El Gobierno progresista de España, que preside el Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, ha cumplido una vez más, pese al PP, pese a Vox y pese a los residuos de los serviles de Ciudadanos, una de sus promesas: la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) un 8% en 2023 hasta llegar a los 1.080 euros.

España es uno de los países de la OCDE que más ha aumentado el Salario Mínimo Interprofesional, desde los 735 euros de 2018, año en que llegó Pedro Sánchez a la Presidencia del Gobierno, hasta incrementarlo en un 47% con la nueva subida para este año.

Se trata de otra decisión más del Gobierno socialista de España, acordada con los sindicatos UGT y CCOO, dirigida a los colectivos que más necesitan del apoyo de las administraciones públicas, colectivos que incluyen a las personas con rentas salariales más bajas, para hacer frente a los momentos difíciles derivados de las crisis.

Medidas totalmente distintas a las adoptadas por los gobiernos del Partido Popular que siempre han utilizado como receta los recortes en servicios públicos, en prestaciones sociales y en recursos para los pensionistas y los desempleados.

Una medida, el incremento del SMI, que se suma a la subida de las pensiones, a la del Ingreso Mínimo Vital o a los innumerables acuerdos del Consejo de Ministros para apoyar a los asalariados y asalariadas, a las clases trabajadoras, a las clases medias, al funcionariado, a la juventud o a los colectivos de pensionistas.

Frente a todas esas medidas, quiero llamar la atención sobre un hecho que viene sucediendo desde que se declaró la pandemia del Covid 19 y después con la guerra de Putin en Ucrania. El negacionismo de las derechas, del PP y Vox principalmente, pero también de Ciudadanos.

El negacionismo, entendido como rechazar lo evidente, rechazar la realidad o utilizar un discurso estratégico y mediático destructivo contra todo con el único objetivo de crear crispación entre la gente para desgastar al Gobierno.

Negacionismo fue no reconocer que la pandemia del Covid era un suceso global. Porque a las derechas extremas del PP y Ciudadanos y ultras de Vox les costó aceptar que la pandemia era un hecho mundial, que superaba, con mucho, la tragedia sanitaria y social de nuestro país.

Negacionismo con las vacunas o con las mascarillas, porque les costó entender que eran acciones para poner fin a la pandemia.

Negacionismo ha sido no reconocer medidas como los ERTE o el apoyo a los autónomos y a las empresas durante los momentos más duros de la crisis.

Negacionismo ha sido negar y rechazar los impuestos a la banca y a las energéticas, a los más poderosos.

Negacionismo han sido episodios como el mutismo del PP frente a los ataques de Vox hacia las mujeres para elegir libremente y sin coacciones en sus derechos recogidos en la Ley de Interrupción del Embarazo.

Negacionismo ha sido no reconocer el éxito del Gobierno de España en la captación de Fondos Europeos Next Generation, gracias a la gestión de Pedro Sánchez. Esos 140.000 millones de euros que tienen golosos a los ladrones de la “cueva” de la calle Génova de Madrid.

Negacionismo es no reconocer el mantenimiento del empleo en España, a pesar de las crisis. Negacionismo es no reconocer las medidas del Gobierno para reducir la inflación en España, referencia más baja de los países europeos.

Negacionismo es no reconocer el éxito del Gobierno, valorado en toda la Unión Europea, adoptando medidas como la llamada “excepción energética” de España y Portugal.

Negacionismo era en el mes de septiembre de 2022, la profecía del PP y de sus socios de Vox, de que los españoles se iban a morir de hambre y de frío.

Negacionismo era negar el apoyo a los Pactos de Estado que proponía el Gobierno de España para superar la crisis del Covid-19.

Como su negacionismo ha sido un fracaso absoluto, Feijóo, como antes lo hizo Casado, ha decidido cambiar el tercio y buscar nuevas estrategias extremistas de desgaste hacia el Gobierno. Se llame independentismo, se llame sedición o se llame Ley del sí es sí. Esos asuntos en los que la mayoría progresista del Parlamento sigue trabajando para construir una España más unida, más fuerte o más igualitaria.

Yo no tengo duda de que Pedro Sánchez, junto a Felipe González y a José Luis Rodríguez Zapatero, han sido los presidentes del Gobierno de España que más han contribuido al Estado del Bienestar, a impulsar legislativamente las reformas más importantes de los derechos ciudadanos, a crear una España donde convivir de manera más justa y equitativa, donde los territorios no sean motivo de discriminación. A proteger la Democracia y la libertad en nuestro país.

Y especialmente, el Gobierno que preside Pedro Sánchez es, sin duda, y a pesar de las crisis encadenadas que ha tenido que combatir, el Gobierno que ha tenido la oportunidad de demostrar, de manera ejemplar, que su objetivo principal eran las personas.  

Es entendible, por definición, que la labor de oposición persigue fiscalizar la gestión de los gobiernos en sus distintos ámbitos institucionales. Pero es incomprensible la deslealtad de las derechas hacia las instituciones públicas y hacia la ciudadanía, negando todas las acciones positivas del Gobierno de España, con el único objetivo de obtener beneficios electorales.

Una vez más me quedo con lo positivo. Ayudar a las personas. Especialmente a las personas que más ayuda requieren en los momentos más difíciles. Los principios ideológicos del PSOE.