España está llena de rincones fascinantes: playas doradas, ciudades históricas, pueblos antiguos que parecen detenidos en el tiempo. Entre ellos, un nombre ha brillado recientemente con luz propia: Valldemossa. La prestigiosa revista Forbes lo ha señalado como el pueblo más bonito de España, destacando su magia única, su historia rica y su atmósfera encantadora. Enclavado en las montañas de la Serra de Tramuntana, en Mallorca, este pueblo combina paisajes majestuosos, patrimonio artístico y tradición espiritual. Vamos a conocer por qué Valldemossa merece ese elogio.
¿Qué se puede ver en Valldemossa, la joya de la Tramuntana mallorquina?
El recorrido por Valldemossa no puede empezar en otro lugar que en la Real Cartuja, situada al final de la concurrida Vía Blanquerna, en la Plaza de la Cartuja. Este imponente conjunto monumental sorprende por la riqueza de sus espacios: la iglesia decorada con frescos del cuñado de Goya, la antigua farmacia, la colección artística y la dedicada al archiduque Luis Salvador de Austria.
Dentro de la propia Cartuja también se encuentra el Museo Frédéric Chopin y George Sand, que conserva la famosa celda número 4 en la que la pareja pasó el invierno de 1838. Aquí se guarda el piano original de Chopin, traído desde París y vendido después a una familia mallorquina.
Para descansar un poco del recorrido, nada mejor que pasear por los Jardines del Rey Juan Carlos. Desde ellos se obtienen unas vistas privilegiadas del campanario de la Cartuja, además de rendir homenaje a figuras ilustres vinculadas con la isla, como Chopin, Rubén Darío o el archiduque Luis Salvador, a través de varios bustos dispuestos entre el verde. Otro punto imprescindible dentro del recinto es el Palacio del Rey Sancho, construido probablemente sobre un antiguo alcázar árabe (no hay plena certeza) que se llamaba Mussa, del cual provendría el nombre del pueblo, el “Valle de Mussa”.
Fuera de la Cartuja, Valldemossa sigue ofreciendo rincones de gran encanto. Uno de ellos es el mirador de Miranda des Lledoners, en la calle Jovellanos, desde donde se obtiene una panorámica espectacular del municipio. La zona está rodeada de bares y restaurantes, por lo que resulta un lugar perfecto para combinar vistas y un buen descanso gastronómico.
En el corazón del pueblo también merece una visita la iglesia de San Bartomeu, cuyos orígenes se remontan a la época de la Reconquista. Situada en la parte baja de Valldemossa, concentra buena parte de la vida local. Y, por supuesto, no se puede abandonar Valldemossa sin detenerse en la casa natal de Santa Catalina Thomàs, convertida hoy en capilla.
¿Por qué Forbes lo premia?
Forbes lo señala como el “más bonito” porque Valldemossa en esta villa encontramos la combinación de su paisaje natural —la Tramuntana ofrece panoramas imposibles— con la historia del monasterio y la presencia de figuras universales como Chopin y George Sand, todo eso crea una atmósfera literaria, artística y filosófica que trasciende lo visual.
En resumen, Valldemossa no es solo un pueblo para visitar: es un lugar para sentir. Un sitio donde los siglos se hacen presentes en cada piedra, donde la belleza es un idioma que cualquiera puede hablar. No es de extrañar que Forbes lo haya elevado como la joya más brillante del paisaje español. Si buscas detener el tiempo, respirar arte e historia, y sentir la Mallorca más auténtica, Valldemossa es el destino ideal.