Cuando, siendo todavía una niña, descubrí que Madrid no está en realidad en el centro de España, me llevé una buena sorpresa. Luego me di cuenta que igual da que no lo sea, porque ocupa ese espacio en cualquier caso. El centro de España y, a veces, parece que hasta el centro del mundo,

Por supuesto no voy a entrar en disquisiciones acerca de centralismo o no. Ni soy la persona adecuada para hacer política ni, en cualquier caso, este sería el lugar para hacerlo. Voy a hablar de algo mucho más sencillo, mucho más de andar por casa. Y es un fenómeno de sobra conocido. Pasa algo en Madrid y parece que sea lo único de lo que hay que hablar. Algo que ya vimos cuando llegó Filomena.

Y pasó. Un terremoto político iniciado en Murcia trasladaba su epicentro a Madrid robando todo el protagonismo a la región en cuestión. La presidenta convocaba elecciones autonómicas y el seísmo tenía varias réplicas a cuál más fuerte.

No voy a negar la trascendencia política de los movimientos que se sucedieron, pero no ocultaré mi enfado por el absoluto protagonismo en todos los medios. Ya no hay pandemia, ni datos de contagios, ni problemas con las vacunas. Ya se ha acabado la crisis económica, el paro y los cierres de negocios y pérdidas de empleo. Ya no hay indigentes en las calles, ni colas del hambre. Ya han cesado de arribar pateras a nuestras costas y el Mediterráneo ha dejado de ser un cementerio. Y, por supuesto, ya se acabó con la violencia de género, con la excepción de la famosa que la cuenta en prime time, única noticia capaz de eclipsar, aunque sea un poco, a la capital.

Mientras, para el resto de Europa, Madrid se ha convertido en el paraíso del turismo de la irresponsabilidad, en el destino de inconscientes que prefieren la egoísta diversión presente que el drama futuro para muchas personas. Un dudoso honor, desde luego, mientras las redes se llenan de imágenes de fiestas clandestinas sin medidas de seguridad, sin freno ni vergüenza.

Que se dejen de ombliguismo. Hagamos un ejercicio práctico. Veamos en cuántos informativos no hablan de Madrid, aunque aún no sea oficial el inicio de campaña. Sin contar el fútbol, por supuesto, porque entonces no pasa el examen nadie.

¿Hecho? Pues esto no es nada para lo que nos espera. Y mientras, el mundo sigue girando al ritmo que marca un bicho maldito que no acaba de irse nunca.

SUSANA GISBERT

Fiscal y escritora (twitter @gisb_sus)