Al quilombo histórico al que está sometido actualmente el PSOE, la formación política que más años ha gobernando España desde la restauración democrática, se une la discrepancia actual entre el partido/madre y el Partido de los Socialistas de Catalunya.

No es asunto baladí en modo alguno. Porque Cataluña, además de un territorio de singular importancia dentro de España, atraviesa un periodo excepcional y el PSC tendría que jugar un rol sustancial dentro de ese debate.

Recuerdo un viaje en el puente aéreo Madrid/Barcelona que hice cuando yo estaba en la agencia Europa Press con el entonces vicesecretario general Alfonso Guerra, al que el tiempo está dando la razón, en el que me expuso sus argumentos en contra de que el PSOE despareciera como tal en Cataluña. Como muestra un botón.

Independencia

Desde entonces, donde el Partido Socialista Obrero Español se mostraba intratable en todas las elecciones nacionales, han pasado muchas cosas y el actual PSC ha visto como le han ido abandonando, elección tras elección, muchos de los votantes que lo hacían cuando mandaban Felipe González y Alfonso Guerra.

Bien. La gran cuestión es que el PSC de Miquel Iceta se encuentra a gusto en el NO a la independencia que proponen los secesionistas y el NO a la investidura de Mariano Rajoy. Esto último tiene su lógica teniendo en cuenta que el PP se ha convertido, quizá por méritos propios, en la gran bestia negra política en aquel territorio. Javier Fernández, tipo serio donde los haya, quiere, sin embargo, que el PSOE se presente el próximo miércoles en el Congreso de los Diputados con un solo voto y una sola voz. Está por ver.

No me interesan los braserillos internos de los partidos. Me afanan más las propuestas que presentan para resolver los problemas de los ciudadanos, al fin y a la postre, los que ponemos el dinero para que subsistan. En este sentido, el PSC podría jugar un papel clave entre los independentistas y los que mantienen la idea de que Cataluña siga formando parte de España. Por eso, no se les puede decapitar “manu militari”.

Imagino que Alfonso Guerra habrá seguido desde Sevilla todo lo que aconteció en el cuartel general de la madrileña calle Ferraz.

Definitivamente amigos, el tiempo todo lo puede.