Cuarenta años después de Rocky, y de seis entregas sobre el personaje, llega Creed. La leyenda de Rocky, a modo de séptima película de la saga pero que, en realidad, mantiene a Balboa en un conveniente segundo plano, centrándose en la figura del joven Creed, hijo de Apollo Creed, y en quien busca en Rocky su mentor.


Como todo actor que repite personaje a lo largo de los años, película a película, el envejecimiento de uno acompaña al otro, convirtiéndose la saga o serie o conjunto de producciones en una especie de crónica que, en este caso, imprime de cierto interés a Creed. Porque Rocky se convierte, gracias a la interpretación de Stallone, que se aleja del personaje lo suficiente para imprimirle una personalidad diferente, pero sin abandonar los contornos que lo definen. El Rocky de Creed es una continuación del de Rocky Balboa, por su perfil crepuscular, decadente, llevado aquí al extremo, aunque escondiendo un pequeño giro de guión que si bien da sentido a la doble lucha por la superación que sustenta la historia, pero que acaba resultando demasiado simple, quizá innecesaria. Y aunque Rocky se mantiene en un segundo plano dentro de la acción, al final, es lo más interesante de la película. Tampoco es que haya mucho más.



Porque Creed, aunque superior a algunas de las películas de la saga de Rocky, lo cual no era complicado en algunos casos, no aporta demasiado, por no decir que nada.  Ryan Coogler, que dirigió la muy interesante Fruitvale Station, intenta acercar la película a la original, la de 1976, no tanto en el plano visual como en el narrativo. Así, Adonis Johnson (Michael B. Jordan), hijo no reconocido de Apollo Creed, abandona todo para convertirse en boxear, marchando de Los Ángeles a Filadelfia, para conseguir que Rocky sea su entrenador. Una vez más, el joven que quiere convertirse en boxeador. La idea que vehicula Creed es muy similar a la de Rocky, pero las diferencias son notables, no sólo las evidentes, cuarenta años de distancia entre una y otra, sino que mientras aquella nos presentaba a un joven de barrio pobre que conseguía, con su esfuerzo y trabajo, subir a lo más alto, potenciando sus cualidades, en este caso para el boxeo, en Creed estamos ante un joven cuya motivación obedece, en realidad, a un tema de sentirse hijo de un hombre al que nunca llegó a conocer, considerando que su legado permanece en él. Un relato inscrito dentro de una tradición muy asentada en la narrativa norteamericana, que transmitía en su momento algunos elementos comunes en los setenta –tanto visual como narrativamente., frente a una historia que encuentra en Apollo Creed un nexo de unión que aleja la película de Rocky lo suficiente como para que parezca diferente.


La dialéctica entre Adonis y Rocky se sitúa en el centro de un relato que, en general, apenas tiene interés. Construida siguiendo los modos de casi todas las películas de la saga, Creed recicla los elementos de ésta para ir trazando una historia de superación en un doble sentido, la Adonis para conseguir sus propósitos, la de Rocky en el terreno personal –y que no desvelaremos-, lo cual conduce a una secuencia, por otro lado, casi obscena. Por lo demás, la película intenta tener personalidad pero apenas se sostiene en algunos buenos momentos, todos relacionados con Rocky, la verdad, porque Adonis, por bien interpretado que esté el personaje, no posee demasiada fuerza.



Las imágenes de Coogler transitan entre el recuerdo/recuperación de la iconografía de la saga y el intento de actualizarlas y dotarlas de una personalidad alejada de ella; también entre cierta elegancia en la puesta en escena y un toque hortera heredado de los ochenta. Así, consigue elaborar algunos buenos momentos –la inevitable pelea en plano secuencia- y otros bochornosos –la carrera de Adonis y las motos a su alrededor-, no logrando en momento alguno que la película no vaya más allá de la mera maniobra nostálgica de aprovechar un mito cinematográfico, que evidentemente está ya más que acabado, como demuestra Creed, pero sin abrir la narración a nuevos derroteros tanto en el plano visual como en el argumental.