El bienestar y la felicidad dependen en gran medida de la calidad de las relaciones que se construyen, según un estudio de la Universidad de Harvard. Así, una investigación de la mencionada universidad señala que la calidad de las relaciones influye directamente en la salud y en la felicidad. Recordar experiencias positivas ayuda a los niños a rendir mejor y a construir una visión más sólida de sí mismos, según dicha investigación.
Carol Coleman, directora de Apoyo al Estudiante en The British School of Barcelona (BSB), lo resume así: “En un mundo que nos puede sobre estimular, un antídoto puede ser la conexión: comenzando por nosotros mismos, extendiéndose a los demás y arraigándose en las comunidades a las que pertenecemos".
Así, para Coleman, el papel de la escuela es ofrecer experiencias que permitan a los alumnos conectar, sentirse parte de un grupo y contar con la seguridad necesaria para expresarse y crecer.
"A través de pequeños hábitos intencionados y relaciones genuinas, desarrollamos resiliencia, empatía y un fuerte sentido de pertenencia que nos ayuda a prosperar”, añade la experta.
Cinco claves para fortalecer la conexión y el bienestar
The British School of Barcelona propone cinco enfoques para que niños y adolescentes desarrollen vínculos sociales de calidad que repercutan en su bienestar:
- Reafirmar la identidad personal: Aprender a conocerse y actuar en coherencia con lo que uno es resulta esencial para establecer relaciones sanas. Cuando los jóvenes identifican sus valores y aprenden a poner límites en la amistad, se relacionan con respeto y empatía. Sentirse parte de un grupo que los acepta refuerza su seguridad y los motiva a incluir y apoyar a los demás.
- Elegir bien a los amigos: Más que la cantidad de amistades, lo que importa es su autenticidad. Reconocer qué convierte a una relación en valiosa y distinguir entre un amigo ocasional y uno cercano permite construir vínculos sólidos. Contar con personas que escuchan y valoran fortalece la autoestima y ayuda a generar lazos duraderos.
- Equilibrar lo digital y lo presencial: Las redes sociales pueden acercar a quienes comparten intereses, pero también provocar presión, tristeza o sensación de exclusión. Por eso es clave que los niños y adolescentes reflexionen sobre cómo se relacionan en línea y en persona, y aprendan a limitar el tiempo frente a las pantallas. Ese equilibrio les ayuda a vivir con mayor presencia y seguridad.
- Practicar la bondad: Los gestos sencillos —compartir, incluir, ofrecer ayuda o dirigir una palabra amable— refuerzan la cohesión en el entorno escolar. La amabilidad no solo beneficia a los demás, también repercute en el propio bienestar. Ser compasivo con uno mismo y poner límites adecuados permite cuidarse y seguir mostrando generosidad hacia otros.
- Participar en acciones solidarias: Colaborar en proyectos sociales o ambientales brinda experiencias que despiertan la empatía y conectan con diferentes realidades. Identificar causas que entusiasmen a los jóvenes y darles herramientas para aportar a su comunidad fortalece su liderazgo y capacidad de escucha. Además, les permite descubrir cómo sus talentos pueden generar un impacto positivo.