En su segundo álbum de estudio, El Cuerpo, Carmen Xía da un paso más allá en su carrera artística, consolidándose como una de las voces más originales y potentes del panorama estatal. Desde su inconfundible estilo que mezcla el rap, la copla y la electrónica, la gaditana nos invita a reflexionar sobre los cuerpos, las luchas que los atraviesan y la importancia de cuidarnos en comunidad.
Con colaboraciones de artistas como Canastéreo, Tribade y Califato ¾, la obra es mucho más que música: es un manifiesto de resistencia, sororidad y memoria colectiva. Hablamos con ella sobre este proyecto que desafía los géneros y pone en el centro las heridas, las raíces y la fuerza transformadora del cuidado.
P: ¿Por qué has querido centrar tu trabajo en la palabra 'cuerpo'?
R: He querido darle la importancia que nadie le da. El cuerpo está atravesado por todo y el capitalismo se encarga de relegarlo a un segundo plano. He querido homenajear también a los cuerpos castigados, especialmente los de las mujeres del sur, ya que estadísticamente son las más pobres de España. Las opresiones que sufrimos las mujeres y las disidencias van directamente al cuerpo. El colectivo LGTBI tiene más probabilidades de sufrir problemas de salud mental y precariedad. Todo esto afecta directamente al cuerpo. Además, también quiero destacar la sabiduría que las mujeres tienen desde su propio cuerpo y el conocimiento que no depende de lo académico.
P: ¿Cómo has ido desarrollando este pensamiento?
R: Nació a partir de mis experiencias vitales y de mi entorno cercano. Todo comenzó al experimentar grandes problemas de ansiedad y episodios depresivos, y darme cuenta de que nada de esto era culpa mía. El verdadero culpable es un sistema diseñado para que esto ocurra. Lo veo en mi entorno: la gente está fatal. No es casualidad ni algo individual que todo el mundo esté en la mierda. Todo está articulado por un sistema consumista que también convierte al cuerpo en un objeto de consumo.
P: Combinas tradición y modernidad bajo una atmósfera andaluza.
R: No hemos inventado nada, solo estamos descubriendo nuestro camino a través de las fuentes artísticas que nos han inspirado en este proceso. Andalucía se caracteriza por su modernidad dentro de la tradición, por romper esquemas y rebelarse. Ese espíritu influye en todos los campos, incluida la música. Somos inconformistas y diversos.
P: ¿Qué has aprendido de las mujeres andaluzas?
R: He aprendido muchísimo de las mujeres trabajadoras andaluzas, porque creo que es importante destacar a un sector concreto de la sociedad. Habrá mujeres de otras clases sociales que no se sientan identificadas con lo que digo. Esto tiene un componente de clase claro: el cuerpo duele de manera diferente según tu lugar en el mundo.
No es casualidad ni algo individual que todo el mundo esté en la mierda
P: Comienzas el disco con Awita, donde denuncias la explotación, la precariedad y la ansiedad.
R: Eso lleva siendo la realidad diaria de Andalucía desde hace muchísimo tiempo. Mis amigas y yo estamos en situaciones similares, y muchas nos hemos tenido que ir en busca de mejores oportunidades. Las que se quedan lo tienen muy difícil para encontrar trabajo, y algunas tienen que compaginar dos o tres empleos. Nos obligan a tener una fuerza brutal para seguir produciendo.
P: En Mami, mami denuncias el abuso en la industria musical, un tema que conecta con las acusaciones recientes contra Ayax y Prok. Incluso dices: "Mi niña bandolera dispara en el Albayzín".
R: Esa frase en realidad iba dirigida a otra persona, aunque ya ni recuerdo ni a quién. Ojalá fueran solo ellos dos, pero es que hay tantos… Por un lado, menos mal que estas denuncias están saliendo a la luz, que se visibilizan los abusos y que llegan a los medios. En 2017 ya hubo testimonios muy duros contra raperos, pero entonces se hablaba en plan "todas están locas". Las feministas hemos trabajado mucho para que esto esté pasando ahora. Me alegra, pero como mujer que ha sufrido violencia, siento que todo llega tarde. Agradezco lo que está sucediendo, pero debería estar mucho más articulado y protocolizado, no depender de una cuenta de Instagram. Los abusos sexuales son cotidianos y quienes estamos dentro de la industria lo sabemos.
P: Las cosas llegan tarde, pero llegan. Aunque cuando lo hacen, cuesta que cambien.
R: Es un gran paso. Tengo muchas ideas sobre este tema. Lo que estamos haciendo es histórico y caerán muchos más. Por eso están todos callados: tienen los días contados.
P: En el interludio del disco aparece una vecina de tu barrio hablándole a tu abuela sobre ti y tu música. ¿Qué te hace sentir esto?
R: Es el culmen de mi carrera. El éxito para mí es vivir de mi música y que las señoras del barrio me escuchen. En un concierto en Granada había gente de 70 años y también adolescentes. Ahí entendí que estábamos haciendo algo bien. Queremos transmitir un mensaje de clase y feminista, pero que lo entienda todo el mundo. ¿De qué me sirve hablar de mi abuela si una mujer de su generación no se siente identificada con lo que digo? Dolores, la señora del Interludio, me decía que se ponía mi música para fregar. Eso es lo que hacía mi abuela con las copleras. Es algo enorme.
P: Después de eso, ¿qué crítica puede importarte?
R: Ninguna. El mayor vacile rapero es gustarle a las abuelas.
P: Cierras el disco con Andaluces de Jaén.
R: Es un homenaje al poema de Miguel Hernández y también a Jarcha. Sentí que tenía que tomar algo tan puro y llevarlo a un terreno moderno, como el breakbeat. Todo muy andaluz.
P: ¿Tienes algún directo programado?
R: El próximo 30 de noviembre tenemos un concierto muy importante en la Sala Copera de Granada. Es un festival muy interesante con artistas como Ángeles Toledano, Space Surimi y otras figuras de la escena andaluza. Además, el 20 de diciembre comenzamos la gira del disco en Cádiz y, en 2025, iremos a muchos más lugares: Sevilla, Málaga, Barcelona, Madrid...