Ponerse los calcetines para ir a la cama puede parecer una costumbre sin importancia. Pero, según los expertos en comportamiento humano, este pequeño gesto cotidiano puede revelar mucho más de lo que imaginamos sobre la forma en que nos cuidamos, descansamos y gestionamos nuestras emociones.

Es cierto que dormir con calcetines es habitual en invierno, cuando las noches son más frías. Sin embargo, hay personas que mantienen este hábito durante todo el año. Y no es solo por comodidad térmica: detrás puede haber implicaciones psicológicas que explican por qué sentimos esa necesidad de cubrirnos los pies incluso cuando no hace frío.

"Tiene muchos beneficios: regula la temperatura corporal, mejora la circulación sanguínea, reduce el estrés y la ansiedad, previene problemas en la piel, facilita la recuperación muscular, ayuda a tener un sueño más profundo y te da una sensación de protección llevarlos puestos", aseguró Alba Gutiérrez en Aruser@s sobre una investigación publicada sobre el tema en el diario Qué!.

En todo caso, igualmente existen algunos incovenientes: desde que pueden surgir problemas de circulación sanguinea, así como malos olores, sin olvidar que, segúnun estudio del Servicio de Medicina Interna del Hospital Ramón y Cajal, dormir con calcetines puede provocar infecciones y la aparición de hongos ya que, si lo calcetines no están limpios se pueden acumular bacterias, lo que daría pie a la aparición de enfermedades.

Dormir con calcetines: un ritual de autocuidado y seguridad

Los especialistas aseguran que este gesto está ligado a la búsqueda de seguridad y bienestar. Para muchas personas, forma parte de una rutina estructurada que favorece la sensación de calma antes de dormir. Algo tan simple como colocarse los calcetines se convierte en una señal para el cuerpo de que ha llegado la hora de relajarse.

Desde la psicología, se interpreta como una forma de autocuidado emocional. Quienes incorporan este tipo de rutinas suelen ser personas que valoran el orden, que saben anticiparse a sus necesidades y que buscan crear un entorno seguro para conciliar el sueño.

Personalidades estructuradas y emocionalmente maduras

Varios enfoques psicológicos coinciden en que dormir con calcetines puede relacionarse con perfiles que presentan un apego seguro. Es decir, personas que se conocen bien a sí mismas, que priorizan su salud y que no sienten culpa por buscar el confort personal.

Este pequeño hábito también puede funcionar como una barrera emocional: cubrirse los pies aporta una sensación de protección que ayuda a calmar el sistema nervioso. Al igual que beber una infusión caliente o utilizar aromas relajantes en la almohada, los calcetines se convierten en un ritual más dentro del proceso de desconexión.

No es solo cuestión de gustos

Dormir con o sin calcetines no debería tomarse a la ligera. Aunque parezca una decisión estética o una cuestión de temperatura, puede esconder patrones emocionales más profundos. Por eso, más allá del clima o la estación del año, muchos especialistas recomiendan incluir este gesto en la rutina nocturna si ayuda a mejorar el descanso.

En definitiva, si eres de los que no puede dormir sin calcetines, no estás solo. Puede que, sin saberlo, estés cuidando tu bienestar emocional y reforzando tu calidad de sueño más de lo que imaginabas.