La comarca del Alto Palancia oculta un hermoso pueblo con recinto amurallado y una cueva donde se obran milagros. Se trata de Altura, un municipio de Castellón conocido por albergar uno de los monasterios más importantes de España, que se encuentra rodeado por un entorno natural de ensueño en la Sierra Calderona.
Una villa medieval de origen prerromano
Los orígenes de Altura se remontan a la época íbera, lo que se evidencia en los restos arqueológicos encontrados en la zona. Más tarde, durante la época romana, el municipio se convirtió en un importante enclave comercial debido a su ubicación estratégica entre Valencia y Zaragoza.
En la Edad Media, la villa de Altura estuvo inicialmente en manos de la Orden de los Templarios y, posteriormente, pasó a formar parte de la Orden de Montesa. Este período histórico dejó una huella en la cultura y arquitectura del municipio.
Uno de los hitos más destacados en la historia de Altura es la concesión de la categoría de villa durante el siglo XV, en 1407, por Martín I el Humano. Trescientos años después, en el siglo XVIII, el pueblo experimentó un auge económico considerable gracias a la explotación de sus minas de hierro y plomo.
¿Qué ver en Altura?
Además, el municipio es conocido por sus monumentos históricos, como la Cartuja de Vall de Cristo, fundada en 1385, que fue uno de los monasterios más importantes de España y Europa hasta su abandono en el siglo XIX; o el Santuario de la Cueva Santa, un centro de peregrinaciones religiosas desde el siglo XVI, conocido por los milagros atribuidos a sus aguas.
Comienza tu recorrido en el casco histórico, paseando por sus calles empedradas que te transportan a épocas pasadas. Admira el recinto amurallado, testigo del legado defensivo de Altura, donde podrás sentir la historia viva que aún palpita en sus antiguas murallas.
Visita la Cartuja de Vall de Crist, un impresionante monasterio del siglo XIV que no solo es un icono de arquitectura gótica sino también un vibrante centro cultural. Participa en alguno de los eventos o exposiciones que frecuentemente se celebran aquí, ofreciendo una ventana al rico patrimonio cultural del área.
Por otro lado, la Cueva Santa, ubicada en una montaña cercana y conocida por ser un centro de peregrinaciones donde se celebran romerías y otros actos religiosos a lo largo del año, cuenta con una historia que data del siglo XVI, cuando, según la tradición, la imagen de la Virgen fue encontrada allí por un pastor.
Santuario de la Cueva Santa de Altura, Castellón, donde la Virgen ha obrado milagros. Valencia Bonita
Así, durante el reinado de Felipe II, el Santuario de la Cueva Santa cobró gran relevancia debido a los supuestos milagros atribuidos a las aguas de la cueva. Su capilla del siglo XVII, que se encuentra en la entrada, alberga valiosas obras de arte religioso y permite a los visitantes disfrutar de la paz y la contemplación.
Asegúrate de visitar la antigua Iglesia de San Miguel Arcángel, conocida como La Primitiva, que se destaca por su arquitectura y su historia profundamente arraigadas en la tradición local. Durante las festividades locales, como las de la Virgen de Gracia y San Miguel Arcángel, la iglesia se convierte en el corazón de las celebraciones.
Iglesia de San Miguel Arcángel, conocida en Altura como La Primitiva. Wikipedia / Joanbanjo
Rodeado de un imponente entorno natural
Altura también tiene un patrimonio natural impresionante gracias a su ubicación entre el Valle del Palancia y la Sierra Calderona, convirtiéndola en un destino ideal para los amantes de la naturaleza y las actividades al aire libre. También cabe destacar el Manantial del Berro y su Aljama Sarracena con la que comparte raíces e historia.
Este manantial es el punto de partida ideal para hacer rutas de senderismo y ciclismo que te permiten descubrir más sobre la fascinante geografía de la región. Estas rutas son perfectas para quienes buscan aventura y conexión con el entorno natural.
Los milagros de la Cueva Santa
La Cueva Santa de Altura, situada a 811 metros de altitud en las laderas de Montmajor, una de las cimas más altas de Sierra Calderona, es un destino místico y religioso desde que en 1516 se le atribuyó el primer milagro reconocido por la Santa Sede: el afloramiento del Manantial del Berro.
Según la leyenda, la historia de la Cueva Santa comienza con Fray Bonifacio Ferrer, hermano de San Vicente Ferrer y prior general de la cercana Cartuja de Vall de Cristo, quien en 1410 creó imágenes de la Virgen para ser distribuidas entre los pastores.
Estas imágenes eran pequeñas y fáciles de transportar, ideales para que los pastores las llevaran consigo y les rindieran culto. Un pastor dejó una de estas imágenes en la Cueva Santa, un sitio conocido por su protección contra las inclemencias del tiempo y por tener un manantial, donde adornó la imagen con flores silvestres y rezó sus oraciones.
Casi un siglo más tarde, otro pastor de Segorbe, al pasar la noche en la cueva, tuvo una visión de la Virgen que le indicaba el lugar exacto donde estaba la imagen olvidada. Este encuentro reavivó la devoción en la región, y la cueva se convirtió en un lugar aún más sagrado.
Uno de los milagros más famosos ocurrió en 1574, cuando Isabel Martínez y Juan Monserrate, un matrimonio de Jérica, buscaron refugio en la cueva después de que Juan contrajera lepra. Isabel lavó las heridas de Juan con el agua de la cueva mientras rezaba a la Virgen por un milagro. Sorprendentemente, después de nueve días, las heridas de Juan sanaron completamente.
Sin embargo, al regresar a Jérica, el milagro fue inicialmente interpretado como brujería por los lugareños. A pesar de esto, finalmente fue reconocido como un acto divino, y la historia de su curación ayudó a cimentar la reputación de la Cueva Santa como un lugar de milagros.
Durante los años siguientes Isabel Martínez continuó cuidando el santuario. En un intento de trasladar la imagen a un lugar más seguro, Isabel descubrió que la Virgen deseaba permanecer en la cueva, lo que fue interpretado como un signo de su voluntad divina de permanecer accesible para todos los que buscaran su ayuda.
Gastronomía "de altura"
La cocina de Altura se caracteriza por su tradicional "olla" de pueblo, complementada con una variedad de carnes y embutidos locales. Entre los platos destacados también se encuentran las "patatas a lo pobre" y ensaladas frescas, aliñadas con el renombrado aceite de oliva virgen extra de la zona, conocido por su calidad y sabor distintivo. Para los postres, las frutas locales y los dulces caseros, como la "torta malhecha", son altamente recomendados. Estos manjares se preparan en hornos que han servido a la comunidad durante siglos.
Además, Altura cuenta con varios productores locales que ofrecen productos ecológicos y de proximidad, como mermeladas, salsas y harinas. Muchos de estos productos están certificados bajo la marca "Castelló Ruta de Sabor" de la Diputación de Castellón, un distintivo que asegura su calidad y autenticidad regional.
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