El protagonismo político de la vicepresidenta Yolanda Díaz crece como las mareas en la Rías Altas, su patria, cuando cubren la arena de la playa. Muy valorada por su capacidad para conseguir puntos de encuentro en la más espinosa negociación, le honran sus declaraciones publicadas este domingo en el diario El País: “Aquí no estamos por Unidas Podemos ni por el PSOE, somos el Gobierno de España y tenemos que garantizar que no salgamos de las crisis con más desiguales aún, de las que hemos entrado.” 

Antes de sustituir a Pablo Iglesias, cuando el líder de Podemos dio la espantá, ya ofreció buenas muestras de su talante. Consiguió conciliar posturas entre empresarios y agentes sociales, aportando un impulso importante en determinados logros del Gobierno de Pedro Sánchez. Su arraigada convicción de que por encima de todo hay que resolver los problemas, le lleva a quitar importancia a las diferencias que existen entre las dos orillas de la coalición.

Qué diferencia de mensaje y qué buena impresión produce el no estar continuamente en la cuerda floja de la disensión, que con demasiada asiduidad exhibía el ex líder de Unidas Podemos. Díaz presenta a UP dentro de las dos almas que, dice, hay en el Gobierno para trazar la salida de la crisis. Aunque con posiciones diferentes entre los dos socios han sabido resolver “los debates gruesos” con “muchísima tranquilidad”. 

Con esa misma calma, asegura de que aumentará el salario mínimo que sólo fue congelado una vez, recuerda, por un presidente del PP, Mariano Rajoy Brey. Y está dispuesta a llegar a un acuerdo con su colega, el socialista José Luis Ábalos, para que los jóvenes puedan acceder a una vivienda. Es consciente de los tiempos duros por venir, pero asegura que no hay que enfocar lo público como un problema de gasto, sino de ingresos. Con esto, da la vuelta a la tortilla y marca un camino que no conduce al desaliento.

Díaz también pone en valor haber gestionado la crisis sin recortar derechos, o que en un año y cuatro meses hayamos recuperado el nivel del empleo anterior a la pandemia, frente a los 10 años y 11 meses que tardó el Gobierno Rajoy en la crisis anterior. De todos modos, en la entrevista nada comentó de los dramas todavía existentes. 

Está visto que Yolanda Díaz tiene la tenacidad de una política comprometida, la templanza, la habilidad de una negociadora brillante y la mirada amplia que le confiere el hecho de ser mujer y Abogada Laboralista. En esta entrevista soltó algunos mensajes que otros políticos callarían: “Puigdemont debe ser parte de la solución, no del problema”. O que la audacia y valentía desplegada con los indultos se debe aplicar a un programa social de envergadura.

Como buena progresista, la vicepresidenta enlaza con lo que los socialistas siempre han preconizado: hay que pegarse a la vida de la gente, al día a día. Lo contrario sería una equivocación. Con todo ello, da la razón a Pedro Sánchez cuando apostó por nombrarla, primero ministra de Trabajo, y luego, vicepresidenta. Trabajando en equipo, este Gobierno de coalición puede frenar la amenaza de una derecha extrema