Tras quedar finalista en los Max, en la categoría de Mejor Autoría Revelación, con la obra La Gente, la compañía Pérez&Disla sube a escena El hombre menguante, una excelente pieza que, como aquella, está escrita en clave humorística –y tiene momentos de muchísima comicidad como los que superpone varios diálogos a la vez-, integra al público en la acción y juega con la ambigüedad del texto –que tiene muchísima textura- y la escenografía. Y, en un ejercicio metateatral, nos sugiere ideas relacionadas con la precariedad laboral de los actores (aunque su caso se puede extrapolar al de  cualquiera de nosotros), una precariedad que ataca el ego en plena línea de flotación. La obra, así, busca un vínculo metafórico con la novela La increíble historia del hombre menguante, que también se llevó al cine.


Volvéis a Madrid, a la Cuarta Pared, con La increíble historia del hombre menguante, en cuyo comienzo formuláis preguntas directas  al público sobre por qué van al teatro. ¿Qué certezas tenéis vosotros en relación con el público teatral español?


Nuestra certeza es que existe un interés. Si no, no irían al teatro. Existe un público curioso e inquieto que se acerca a la sala para recibir propuestas, dispuesto a dejarse sorprender, transformar, a escuchar, jugar, buscar estímulos, a vivir la experiencia de estar con otros. Nosotros trabajamos con ese interés. El espectador nos lo concede como si fuera un crédito y espera que, de alguna manera, se lo devolvamos. Se establece así una relación contractual que se suele dar por hecha pero que está viciada por muchos elementos que la pervierten. En este montaje exploramos la relación entre un público forzosamente transmutado en clientes a los que habría que satisfacer y unos artistas/profesionales que representan a la perfección el modelo de trabajador precario que se trata de extender al resto de ámbitos profesionales. Poner el acento en este hecho nos permite establecer un paralelismo entre la ficción del protagonista de El increíble hombre menguante y el mundo laboral actual.


Como hicisteis en La Gente, volvéis a incorporar al público en el espectáculo, en gran medida. ¿Por qué es importante esto para vosotros?


El público es inherente al hecho teatral. El espectador siempre participa de manera más o menos consciente, interpretando lo que observa, organizando y dando sentido a eso que está observando. Lo que nosotros hacemos es evidenciarlo y aprovechar esos recursos.  En EL HOMBRE MENGUANTE la participación no se da necesariamente a modo de réplicas o intervenciones, como sí podía pasar en LA GENTE, sino proponiendo espacios que ellos han de llenar, forzando al espectador a construir su propia ficción, pidiéndoles que nos ayuden, ya que solos y debido a nuestra precariedad, ni podemos, ni queremos. Sin embargo no puedes dar por hecho que el espectador se implique en lo que está viendo, tienes que activar continuamente su interés y eso necesita una conexión constante con el público. Son propuestas de riesgo y debes estar muy atento a todo lo que puede suceder pero, cuando te entregas a este trabajo, las posibilidades que aparecen son apasionantes y se crea una sensación de integración de público y espectáculo que es muy intensa.


La Gente tenía un tono bastante cómico. ¿Es vuestro tono, os sentís especialmente cómodos con él?


El humor está siempre presente en nuestras propuestas. El humor nos permite tomar distancia, relativizar lo que nos afecta sin necesariamente banalizarlo, encarar los problemas desde una perspectiva diferente y lúdica. En EL HOMBRE MENGUANTE abordamos el tema de la supervivencia en un entorno hostil donde nos sentimos cada vez más aislados, más excluidos, más vulnerables, más desencantados y no queremos caer en el victimismo. Buscamos sacar algo en positivo para no sumirnos en la impotencia. Y no queremos pasarlo mal. Bertold Brecht dijo que "el arte, cuando es bueno, es siempre entretenimiento".


Fuisteis finalistas al Max como Mejor Autoría Revelación. ¿Qué dificultades tiene ser autor revelación en España? 


Ser autor revelación no es una categoría, sino un reconocimiento y los premios Max lo son a escala nacional. Al ser una pequeña compañía que no trabaja en Madrid o Barcelona es difícil tener algo de visibilidad. Dar a conocer nuestro trabajo más allá del ámbito valenciano implica un sobresfuerzo inimaginable.  La nominación sirvió para que nuestro trabajo pudiera llegar a más espectadores. ¿Qué dificultades tenemos? La situación es tan desastrosa que puede ser paralizadora. Enumerar todas las dificultades sería entrar, por enésima vez, en la denuncia y estamos ya bastante cansados y desencantados. Preferimos centrarnos en las salas que nos programan, en los espectadores que nos acompañan y que día a día dan sentido a nuestro trabajo y nos animan a "creer en el mundo" de nuevo.


Próximas funciones:


La gente                       Alicante      21           Octubre


El hombre menguante   Granollers    6 - 7 - 8   Noviembre


El hombre menguante   Alicante      14            Noviembre


El hombre menguante   Sevilla         8 - 9 -10   Enero


El hombre menguante   Santander    23 - 24     Enero


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