Al ver la entrevista a Sandro Rosell en el programa de La Sexta “Lo de Élove” me quedaron meridianamente claros los motivos por los que TV3 todavía no ha entrevistado al ex presidente del Barça, en libertad desde hace algunos meses, después de haber estado casi dos años en prisión preventiva y ser finalmente absuelto de todas las acusaciones contra él formuladas por la jueza Lamela. No, ni TV3 ni Catalunya Ràdio, ni cualquier otro medio de comunicación público o privado ligado al aparato de propaganda del secesionismo catalán, hará nunca una entrevista a Sandro Rosell como la que Jordi Évole le hizo el pasado domingo en su programa.

Sandro Rosell habla alto y claro. Tal vez podría hablar más alto, pero no puede hablar más claro. En ocasiones lo hace de un modo curioso, pero no por ello menos claro. Por ejemplo, cuando Évole le pregunta si es o no independentista, su respuesta puede parecer sorprendente pero es muy elocuente: “Dímelo tú. Yo te explico unos hechos y tú me dices si lo soy o no. Si hubiera un referéndum por la independencia, yo votaría que sí, pero me iría a casa. Si el resultado final es que sí, yo me voy de Cataluña. Si el resultado final es que no, me quedo en Cataluña. ¿Soy o no soy? Así es como yo pienso...”. Puede parecer una respuesta evasiva, sin duda sorprende y desconcierta hasta al propio Évole, pero no me parece nada aventurado afirmar que serían muchos, incluso muchísimos más de los que algunos pueden pensar, los ciudadanos de Cataluña harían lo mismo que Sandro Rosell en un hipotético referéndum de autodeterminación de Cataluña. Porque una cosa es votar con el corazón, y por tanto desde las emociones y los sentimientos, y otra cosa muy distinta es actuar con la razón, en función de tus propios intereses personales.

¿Cómo podrían, TV3, Catalunya Ràdio o cualquier otro medio público o privado puesto al servicio exclusivo de la propaganda separatista, dar a conocer a sus seguidores fieles e incondicionales unas opiniones como las de Sandro Rosell, como mínimo calificables como curiosas? Pero resulta que Sandro Rosell ha sido el presidente del Barça que obtuvo mayor número y porcentaje de votos en su elección, con 35.021 votos y el 61,35% frente a los otros tres candidatos: 8.044 votos y el 14,09% para Agustí Benedito, 7.014 y 12,29% para Marc Ingla, y 6.168 y 10,8% para Jaume Ferrer, el candidato apoyado por el presidente anterior, Joan Laporta. El rotundo triunfo de Sandro Rosell, acompañado de la no menos rotunda derrota del candidato laportista, abrió heridas que todavía no han cicatrizado en la entidad, que por su extraordinaria relevancia social (“el Barça és més que un club” o, como escribió Manuel Vázquez Montalbán, “el Barça es el brazo no armado de Cataluña”), tiene gran importancia incluso en la vida política.

A Sandro Rosell no se le ha perdonado jamás que rompiera con Joan Laporta, éste sí independentista a machamartillo, miembro fundador del efímero Partit per la Independència (PI) de Àngel Colom y Pilar Rahola, diputado autonómico y concejal por un grupo separatista ahora ya desaparecido, participante destacado en las veladas que la ya citada Pilar Rahola le organizó al entonces presidente de la Generalitat Carles Puigdemont, de quien se ha manifestado seguidor convencido y entusiasta. Tampoco se le ha perdonado a Sandro Rosell que destituyera de manera fulminante al hasta entonces director del Barça, Joan Oliver, antiguo director de TV3 bajo la presidencia de Jordi Pujol y miembro del círculo de influencias del otrora poderoso secretario general de la Presidencia de la Generalitat, Lluís Prenafeta, y que años después, con otros socios del mismo perfil político como el economista y ex directivo del Barça Xavier Sala i Martín, se hizo con el completo control accionarial del Reus, club al que arruinó y llevó a su desaparición. Tampoco le han perdonado a Sandro Rosell que cesase como director del canal institucional BarçaTV al periodista Vicent Sanchis, ahora director de TV3 a pesar de haber sido reprobado por la mayoría absoluta del Parlamento de Cataluña. Mucho menos le han perdonado a Sandro Rosell que durante su presidencia vendió -a muy buen precio, por cierto- los derechos televisivos del Barça a Telefónica y no a Mediapro, como Jaume Roures tenía previsto.

No, decididamente Sandro Rosell no es “uno de los nuestros”. A pesar de ser hijo de uno de los escasos miembros fundadores de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) de Jordi Pujol y un destacado ejecutivo del Barça en las últimas presidencias previas a la inesperada y para muchos indeseada llegada de Josep-Lluís Núñez a la presidencia del club, a pesar de ser un catalanista de toda la vida, de sentirse incluso independentista pero a su modo y manera, no, Sandro Rosell no era de “la familia”.

Solo así se explica que un personaje público catalán tan famoso como él, que sufrió la incuestionable injusticia de pasarse casi dos años enteros en prisión preventiva acusado de unos delitos de los que tanto él como su socio y sus familiares también acusados fueron definitivamente absueltos. Y ello después de haberse negado reiteradamente a llegar a algún acuerdo por el que, con una simple admisión de culpa, hubiese obtenido la libertad inmediata.

Sandro Rosell es un tipo raro. Muy interesante. Coincidió en la cárcel no solo con los principales dirigentes políticos y sociales independentistas sino también con Gerardo Díaz Ferrán, Luis Bárcenas, Rodrigo Rato, Ignacio González, Jordi Pujol Jr… y de todos ellos habló bien. En especial de Jordi Cuixart, el menos político de los dirigentes separatistas condenados. Raro, raro…

Y raro, rarísimo, es que en un Estado social y democrático de Derecho Sandro Rosell, y con él su socio y amigo andorrano Joan Besolí, se hayan pasado casi dos años en prisión preventiva en un caso manifiestamente inconsistente, con indicios de prevaricaciones varias e incluso de posibles fabricaciones de pruebas falsas. Un caso de muchos años atrás, de mucho antes de que Sandro Rosell fuese presidente del Barça, aprovechado con oscuros intereses para destrozar su imagen pública. Lo que sí lograron fue robarles casi dos años de vida. Pero como no era “de los nuestros”, como no era de “la familia”...