El coronavirus nos ha cambiado, pero hay costumbres que no pueden perderse de repente. Los italianos, buenos conocedores del vino, recordaron durante el confinamiento una tradición suya de hace más de 400 años para no dejar de beber algo rico en medio de esta desoladora situación: las populares “buchette del vino”, traducidas como “las ventanas del vino”.

Los bares y restaurantes de Florencia decidieron construir en 1630 pequeñas ventanas en los establecimientos para servir el vino y evitar el contacto con los clientes para no contribuir a la propagación de las graves pandemias que asolaban en toda Europa, como la peste negra que fue especialmente mortífera en la Toscana. A pesar de que estuvieron en desuso siglos, existe una Asociación Cultural que protege este legado histórico con un registro que incluye todas las ventanas que quedan en la región y ahora también de todas aquellas que están recuperando de nuevo su función debido al coronavirus.

El tamaño es el justo y necesario para pasar una botella o garrafa de vino y, por supuesto, la mítica bebida italiana Spritz sin ningún tipo de temor. ¿Cambiarán los turistas las fotografías en la famosa Fontana del Porcellino por las de estas curiosas ventanas?