Ha sido tal la explosión que nos tiene a todos locos. Haya sido una estudiada campaña de marketing multicanal o producto del talento combinado, el huracán Rosalía ha arrasado España y ahora amenaza otros países.

Lo cierto es que el fenómeno ha estado larvado en el sustrato de la música española desde siempre. Y con más fuerza y variedad en los últimos años, producto de la pérdida de complejos por los jóvenes del país, liberados de las cadenas mentales que minusvaloraron a sus mayores.

Aquí van algunos de esos momentos en los que se manifestó eso que hoy estamos exportando al mundo a escala industrial. Ya era hora.

1. Camarón.
El primero de todos. El que pagó el precio, el innovador al que le tocó torear con la incomprensión. “La Leyenda del Tiempo” cumple con la premonición de su título. Publicado en 1979 es el primer disco heterodoxo firmado por un cantaor en el que las palmas se mezclan con sintetizadores. Todo lo que rodeó a la grabación y reacciones posteriores es de sobra conocido. Para analizar la influencia de ese disco serán necesarias décadas.

2. Chichos/Chunguitos.
Que tanto monta monta tanto. Hablábamos de Camarón, pero en 1974, cinco años antes, Los Chichos estaban facturando Ni Más, Ni Menos, un estándar de la música patria. Los Chunguitos llegaron un poco después, al rebufo de la música que servía de banda sonora a las ciudades dormitorio en eclosión. Y a la pequeña delincuencia, a la droga y a todo aquello.

3. Triana.
Crearon una cosa que se llamó rock andaluz porque no podía definirse de otro modo. Instrumentos y resolución roquera conducían tonos y cadencias flamencas. Era el alma de Jesús de la Rosa, compositor, teclista y cantante que llevaba el despliegue progresivo de sus compañeros al delirio de los tablaos. Lo que habían mamao en el barrio mezclado con lo que oían en la radio. No hay más. 

4. Lole y Manuel.
Todo el mundo alaba la cultura flamenca de Rosalía y cómo cita entre sus referencias a cantaoras desconocidas para el gran público. Pero pocas han acercado el sonido a más personas que Lole Montoya. Lo suyo tampoco era muy canónico, quizá eso ayudó a su difusión. En cualquier caso, la profundidad de su música y sobre todo del quejío han cautivado incluso a Tarantino, que incluyó en una de sus películas Tu Mirá (Tu mirá se me clava en los ojos como una espá… ejem, ejem).

5. Pata Negra.
Quizá el secreto para no sufrir las iras de los puristas es tomárselo a cachondeo. Así es Raimundo Amador, el tipo de la eterna sonrisa. Ya había apuntado el camino con Kiko Veneno, otro que tal, en Veneno. Los hermanos Amador habían salido con ganas de la experiencia con Camarón y deciden motárselo por su cuenta. Su mezcla de flamenquito, blues, pop y deje andaluz mueve un muerto. En los inicios de los ochenta graban dos joyas como Pata Negra y Guitarras Callejeras.

6. Morente y Lagartija Nick.
Aquella actuación del maestro en la que de pronto cayó el telón y apareció la avalancha sónica de los granadinos. Ya era 1996 pero poco habían cambiado las cosas en casi veinte años. De aquella salió Morente ileso de milagro. Omega, el disco que grabaron con canciones de Leonard Cohen y textos de Lorca, es otro pilar de la música de este país y tiene sus correspondientes documentales. No se los pierdan.

7. Camela.
Antes de que el público huya con las manos en la cabeza, ningún fenómeno musical pasa sin dejar rastro. Los creadores de la techno-rumba han dejado varios legados, entre los cuales el estético es uno de los más relevantes. Los entornos por los que vemos moverse a Rosalía en sus vídeos eran el granero de seguidores del trío madrileño.

8. Soleá Morente y Evangelistas.
Habían pasado casi otros veinte años desde que casi apedrearan a su padre cuando Soleá repitió la jugada. En este caso en compañía de casi todos los Planetas rebautizados como Los Evangelistas cuando se unen a Antonio Arias que traía la experiencia de Omega. El Encuentro, de 2013 no es tan audaz pero sí resulta efectivo y es uno de los primeros encuentros del flamenco con sonidos más modernos.

9. Niño de Elche.
Otro heterodoxo. Bueno, El Heterodoxo. Antes de Rosalía, El Niño de Elche metía paladas de indies entre los cuadros de fans del flamenco. Sus letras pragmáticamente actuales y políticas y su estilo altanero suponía una renovación sobre todo en los temas. Poco le pueden preocupar las críticas furibundas a un tipo que se autodenomina exflamenco.

10. El Coleta.
La línea del flamenco ha quedado bien clara. La que ha llevado a Rosalía, junto a El Guincho y C. Tangana al éxito incluye una mezcla de géneros mucho más recientes. Rap, Trap, incluso reguetón. El Coleta es un rapero fuera de toda catalogación, pero hay que intentarlo. Barriobajero, quinqui, chungo, estancado en los ochenta del Vaquilla y el Torete. Su sonido recupera figuras como los Chichos o los Chunguitos.