Ubicada en el sur de Francia, Carcasona es una de las fortalezas medievales mejor conservadas de Europa. Sus más de tres kilómetros de murallas y 52 torres distribuidas en dos líneas defensivas concéntricas hacen de este lugar un ejemplo excepcional de arquitectura militar. Con una superficie de 11 hectáreas, la ciudad amurallada no solo destaca por su tamaño, sino también por el estado en que ha llegado hasta nuestros días.

El origen de su sistema defensivo

El sistema defensivo de Carcasona fue construido con una precisión notable. Las murallas, con un grosor de hasta tres metros, se reforzaron con materiales como pizarra y piedra tallada, lo que da testimonio de la destreza de los constructores de la época. La primera línea de defensa, que data del siglo XIII, tiene 1.250 metros, mientras que la segunda, construida por orden del rey Luis IX (San Luis), alcanza los 1.800 metros. Cada una cuenta con 26 torres de hasta 12 metros de altura. La barbacana de San Luis, uno de los puntos clave del sistema, podía albergar a 200 soldados y ofrecía una defensa eficaz durante los asedios.

¿Quién es la familia Trencavel?

Más allá de sus muros, la historia de Carcasona también se refleja en quienes la gobernaron. La familia Trencavel, vizcondes de la ciudad durante varios siglos, impulsó su crecimiento y consolidación como bastión estratégico. Posteriormente, las obras impulsadas por San Luis reforzaron su carácter defensivo y su relevancia en la protección del reino.

Ya en el siglo XIX, el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc dirigió una extensa restauración que respetó el diseño medieval original. Su intervención fue clave para preservar el conjunto arquitectónico que hoy forma parte del Patrimonio Mundial.

Una ciudad centrada en la sostenibilidad

Actualmente, Carcasona atrae a más de tres millones de visitantes al año. Este flujo turístico ha sido gestionado con una visión centrada en la sostenibilidad. La ciudad ha logrado combinar su conservación histórica con un desarrollo turístico respetuoso, que mantiene viva la esencia del lugar sin renunciar a su protección.

Más allá de su atractivo estético, Carcasona representa un ejemplo de resiliencia histórica y adaptación al presente. Sus calles empedradas, casas medievales y torres centenarias siguen contando historias a quienes deciden recorrer sus murallas.

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