No corren buenos tiempos para Pablo Casado. Su individualismo en la toma de decisiones y, sobre todo, su giro ideológico hacia el espacio de la extrema derecha, está causando malestar en las filas del Partido Popular que preferirían, en su caso, hacerlo con mayor recato. 

No es que Casado en algún momento haya sintetizado la esencia del progresismo. No. Al contrario. Cuando era vicesecretario general de Comunicación del PP, ya había enseñado la patita con comentarios como este: “Los de izquierdas son unos carcas, todo el día con la guerra del abuelo y las fosas”. Pero cada vez se hace más evidente su salto hacia el pasado.

Disgustan en el PP sus actuaciones personalistas, sin consultar. Entre otras muchas, como la de presentar una ley de 1980 para resolver la fórmula de elección del Consejo General del Poder Judicial; o plantear el regreso a la ley de 1985 para los supuestos del aborto, o hacer pública su idea de detraer competencias a las Comunidades Autónomas en el capítulo de la educación, centralizándolas en el Estado. Asunto que ha llevado a expresar su opinión contraria al presidente de Castilla y León, hombre del PP, que no admite tal cesión.

Pero lo que irrita más al sector crítico de los populares es la sintonía que apunta su presidente hacia los postulados de Vox. Incluso hasta decir que compartía valores.  Aunque, en la campaña en Andalucía el PP no responde si está pensando en pactar con el ultraderechista partido, lo que sí es cierto es que tanto Casado como sus segundos de a bordo tienen mucho cuidado en no arremeter contra las huestes de Santiago Abascal.

Lo que irrita más al sector crítico de los populares es la sintonía que apunta su presidente hacia los postulados de Vox

El candidato a presidir la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, a la pregunta de qué les diferencia de Vox, se sale por la tangente: “nosotros somos hechos probados y ahora mismo no sabemos ni qué hace Vox, ni cuál es su programa ni qué harían. Lo desconocemos”. Similar cautela despliega el secretario general del PP, Teodoro García Egea, cuando le preguntan si contarían con Vox en lo que denominan “mayoría del cambio”: “Estaremos encantados de recibir todos aquellos votos que supongan un cambio a Susana Díaz y un refrendo a nuestro programa electoral”. 

En el PP, un partido a fin de cuentas constitucionalista, a pesar de Pablo Casado, muchos militantes no comulgan con las ruedas de molino xenófobas, racistas y antieuropeas de Abascal. Las espadas comienzan a estar en alto hasta el punto que comentaba hace poco un avezado político popular: “Si a Casado tanto le gusta Vox, que se vaya a Vox”.