Casi treinta años después de El crepúsculo de los dioses, Billy Wilder regresó en 1978 al lado oscuro de Hollywood con Fedora, su penúltima película. A partir de la novela de Thomas Tyron, y co-escribiendo el guion con I.A.L Diamond, Wilder rodó en Europa (producción germano-francesa un tanto confusa) una película que posee algo de despedida por parte de Wilder, aunque llegaría a realizar tres años después Aquí, un amigo. Es más, habría sido un cierre mucho mejor para su filmografía, a pesar de la irregularidad de su conjunto, que Aquí, un amigo una comedia demasiado insulsa para venir de un talento como Wilder.
Fedora es un melodrama sombrío y macabro recorrido por un muy fino humor negro sobre el sueño de Hollywood de la fama y la juventud eterna. Wilder recurrió de nuevo a William Holden, como en El crepúsculo de los dioses, a quien el propio cineasta veía de algún modo como su segundo alter ego; el otro sería Jack Lemmon, pero en un sentido muy diferente. Holden representaba para Wilder una suerte de modelo o prototipo de americano duro pero vulnerable con un sentido trágico que, en sus colaboraciones en conjunto, siempre se veía desbordado por las circunstancias y el contexto. En El crepúsculo de los muertos narra la película desde la muerte, a pesar de ser joven; en Fedora está vivo, pero es un hombre mayor, un productor independiente que tras una larga experiencia en el cine intenta poner en marcha una película, una adaptación de Ana Karenina, para la que quiere recuperar a una de las grandes actrices de su época, Fedora.
Para este juego de espejos y apariencias que es Fedora, Wilder pensó en dos actrices como Marlene Dietrich, para el personaje de Fedora, y Faye Dunaway en el de Antonia. Pero la actriz alemana, por motivos casi evidentes al ver la película, declinó el proyecto, mientras que con Dunaway no hubo acuerdo. Wilder hizo caso a Sydney Pollack en su recomendación de la actriz suiza Marthe Keller, actriz que venía de trabajar con John Schelesinger (Marathon Man, 1976), Pollack (Un instante, una vida, 1977) y John Frankenheimer (Domingo negro, 1977) y que en aquel momento era una de las actrices de moda. Wilder ofrece ambos papeles a Keller, pero por un problema de piel tras un reciente accidente de coche no puede maquillarse de la manera que impone el papel de la anciana Fedora, por lo que el cineasta ofrece el papel a la gran actriz alemana Hidegard Knef. La extrañeza de la producción, sostenida por Wilder como pudo, llegó a tal extremo que debido a que para la trama de la película es indispensable que ambos personajes tengan la misma voz, y las de Keller y Knef no se parecían en nada, una actriz debió doblar a ambas para la versión inglesa, mientras que Keller puso voz a ambas en la versión francesa y Knef para la alemana.
La película comienza de forma similar a como termina la famosa novela de Tolstoi, con la que tiene no pocos elementos en común, sobre todo cierto sentido de la tragedia. Barry (Holden) asiste al funeral de Fedora y a partir de ahí se abre un largo flashback, en el que el productor narra cómo va a buscar a la actriz dos semanas antes a Cofú para ofrecerla un papel para un espectacular regreso a la pantalla, y el cual ocupa casi la mitad de la película; en la otra parte, se desvela algunos asuntos que habían quedado ocultos en la anterior narración, la cual se amplía con otros mediante más flashbacks que van creando un puzzle narrativo para desvelar qué sucedió alrededor de Fedora. Quién era realmente Fedora. La película posee una estructura que recuerda a otras dos grandes obras sobre el mundo del espectáculo y sobre dos actrices, Eva al desnudo y La condesa desnuda, sin embargo, en la película de Wilder no solo hay, o no principalmente, una visión ácida como en aquellas hacia el mundo retratado, sino que existe una mirada y un tono tan sombrío como melancólico. Porque Fedora es dura y ácida, y tiene algo de elegía hacia una forma de entender el cine, o de hacerlo, que ya es pasado y que el propio Wilder sufrió cuatro años antes con el fracaso de Primera plana, excelente película pero que en su momento sufrió la descontextualización de su estilo en una época de cambio en el ámbito cinematográfico. En un momento de Fedora, Barry se refiere al Hollywood del momento de esta manera: “Los chicos de las barbas están trabajando. No necesitan ningún guion, solo una cámara de mano y un zoom”. Las referencias no pueden estar más claras, aunque Wilder no cae en la autocomplacencia de un director que sabe que está perdiendo su sitio, sino que lanza el irónico comentario para contextualizar la ficción de la película y el momento en que se realiza. De hecho, no deja de ser curioso que Barry sea un productor que no consigue poner en marcha su producción sin una gran estrella como Wilder no logró financiación de la Universal para Fedora, consiguiéndola en Europa y de forma un tanto precaria.
El crepúsculo de los dioses, rodada en 1950, suponía una mirada hacia un cine que se desvanecía y que durante los cincuenta, con la caída de los estudios y el cambio interno del sistema de producción, rompía con el Hollywood de la edad de Oro. Fedora, casi treinta años después, mira hacia atrás y evidencia ese cambio, que quizá en muchos aspectos no fue tanto, pero a la vez se enfrenta a ese nuevo Hollywood de los setenta que, en efecto, cambiaría por completo la industria del cine, abriendo esta hacia varios caminos que todavía hoy en día se mantienen. Wilder, procedente de una cultura cinematográfica muy precisa y que resistió con personalidad a cada cambio, a cada momento, quizá sintió que definitivamente había perdido su lugar. Y aun así creó una película a contracorriente para, precisamente, hablar de la perdida de lugar, de lo exiguo de la fama y de la belleza, de la obsesión por eternizarse. Fedora acaba siendo víctima, doblemente , como se descubre al final, de sus ansias de eternidad y de permanencia.
Fedora es una película sombría e irónica, pero profundamente triste, porque, como dice un personaje en un momento determinado, enfrenta a dos mujeres a una situación que “es una mentira, de la que nunca podrás escapar”.