Decía el filósofo Inmanuel Kant que quien es cruel con los animales lo es también con los otros hombres. Está comprobado que los países que tienen aprobadas Leyes de respeto a los derechos animales, que son precisamente los países más democráticos del mundo, son también los países con menos tasas de muertes por asesinatos, por maltrato machista y por delincuencia en general. La ecuación respeto a los animales = respeto a los derechos humanos es prácticamente matemática y muy fácil de contrastar. De tal manera que muchos expertos tienen la plena convicción de que si se permitiera que dos o tres generaciones aprendieran en la escuela respeto a todas las formas de vida y los niños fueran informados de lo que es el especismo y de sus consecuencias, de que los animales también sienten, y sufren y aman, como los humanos, y que tienen derecho a un mínimo de respeto, las cotas de violencia y de agresividad humana descenderían a índices impensables en tan sólo un par de décadas. Tan importante es la defensa de los animales.

Lejos de poner interés en una Educación que forme a los niños en el amor, es decir, en el respeto a la diversidad y en la complicidad y el respeto a los seres vivos de otras especies (bueno, y de la misma especie también), algunos parecen pretender todo lo contrario; con tal ímpetu que se hace evidente que se esfuerzan en adoctrinar en el odio y en la soberbia de creernos con la potestad de despreciar, maltratar, torturar y/o asesinar a los otros; a los de otra especie (especismo), y, por extensión, a los de otro género (machismo), a los de otra raza (racismo), a los de otra clase social (clasismo), o a los que piensan de otro modo (fascismo/totalitarismo). Porque finalmente, todo está interrelacionado.

En la era del PP se nos hizo muy evidente: incremento desproporcionado de la financiación a las corridas de toros, que hasta metieron en la escuela y en la universidad, como si matar y torturar fuera una disciplina académica. Y ahora en Andalucía los tres partidos, PP, Ciudadanos y Vox, que pactaron el gobierno andaluz acaban de aprobar los presupuestos autonómicos en un acuerdo en cuyo punto 13 acuerdan introducir en las aulas andaluzas la caza como una actividad escolar. Nada de actividades relacionadas con los Derechos Humanos, ni con el cambio climático, ni con valores democráticos, ni con respeto a la naturaleza, o a la diversidad, ni con música, arte o cultura. No. Van a financiar la caza en las escuelas y el fomento de las corridas en Andalucía, como si no estuvieran ya bastante fomentadas con dinero público. Es obvio que para la derecha es un acuerdo tácito la consigna de promover de manera sistemática todo lo relacionado con el desprecio a la vida animal y natural, en la misma línea del desprecio que promueven a los derechos de las personas.

 De ninguna de las maneras hemos podido esperar hasta ahora que, no sólo la derecha, sino apenas ninguno de los grandes partidos de este país contemple ningún punto al respecto del animalismo en sus programas electorales; y mucho menos hemos podido esperar que se hable de ello en los debates televisados. Aunque cada día la sociedad española rechaza más la tradición torturadora de la España más psicópata y más negra.

Sin embargo, el lunes pasado, en el debate preelectoral de TVE entre los cinco principales representantes de los partidos más votados, ocurrió la excepción. Creo que ha sido la primera vez en que uno de esos representantes, Pablo Iglesias, ha mencionado el respeto a los derechos animales y la creación de una Ley de Protección Animal en su programa. Ignoro si lo dijo o no convencido. Aludió al hecho de que “puede parecer algo sin importancia”; pero lo dijo. Lo verbalizó. Y eso es algo muy importante en un país, el nuestro, en el que se nos adoctrina desde la infancia en el desprecio a los animales, y en la insensibilidad ante la crueldad, en base al antropocentrismo que nos enseñan en la escuela.

Gracias, Pablo Iglesias. Aunque le diría que es un asunto tan relacionado con la política y tan importante como que el respeto a los derechos de los animales va unido íntimamente al respeto a los derechos de las personas. Y por eso precisamente algunos se esmeran en que no se respeten, porque despreciar los unos garantiza de algún modo el desprecio también de los otros. Y es tan importante como que la calidad moral de una persona, de una sociedad, de la humanidad entera depende, como decía Milan Kundera, de su actitud frente a los seres que están a su merced, los animales. Se trata, en esencia, del pensamiento empático, frente al pensamiento psicopático, que es el que imponen los mal llamados liberales en la actualidad. Lo dice de otro modo también el gran estudioso de la ternura e investigador de la crueldad, el eminente psicólogo argentino Fernando Ulloa, cuando afirma que “hablar de ternura en estos tiempos de ferocidad no es ninguna ingenuidad, sino un criterio profundamente político, que pone el acento en la resistencia a la crueldad y a la barbarización actual”.

Coral Bravo es Doctora en Filología