Poco nos ha llegado a los escenarios españoles del teatro australiano actual aparte de la irregular Priscila, reina del desierto. Y es una pena, en Australia hay dramaturgos muy interesantes, como Andrew Upton (marido de Cate Blanchett) o Andrew Bovell, tal vez más conocido por ser el guionista de espléndidas películas como Lantana, basada en una obra que también es de su cosecha, Speaking in Tongues, o la reciente El hombre más buscado.


La excelente pieza Cuando deje de llover ha resultado se ha hecho con el Max 2015 al Mejor Espectáculo. Es una obra que mantiene los denominadores comunes de las obras de este autor: un personaje coral (hay un total de nueve actores), que se enredan en una trama compleja, que, apoyándose en unos diálogos intensos y de muchísima textura, analiza el comportamiento humano en situaciones difíciles o incluso extremas; en este caso, se fija en las consecuencias que tienen los actos contra natura, hablándonos de niños que desaparecen, muertes accidentales y suicidios. De forma más general, se puede extraer del texto una lectura de cómo el pasado marca, y a veces se merienda el presente y el futuro. Y de paso, se abarcan múltiples aristas de la condición humana: las relaciones padre-hijos, que se plantean a base de presentarnos a padres que desaparecen, madres que se encierran en sí mismas e hijos que necesitan conocer sus raíces, como resume una escena final que evoca la última cena bíblica; la influencia del clima en el carácter, en particular de la lluvia asfixiante, desasosegante; y la importancia del amor y el desamor, a partir de una radiografía de matrimonios rotos.


Cuando deje de llover es una obra río, cuya acción se desarrolla entre Londres y Australia, y entre 1959 y 2039, que describe la vida de tres generaciones de dos familias distintas cuyas vidas se entrecruzan. Su cotidianeidad se detalla a base de la repetición de las costumbres, que pasan irremediablemente de mayores a jóvenes. Costumbres como decir frases hechas, comer sopa de pescado o leer a Diderot. Este montaje de la pieza corre a cargo de Julián Fuentes Reta, director artístico de la compañía Corazón de Vaca, entre cuyos mayores éxitos destaca el León de Oro que obtuvo en la Bienal de Venecia por una versión de Pericles. El trabajo de los actores, entre los que se encuentran Jorge Muriel, también traductor de la pieza, Ángela Villar o Borja Maestre, es incontestable. Y la dramaturgia, original, simbólica y engarzada en una escenografía austera pero muy funcional, es de lo más inteligente.