En un mundo donde las modas cambian a la velocidad del algoritmo, hay algo casi milagroso en la persistencia de AC/DC. Esta banda australiana, nacida en los años 70 y aún en activo medio siglo después, es mucho más que una reliquia del pasado: es un monumento sonoro, una religión eléctrica que sobrevive sin plegarse a las reglas del mercado ni a los caprichos del streaming.
AC/DC no es solo música; es actitud, iconografía y resistencia. El grupo formado por los hermanos Malcolm y Angus Young no inventó el rock duro, pero lo convirtió en una forma de vida. Con su mezcla de riffs sencillos pero demoledores, letras directas y una imagen reconocible hasta en la penumbra de un bar de carretera, AC/DC ha logrado algo que pocas bandas pueden afirmar: sonar igual sin resultar repetitivos, y hacerlo sin pedir disculpas.
Orígenes eléctricos
La historia comienza en Sídney en 1973. Malcolm y Angus, hijos de inmigrantes escoceses, venían de una familia donde la música era una herencia natural. Su hermano mayor, George Young, ya había triunfado con The Easybeats. Fue él quien les produjo los primeros discos junto a Harry Vanda. La fórmula era sencilla pero imbatible: una base rítmica implacable, una guitarra líder que escupía fuego, y una voz que parecía surgida de las profundidades del infierno.
Bon Scott fue ese primer frontman. Carismático, salvaje, poseía el talento de un poeta callejero y el carisma de un pirata de taberna. Con él al frente, AC/DC grabó algunos de sus discos más venerados, como High Voltage (1975), Let There Be Rock (1977) y el aclamado Highway to Hell (1979). Pero el destino jugó su carta más cruel en 1980: Bon Scott murió tras una noche de excesos. Muchos pensaron que era el final.
No lo fue.
Renacimiento con Brian Johnson
En lugar de desaparecer, AC/DC encontró una segunda vida. El sustituto de Scott fue Brian Johnson, un cantante inglés con una voz igual de áspera y potente. El disco de debut con Johnson fue nada menos que Back in Black (1980), un homenaje a su antecesor y uno de los álbumes más vendidos de todos los tiempos.
Desde entonces, la banda ha seguido girando y grabando, fiel a una estética que ha cambiado muy poco. AC/DC no es una banda de experimentos: rehúyen lo conceptual, lo acústico, lo íntimo. No hay baladas, ni colaboraciones estelares, ni intentos de “reinventarse”. Su música sigue sonando a cerveza, motores, cueros gastados y escenarios sudorosos.
El legado inmortal
En los últimos años, las tragedias personales han vuelto a golpear al grupo: la muerte de Malcolm Young en 2017 por demencia, la retirada temporal de Brian Johnson por problemas de audición, y los problemas legales de su batería Phil Rudd. Y sin embargo, en 2020, en plena pandemia, AC/DC volvió con Power Up, un disco que sonaba a clásico desde el primer riff.
A estas alturas, AC/DC no necesita demostrar nada. Son parte del ADN del rock. Una banda que ha envejecido como el whisky fuerte: sin suavizarse, sin endulzarse. Y mientras siga sonando su trueno, habrá quien siga creyendo que el rock, de verdad, nunca morirá.
Una cita ineludible en Madrid
Los seguidores españoles de AC/DC tienen una cita imperdible este verano. La banda ofrecerá dos conciertos en España el próximo 12 y 16 de julio de 2025 en el Estadio Riyadh Air Metropolitano de Madrid, como parte de su gira europea Power Up Tour. Las entradas estan disponibles y pueden adquirirse exclusivamente a través de los canales oficiales: Live Nation, Ticketmaster y El Corte Inglés. Los precios varían según la ubicación, con opciones que van desde los 100 euros más gastos para la pista trasera hasta los 165 euros más gastos para la pista delantera. Los menores de 16 años deberán asistir acompañados de un adulto responsable.