En 1995 Cheryl Strayed, equipada con una enorme mochila, decidió recorrer el Pacific Crest Trail, espacio de más de cuatro mil kilómetros que bordean la costa oeste de Estados Unidos de México a Canadá. Aproximadamente doce años después, y cuando Strayed ya se había convertido en escritora, decidió plasmar aquella vivencia en su libro autobiográfico Salvaje, el cual se convirtió en un éxito tanto para crítica como para público casi de forma inmediata, fenómeno literario que se extendió a otras lenguas.
El director canadiense Jean-Marc Vallée se ha encargado de llevar a pantalla la historia de Strayed en Alma salvaje a partir de la adaptación llevada a cabo por el escritor y guionista Nick Hornby y bajo la apuesta personal de la actriz protagonista, Reese Witherspoon, excelente en su interpretación de Strayed, quien apostó desde la publicación del libro por realizar una película a partir de él.
Strayed –que significa en inglés, curiosamente, “extraviada” - decidió realizar esa caminata en un momento crítico de su vida. A los veintidós años su madre había muerto de cáncer, pérdida que supuso un duro golpe para la joven debido a la estrecha unión entre ambas, en gran medida propiciada por el abandono de su padre a temprana edad, quien maltrataba a la madre. A partir del deceso, Strayed se vió sumida durante cuatro años en una vida promiscua –que conllevará el divorcio con su marido- e incluso su adicción a la heroína. Extraviada vitalmente, decide extraviarse en las montañas en un viaje personal en búsqueda de algo… No se trata, como el viaje que llevó a cabo Christopher McCandlees y que Jon Krakauer recogió en su libro Hacia rutas salvajes (Into the Wild), posteriormente también llevada al cine por Sean Penn, de un alejamiento de la sociedad en busca de un vida alternativa, más pura, menos contaminada por el capitalismo. No, Strayed simplemente huía de sí misma, de sus problemas, buscando una curación personal (no hay misticismo alguno en la propuesta) a base de alejarse de todo y de todos.
Alma salvaje narra la historia de Strayed a base de dos tiempos narrativos. Por un lado, el presente sobre su marcha por las montañas, narrado mediante elipsis bien construidas que transmiten a la perfección el itinerario, con todas sus paradas, sus problemas y sus logros. Por otro lado, recuerdos de su pasado que vienen dados de dos maneras: como fogonazos de imágenes montadas con un aparente sentido caótico pero que crean un sentido emocional, sobre todo en su relación con ese presente en las montañas; y con flashbacks más convencionales que van detallando, aunque no de un modo totalmente cronológico, los sucesos que condujeron a Strayed a una vida extrema y a su posterior marcha. Este pasado hace hincapié ante todo en su relación son su madre, una felizmente recuperada Laura Dern.Así, el itinerario físico deviene en un trabajo de interiorización de ese pasado traumático contra el que tiene que combatir, siendo el viaje, entonces, tanto interior como exterior para acabar conformando un solo estadio producto de ambos.
Vallée, que debutó en 2005 con aquella magnífica película que era C.R.A.Z.Y., siempre ha demostrado una buena capacidad para la introspección, para el análisis de los personajes, para el trabajo con el contexto físico en el que se mueve y para el retrato de la época en que se desarrolla la historia a base de un trabajo sutil con las márgenes. Si bien en La reina Victoria o Café de Flore el resultado había sido desigual, en Dallas Buyers Club retomó el pulso de nuevo, aunque demasiado constreñido a los modos del cine indie más estandarizado. Ahora, en Alma salvaje, el cineasta canadiense vuelve a mostrar sus mejores bazas como director en la creación de una película tan física y material como abstracta en su construcción, creando una narración que fluye tanto hacia delante como hacia detrás sin que el ritmo decaiga, relacionando a la perfección la experiencia física de Strayed con sus recuerdos. La capacidad de Vallée, con la ayuda de Witherspoon, de transmitir la fatiga, el dolor, la victoria y la derrota, los diferentes estados anímicos del personaje, es excelente. Pero en ocasiones rompe el buen tono de la película con una música que aunque viene a ser un buen elemento narrativo no acaba de estar en sintonía con las imágenes, creando una distorsión que, si bien en otros casos puede ayudar, en este no lo hace. Del mismo modo, Vallée se aleja en determinados momentos de su mirada fría y distante y cae en cierto sentimentalismo que si bien no reducen sus virtudes sí impiden que Alma salvaje tenga una mayor gravedad y potencia.
Pero aparte del itinerario de Strayed, Alma salvaje resulta muy interesante por el contexto educacional en el que crece la joven: con una madre que lucha por sacar a sus dos hijos hacia delante tras el abandono de su marido (quien además la maltrataba), estudia, como la propia Strayed, en busca de una emancipación económica y personal que la aleje de su simple y reducida condición de esposa-madre. Ciertas ideas feministas así como de la contracultura norteamericana (aunque sucediera en la realidad, no es casual que casi al final de su viaje Strayed se encuentre en una ciudad que llora y canta la muerte de Jerry Garcia, de Grateful Dead, fallecido en 1995). Ese peso de liberación o busca de la libertad está también en el trayecto de Strayed por las montañas, como una continuación, o, quizá, como su inconsciente materialización. Algo que da más sentido y fuerza a una película que si bien no acaba de ser redonda en su totalidad, supone una gran sorpresa al conseguir sortear los lugares comunes de estas narraciones para adentrarse en un relato tan duro como gratificante.