El juicio al "Procés", que se está celebrando en el Tribunal Supremo, está poniendo al descubierto, además del flagrante pasotismo o ineptitud de la Fiscalía y de la abogacía del Estado, la calaña de quienes nos gobernaban aquellos agitados días. Según han reconocido bajo juramento, ni Mariano Rajoy, ni Sáenz de Santamaría ni quien fuera ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, tenían conocimiento alguno del dispositivo y de las órdenes que recibieron las fuerzas de seguridad el día del referéndum sobre la independencia de Cataluña.

Por no recordar, el ex presidente del Gobierno y actual registrador de la propiedad, no recuerda ni el nombre de quien dirigía la operación policial probablemente más importante desde la llegada de la democracia. Se deduce de semejante lapsus de memoria que, o bien Rajoy padece amnesia como consecuencia del estrés (algo poco probable, ya que la derrota del Real Madrid en Copa del Rey aún no se había producido) o bien estaba mintiendo, lo que en su condición de testigo en un juicio, es delito. La disyuntiva es terrible, España en aquellos peligrosos días estaba en manos de un enfermo mental o de un delincuente.

Tampoco recordaba muy bien don Mariano ni con quién ni de qué había hablado esos días. Tuvo que ser el lendakari vasco, Iñigo Urkullu, quien, sin un solo apunte, refrescara su memoria dando el número exacto, las fechas y el contenido de las conversaciones que mantuvo con el Presidente de España y con el de la Generalitat de Catalunya. No es por alarmar, pero si yo fuera el responsable de los registradores de la propiedad iría buscándole un sustituto a Rajoy, porque con esa desmemoria o esa querencia por mentir, no quiero imaginar los desbarajustes que puede estar provocando en su puesto de trabajo.

Con su incapacidad o mala fe, los ex responsables del Gobierno de España han alimentado el argumentario independentista de que la instrucción judicial del "Procés" fue dirigida por el Ejecutivo. Hasta ahora, el desarrollo del juicio parece estar corrigiendo ese desmán, pero la duda que han creado sobre algo tan esencial como la separación de poderes en España tardará mucho tiempo en restablecerse. Y los Rajoy boys eran la derecha sosegada, ¡imaginen ustedes la carnicería que pueden provocar las huestes de Casado, Rivera y Abascal en nuestra democracia!