El mapa político en Andalucía ha empezado a cambiar. Si hoy se celebrasen elecciones, el PSOE volvería a ganar con claridad, superando al Partido Popular en seis puntos, según el último barómetro de 40 dB para El País y la Cadena SER: 26,9% de intención de voto frente al 20,9% del PP. Más allá de los números, lo importante es la tendencia, el PSOE sube, el PP cae.

El socialismo andaluz recupera terreno gracias a una ciudadanía que empieza a decir basta. Basta de recortes del PP, basta de abandono de los servicios públicos de Moreno Bonilla y basta de una Junta de Andalucía más preocupada por su imagen, que por los problemas reales de la gente. Y al frente de esta ola de cambio se sitúa con fuerza el llamado efecto Montero.

María Jesús Montero ha logrado conectar con una mayoría social que busca soluciones reales. Su perfil sólido, su capacidad de gestión y su discurso claro han convertido al PSOE en la primera fuerza política en Andalucía. Frente a ella, el gobierno de Moreno Bonilla se hunde en su parálisis.

El desgaste del Ejecutivo andaluz es evidente. El PP ha perdido casi cuatro puntos en apenas un mes. Y no es por casualidad: la gestión de Moreno Bonilla está cada vez más cuestionada. Andalucía arrastra una crisis sanitaria sin precedentes, un sistema educativo que se desmorona y literalmente se cae a trozos, una atención a la dependencia colapsada y un problema de vivienda que ahoga a miles de familias y de jóvenes.

A ello se suma un problema aún más profundo: Moreno Bonilla se ha convertido en un títere en manos de Feijóo. Este domingo, y tras el pinchazo de la movilización del PP en Madrid, el presidente andaluz del PP se trae a Feijóo a Málaga. No sabemos si para promocionar al gallego o para que Feijóo lo apoye a él como alternativa de futuro y huir de Andalucía.

Lo que ha quedado claro es que Moreno Bonilla está anteponiendo los intereses partidistas del PP a los intereses de los andaluces y andaluzas. Y con ello está rechazando recursos y oportunidades históricas para nuestra comunidad.

Moreno Bonilla ha rechazado 112 millones de euros en fondos europeos para 12.000 plazas de guarderías. También ha dicho no a la condonación de 18.791 millones de deuda autonómica. Y se ha opuesto a 500 millones de euros para vivienda pública. ¿La razón? Tocarle las palmas a Feijóo manteniendo la confrontación con el Gobierno de la nación. Pedro Sánchez plantea miles de millones de euros para Andalucía para hacer avanzar a nuestra tierra, a los que Moreno Bonilla se opone, perjudicando a la ciudadanía.

La sanidad pública andaluza que es responsabilidad exclusiva de Moreno Bonilla se encuentra en estado crítico. Más de dos millones de personas están en listas de espera. En verano, cuando la población se dispara, el PP recorta personal: faltan 18.000 profesionales, incluyendo pediatras, matronas, fisioterapeutas o psicólogos. Las demoras son indignantes: ocho meses para un neurólogo, cinco para traumatología y semanas para una simple analítica. Mientras tanto, la inversión en sanidad privada aumenta. El modelo de Moreno Bonilla está claro: una sanidad para ricos que pagan y otra para quienes esperan.

La educación pública tampoco escapa al deterioro. Desde que el PP llegó al poder, se han cerrado más de 2.400 aulas. Para el próximo curso, desaparecerán otras 525. Las infraestructuras educativas se deterioran, proliferan los barracones y se multiplica el desánimo entre docentes y familias. La comunidad educativa ha dicho basta, con movilizaciones en la calle.

La situación en dependencia es insostenible. Andalucía lidera el ranking de espera para acceder a una prestación: 587 días de media. En valoración de discapacidad, la espera puede llegar hasta 36 meses. El colapso es tal que, hasta medios poco sospechosos de ser de izquierdas, como ABC han denunciado esta vergüenza.  Literalmente, hay personas que fallecen sin recibir la ayuda a la que tienen derecho.

En materia de igualdad, el retroceso es escandaloso. El gobierno de Moreno Bonilla ha recortado un 23% de los fondos propios destinados a combatir la violencia de género. El prometido Pacto Andaluz sigue siendo humo, mientras se desmantelan centros de atención a víctimas y recursos de protección.

Los precios del alquiler están desbocados. Los jóvenes no pueden emanciparse y muchas familias se ven atrapadas entre alquileres inasumibles e hipotecas asfixiantes. En este escenario, Moreno Bonilla ha rechazado 500 millones para vivienda pública del Gobierno de Pedro Sánchez en la última Conferencia de Presidentes. ¡Una auténtica barbaridad!

Mientras los servicios públicos se hunden, el PP andaluz se dedica a premiarse a sí mismo. Moreno Bonilla se ha subido su sueldo dos veces en el último año. También lo ha subido a los Altos cargos de la Junta. La Junta de Andalucía ha multiplicado el gasto en publicidad institucional en un 140%, ha creado más puestos de libre designación y destina más recursos que nunca en casas gratis para Altos cargos. ¿Austeridad para quién?

Este modelo de recortes y privilegios de Moreno Bonilla empieza a causar rechazo entre la ciudadanía, y el PSOE es la única alternativa real a las políticas del PP en Andalucía. María Jesús Montero representa esa alternativa: una voz firme pero dialogante, una defensora sin complejos de lo público, un visión moderna y justa para Andalucía.

El crecimiento del PSOE en las encuestas no es un fenómeno pasajero. Es un reflejo de la oportunidad que se abre ante el desgaste evidente del proyecto del PP y de la desconexión de Moreno Bonilla con la realidad de la mayoría social.

La reciente encuesta del CIS también apunta en la misma dirección: una ventaja de 7 puntos para el PSOE a nivel nacional, impensable sin un fuerte respaldo andaluz. Andalucía vuelve a situarse en el centro del mapa político, como el territorio que puede marcar la diferencia.

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