“No hay nada más fuerte que la verdad”, dijo ayer el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. Fue al término del debate entre los candidatos a la Presidencia del Gobierno, en el que primó la mentira vestida de malas intenciones para fastidiar al rival. Casado, Rivera, Abascal e Iglesias se dedicaron -como estaba previsto- a golpear a Sánchez, aportando poco que fuera de valor para los ciudadanos.  

Si la verdad estuvo poco presente, Cataluña no abandonó el plató televisivo. Para gozo de la derechona, los independentistas pusieron en escena de modo inadecuado una protesta contra la familia real en la entrega de los premios Princesa de Girona. En Barcelona, el problema ya no fueron los improperios proferidos, que los hubo, sino los empujones, escupitajos y patadas que se llegaron a producir contra algunos de los invitados al acto. Ahí es donde la libertad de expresión se transforma en malas maneras y alcanza la frontera de la agresión. Eso no es reivindicar un derecho, sino atentar contra el derecho del otro. No es la imagen de seny, de tradición y cultura que Cataluña ofrecía al mundo, sino la de una panda de hotentotes que no tienen nada mejor que ofrecer que el insulto y la quema de contenedores.

Volviendo al debate organizado por la Academia de Televisión, celebraron su propio teatro crispado ante las cámaras. Sánchez soportó los ataques de la mejor manera posible con el gesto resignado, pero sin dejarse apabullar. Negó pactos con la derecha o con los independentistas, poniendo en su sitio a unos y a otros y esquivando el mantra machacón de Pablo Iglesias, insistente en la coalición de Gobierno. El presidente en funciones planteó además una serie de acciones en las que muy pocos fueron capaces de entrar como la propuesta de que gobierne la lista más votada, para evitar el bloqueo, si se repitiera. También mandó un aviso a navegantes: elevará el rango del área económica a vicepresidencia, y al frente de la misma estará Nadia Calviño. Para muchos, este anuncio ha pasado desapercibido, pero no para la verdadera receptora del mensaje, que es la Unión Europea. Hoy Bruselas está más tranquila y España ha ganado un punto en su confianza.

Fue como hablar en el desierto. Se conoce que sus oponentes no están seguros del porvenir o tienen sus propios planes. Claro que Pablo Casado iba sobrado, con un talante demasiado triunfalista como para resultar simpático. El gesto se le descompuso con el ataque inesperado de Albert Rivera. El de Ciudadanos sacó a pasear el tema de fondo, la corrupción, y tuvo un momento glorioso -dentro de su deriva hacia ninguna parte- cuando, a cuenta de la trama Gürtel, increpó al presidente popular: “No sea cutre, señor Casado, acuérdese de Bárcenas.”  Solo el hecho de que Vox tuviera representación en un foro de tal entidad mediática era un éxito. Dio lo mejor de sí desplegando sin rubor la ideología tenebrosa que acecha el futuro de este país, si el 10 de noviembre no se pone remedio. Más vale que la izquierda despierte y que haga lo posible con el voto para evitar que vuelvan. No hay nada mas fuerte que la verdad y la voluntad del ciudadano para ponerles freno.

Decíamos en el artículo anterior, que el presidente en funciones estaba Solo ante el peligro. Hoy podemos decir que, como Gary Cooper en la emblemática película, consigue su objetivo y se sobrepone con solvencia al todos contra Sánchez.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com