un momento concreto, pero sí hay algún punto de inflexión. Supongo que el primero gordo fue el primer Viña Rock cuando, de repente, levantas la vista y ves a un mar de gente que nunca habías visto.

No recuerdo si habíamos ido a algún festival antes. En cualquier caso, era como una meta. Cuando eres un adolescente y vas a los festivales sueñas con el Viña, que en aquella época era el más importante, por no decir el único.

Ahí dimos un paso importante como músicos, no como trabajadores de la música, sino como músico que quiere transmitir y que consiguen llegar a más gente. En ese momento te das cuenta de que tienes una responsabilidad que antes no, porque ibas por los barrios tocando, pero nunca habías tocado delante de 30.000 personas.

P: ¿Imaginabais llegar a crear algo tan grande? A todos los niveles me refiero: contestatario, esa conexión con el público, poder haber ayudado a gente por ejemplo a nivel mental, que no sé si de esto sois del todo conscientes…

R: Igual que no somos muy conscientes de que está pasando, hay una parte bonita de todo esto, y es que cada cuanto la gente nos comenta que nuestras letras le han sacado de una depresión. Entiendo que es algo que le pasa a muchos artistas.

Mi objetivo era llegar a gente y conectar con ella porque para mí eso es la música: llegar a cuantos más mejor. Pero esto tiene una cara B, que es esa de que hay gente a la que le sirve de ayuda o le favorece en determinadas cosas o momentos; y eso es algo muy bonito que nunca pensaste que pudiera ocurrir, pero también presiona.

Sí soy consciente al final de que la música ha ayudado a estas personas. No yo. Por lo tanto, no me siento tan responsable yo como el hecho de que la personas está en comunión con una canción. Eso me tranquiliza y me desresponsabiliza lo justo para no intentar hacer locuras con las letras.

Cada cuanto la gente nos comenta que nuestras letras le han sacado de una depresión

P: Habrá miles, pero, si tuvierais que destacar el momento de la banda, ¿cuál sería? Además del primer Viña.

R: Creo que las fiestas de Gràcia (Barcelona). Estábamos encima del escenario, que no era un escenario al uso, sino unas tablas de madera puestas en el suelo porque era un concierto en una plaza, muy rudimentario (…) Pero la plaza estaba petada y se cantó Cuando sale el sol, que en aquella época era de las más conocidas que teníamos, más fuerte de lo que habríamos imaginado. Yo no me escuchaba cantar, ni los monitores, ni la instrumental… Solo escuchaba a la gente. No tenía sentido que cantara yo porque ni siquiera sabía si estaba siguiendo el ritmo.

Fue muy apabullante, de hecho, es un momento que comento también en el documental que hemos sacado con motivo del final de la banda. En ese momento te das cuenta de que muchísima gente está cantando algo que tú habías escrito en tu casa, con tus colegas, y de repente te supera incluso físicamente, hasta el punto de que tu voz con el micro no supera lo que la gente hace abajo.  Sentí que el monstruo era más grande que yo. Y es bonito porque se te hace el corazón gigante. Sientes como algo comunitario. Fue heavy.

P: ¿Y el más duro? ¿Diríais que el intento de lo que definistéis como un boicot

R: Ese fue uno. El pensar que alguien es capaz de hacer algo así por las buenas, preguntarte qué busca esta persona, por qué lo hace. No sabíamos quien era, no entendíamos nada… No sabíamos cómo salir de allí porque no sabíamos a quién había que pedir perdón porque no se había hecho nada de lo cual pedir perdón.

Hay una parte oscura de la gente, que es capaz de hacer esto, y me sentí decepcionado con el ser humano de que alguien pudiera ser tan retorcido. Fue duro para la banda, pero como era algo que venía de fuera igual no es la parte más oscura. Fue un problema exterior que recibimos como pudimos y seguimos.

Algo más duro como nuestro, igual algún bolo que nos hayan anulado o alguna frustración musical… o puede ser muy típico, pero para mí lo más duro fue darme cuenta del entramado que hay detrás y al cual se apuntan algunos artistas. Darte cuenta de cómo funciona la industria, lo avariciosa que es, el trapicheo tras los escenarios…

Es algo que tú de adolescente no sabes y con el tiempo te vas desilusionando. Para mí fue duro eso, pensar que no había opciones a como yo pensaba que sería el mundo de la música. Al final tienes que adaptarte a temas que no quieres de promoción, tocar en sitios con los que no congenias, festivales…

Lo del KKR nadie lo supo hasta después del Viña. Y como esta, ¿cuántas cosas habrá? De tíos que participan en cosas con las que tú no quiere relacionarte, pero estás tocando en sus sitios, o con un cartel enorme de propaganda que está al lado del escenario en el que estás tocando… Que no tienes nada que ver, pero estás poniendo tu cara. Te sientes un poco monigote de que estás siendo el bufón de alguien que quiere cobrar.

El intento de boicot fue duro, pero no lo más (...) Para mí lo peor ha sido darme cuenta de cómo funciona la industria

P: ¿Os vais con la sensación de los deberes hechos?

R: Sí. Habiendo alcanzado metas como la que te he dicho del Viña, llegar a más gente de la que habría imaginado… Mucha de las ideas por las que me puse a hacer música se han visto realizadas.

Hemos podido conectar, hacerlo sin tener que sentirnos mal con ello, con letras y canciones que respetan lo que pensamos y cómo. Hemos podido hacerlo también a veces de una forma inteligente, esquivando la represión, pero no hemos dejado de decirlas. Y esto me atrevería a decir que es un privilegio, porque hay personas que las han dicho de otra forma y han sido reprimidas, como Pablo Hasél. Poder mantener todo esto hasta el alcance que hemos tenido, el no tener que poperizarme en extremo hasta darme asco a mí mismo…

Yo diría que sí, que todo lo que podía querer hacer un grupo de adolescentes, de amigos hasta hoy, creo que se ha realizado. Y personalmente he puesto todos los tick de esta etapa musical, el resto no pertenecen a una etapa tan adolescente en este sentido, sino que son más pausadas. Yo tengo ideas diferentes, hace poco saqué un disco de rap con orquesta sinfónica, por ejemplo. Y eso, voy a intentar ponerme con cosas más tranquilas. Igual me lanzo a hacer un musical…

P: ¿Va a volver Lágrimas de Sangre?

R: No tiene ninguna pinta. Sentimos que se cierra una etapa, no que se pausa. Este es un proyecto que se queda como una parte de nuestra vida y no creemos que vuelva, a menos como grupo que va a hacer discos y demás. Y como un grupo de remember, no tengo ni idea. Igual si nos da por ahí ya lo veremos, pero es complicado porque a saber dónde está cada uno dentro de tantos años.

La idea ahora mismo es que esto se acabó.

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