Para los amantes del buen comer (aquí servidora al habla), la comida es uno de los placeres más grandes de este mundo. Sibarita o no, experimentar con los sabores que nos ofrece la comida me parece divertido y necesario en esta vida. Igual de necesario que debería ser conocer a algún gran chef, o al menos, verle cocinar en directo. Y es que hoy, Paco Roncero lo tenía todo preparado para presentarnos sus mejores recetas con yogur gracias a la campaña de Danone, #Yomecuidoconyogur.

En una cocina engalanada para la ocasión, Paco Roncero y su equipo tenían una misión: enseñarnos en esta masterclass cuáles son las posibilidades que tiene un yogur más allá de tomarlo como un simple postre: un producto muy versátil del que desconocemos todas lo que puede ofrecernos. “Con un yogur se pueden hacer infinidad de elaboraciones" cuenta el chef dos estrellas Michelín mientras se mete en 'faena'. "Es muy versátil y puedes hacer lo que quieras con él”. Y tanto. En apenas media hora le hemos visto transformar un yogur en lo más inesperado. Desde Filipinos de yogur bañados en chocolate blanco, pasando por croquetas de yogur e incluso risotto. Además, si pensabas que el bizcocho de yogur era de lo más clásico, Roncero lo mete en un sifón, un ratito al microondas y ya tienes un bizcocho que para nada se parece al que hacía tu abuela. 

Pero sin duda la estrella de la mañana ha sido el huerto de frutas sobre tierra de yogur. Una obra de arte en la que todos nos arremolinamos a hacer fotos para inmortalizar ese momento, Que una no se encuentra un huerto de este calibre todos los días.

También ha dejado a todos los allí presentes con la boca abierta cuando ha sacado el nitrógeno líquido a escena y hemos sido testidos de cómo tranformaba un poco de yogur Danone en un coulant espectacular.

Aquí el resultado final.

Sin duda, ha sido todo un gusto verle cocinar en directo y probar todas sus creaciones. Ahora nos queda mucho por aprender y practicar en casa para que un yogur deje de ser un simple yogur  y nos haga triunfar estas navidades. Con un poco de práctica, igual le robamos alguna estrella Michelín. Y si no, pues siempre nos quedará pedírselas a los Reyes Magos.